Familiares de un chico de 13 años baleado el viernes a la noche por presuntos narcos y de un hombre de 35 años —tío del chico— arrestado la mañana siguiente desmintieron las versiones policiales referidas a ambos hechos ocurridos en un humilde asentamiento del barrio Ludueña. En primer lugar, negaron que el adolescente —al cierre de esta edición en estado muy crítico— les robara a los clientes de un búnker de drogas del lugar. Y además aseguraron que la denuncia de robo y amenazas que terminó con el tío preso en la comisaría 12ª fue "inventada" por la dueña de una granja del barrio, madre de un policía del Comando Radioeléctrico a quien le achacaron abusar de su condición e incluso plantarle el arma que le incautaron al detenido (ver aparte).
En este sentido, altas fuentes policiales indicaron que Molina no fue acusado de robo sino sólo de amenazas y afirmaron que continúa preso en la comisaría 12ª en virtud de otros antecedentes que le adjudican.
De terror. La historia de Aarón y su familia está, por estos días, atravesada por la impunidad que ostenta el narcotráfico en las barriadas más pobres de Rosario. Una impunidad que va más allá de la venta de droga hasta tomar ribetes propios de un régimen de terror, con bandas armadas que aparecen en la oscuridad patrullando la zona sin vacilar en meterse a amenazar a los vecinos en sus propias casas.
Precisamente dentro del baño de una casa, según sus familiares, fue baleado el viernes a la noche Aarón M. Contradiciendo la versión policial publicada el domingo por este diario que indicaba que el menor había sido herido en la calle, vecinos y allegados aseguraron que el chico fue alcanzado dentro de una vivienda del precario asentamiento que se levanta en inmediaciones de Teniente Agneta y las vías del ferrocarril.
Según afirmaron ayer, el hecho se desató a partir del funcionamiento de un búnker de drogas que comenzó a despachar el jueves pasado en inmediaciones de Humberto Primo y Roullión.
"Parece que el viernes robaron en ese búnker, entonces a la noche aparecieron un montón de tipos armados. Venían caminando, en motos y en autos", narraron jóvenes del barrio, y dijeron no saber quiénes eran los delincuentes ya que "estaba oscuro y estaban con gorras y cascos (de motos)".
En esas circunstancias, afirmaron, Aarón y un amigo estaban en Pedro Lino Funes y las vías cuando corrieron a refugiarse en la casa del segundo. "Entraban en las casas y encañonaban a la gente acusándola de haberles robado para que les dijeran lo que sabían", dijo un joven, que afirmó que los delincuentes ingresaron a su casa y le colocaron un revólver en la cabeza a una hermanita. Otra mujer aseguró que a un primo suyo de 18 años lo balearon en ambas piernas, pero no hizo la denuncia.
En el baño. La madre de Aarón relató que los agresores ingresaron a la casa donde su hijo de 13 años se había refugiado con su amigo. "El otro chico tiene el pie lleno de clavos y les rogó que no le tiraran, que él ya estaba arruinado. Entonces se metieron en el baño, donde estaba Aarón, que también les dijo que había estado cuatro meses internado. Pero le dispararon igual en la panza", contó Sandra, y negó terminantemente que su hijo estuviera involucrado en "mejicaneadas" a los narcos, como indicó la policía al aventurar las razones por las cuales el menor fue baleado dos veces en cuatro meses.
Al cierre de esta edición Aarón seguía internado en el Hospital de Emergencias Clemente Alvarez en estado desesperante.