Mucho se habla en estos días sobre la conveniencia o no de legalizar las drogas. Debemos pensarlo muy bien, porque ya tenemos dos drogas legalizadas y autorizadas como el alcohol y el cigarillo, y nada cambió; al contrario, el alcohol se consume cada día más y el cigarrillo se mantiene a pesar de que ambos, además de provocar daños severos en la salud de las personas y aún la muerte, también dañan a los que no las consumen. Cada año decenas de miles de víctimas de accidentes por conductores alcoholizados llenan las estadísticas de todos los países del mundo. Por su parte, el cigarrillo hace fumadores pasivos a aquellos que conviven o están cerca de fumadores, acarreandoles patologías que han sido totalmente demostradas. Y ahora quieren legalizar drogas mucho más complejas que las mencionadas. Drogas con patologías gravísimas derivadas del consumo y que influyen en las personas con las que conviven, personas que a veces son víctimas de los consumidores por accidentes o actos delictivos. ¿Quién se beneficia con la legalización? ¿Los traficantes? ¿El drogadicto? Pensemos antes de tomar una decisión que puede ser peor.