Una soldado voluntaria oriunda de San Juan era intensamente buscada por la policía de tres provincias luego de que su familia denunció su desaparición el viernes, cuando se dirigía a tomar su puesto en el Regimiento de Infantería de Montaña de Uspallata, en Mendoza.
Los familiares de María Eugenia Alcayaga, de 19 años, creen que "no desapareció por propia voluntad", por lo que ayer encabezaron una marcha en la localidad sanjuanina de Barreal para pedir a la justicia que la encuentre e iniciaron una campaña por las redes sociales para recabar datos.
Policías de San Juan, su provincia de origen, de Mendoza, donde debía llegar a prestar servicio, y de Córdoba, donde se registró el uso de su tarjeta de débito en un cajero automático de Río Cuarto, participaban de la búsqueda de la joven de acuerdo a los indicado por sus familiares. Soledad Alcayaga, hermana de la joven, sostuvo que "por propia voluntad no desapareció" y remarcó que "cada vez que entraba a trabajar se comunicaba con mi papá".
En diálogo con el diario Provincia, aseguró que el sábado por la tarde "se comunicó con su propio celular pero fue una llamada muy corta y no dijo nada. Lloraba y nada más decía "papi, papi".
María Eugenia Alcayaga integra una familia de ocho hermanos y vive con el menor de ellos en Uspallata, pero cada vez que tiene francos -como ocurrió la semana pasada- viaja a visitar al resto de su familia en la ciudad sanjuanina de Barreal. Cuando el hermano que vive en Mendoza notó que no había regresado fue a buscarla al regimiento donde no la encontró y avisó a su padre, quien viajó a Uspallata y denunció la desaparición.
La soldado viajó en colectivo desde Barreal a la ciudad de San Juan, a 140 kilómetros, desde donde debía tomar otro ómnibus hacia Uspallata.
Contradicción. Emanuel Alcayaga, otro hermano, dijo a radio Sarmiento que "ella entró al regimiento, cuando antes nos habían informado que no habían registrado horario de entrada. Nos ponen muchas trabas para saber qué pasó ahí adentro y eso nos llenó de dudas".
El joven aseguró que su hermana le había relatado que un suboficial principal le "exigía más de lo normal" y que en una oportunidad la castigó y pasó "un par de días en el calabozo".
El joven dijo que la última vez que hablaron con ella por teléfono, la llamada se interrumpió abruptamente, y señaló que "parece que alguien le cortó el teléfono".
Fuentes policiales citadas por la prensa sanjuanina revelaron ayer que se detectaron movimientos de la tarjeta de débito de la joven en un cajero automático de Río Cuarto, por lo que se pidió colaboración a la entidad bancaria y a la policía de Córdoba.
María Eugenia Alcayaga mide 1,68 metro, tiene cabello negro largo, ojos marrones, y llevaba ropa de civil cuando partió de su casa.