Luciano López Martin, un empleado de Telecom de 31 años, podría perder la visión en un ojo tras recibir un balinazo mientras se encontraba reparando en altura una línea telefónica, en Constitución y Rueda, en la zona oeste de la ciudad. Teniendo en cuenta este suceso y la gran cantidad de inconvenientes que deben afrontar en la mayoría de los barrios de la ciudad, los trabajadores del gremio manifestaron ayer con una marcha su profunda preocupación por esta realidad que rodea el ejercicio de sus funciones diarias.
López Martin trabaja en la empresa hace más de 8 años. Está casado, tiene dos hijos pequeños y se encuentra en estado delicado, con el proyectil incrustado y con intervenciones permanentes en el sanatorio Británico, tratando de recuperarse del impacto psicológico y emocional que significa esta situación.
Rodeado de su familia, un amplio abanico de profesionales y el apoyo incondicional de sus compañeros de trabajo, está buscando un escenario de recomposición después de un incidente totalmente alejado de la razón, que expone un problema colectivo a través de un ejemplo individual sumamente doloroso.
"Lamentablemente, lo que sufrió Luciano es similar a lo que sufren todos los empleados cuando salen a trabajar a los barrios", denunció Luis Mosto, secretario de prensa del Sindicato de Trabajadores de las Telecomunicaciones (Sitratel).
"Los trabajadores está atemorizados. Las agresiones son constantes y la mayoría trabaja de a uno, sin compañía, por disposición de la empresa. Ninguno sabe qué se puede encontrar", reveló Mosto.
"Sufren agresiones los de atención comercial, los del 112 y el 114. Siempre hay amenazas. Mientras la empresa no haga inversiones y no podamos atender los reclamos de la manera que pretendemos, los clientes van a seguir enardecidos. Es que uno va a atender un reclamo de hace 30 días y los tipos te quieren pegar", advirtió el sindicalista.
Asimismo, comentó que en estos días de fiestas navideñas y de fin de año, la tensión en las calles aumenta. "El cliente paga un servicio y en las fiestas quiere poder llamar a su familia que vive en otra provincia. Y a veces eso no se arregla porque ese cliente no tiene servicio de internet. El de al lado tiene internet y se le arregla. Muchas veces, a los abonados comunes no se lo arreglan, o los pasan para el final, a los 30 o 60 días del reclamo. Entonces, cuando nos ven arriba de un poste, nos quieren matar", protestó Mosto.
Y agregó: "El empleado que se desempeña en la calle es el más visible y sufre el descontento de la gente. Pero pasa también en el área comercial, donde el otro día le pegaron una cachetada a una mujer. En el 112 hay amenazas continuas y el maltrato es tremendo. La empresa no invierte, y así es difícil que cambien las cosas. Tienen que tener un poco más de humanidad, salir de los números de ganancia y atender estas situaciones", consideró.
En relación a las condiciones laborales de los trabajadores, Mosto apuntó que "vamos a reunirnos con el Comité de Seguridad porque la empresa tiene que dar respuestas. Los trabajadores están cansados de soportar agravios y agresiones de los clientes, que pierden la paciencia ante los reiterados incumplimientos de la empresa. Los platos rotos siempre los terminamos pagando los empleados", aseguró.
Inconcebible. La agresión que sufrió López Martin sucedió el lunes por la mañana y recién alcanzó cobertura mediática en la jornada de ayer. El muchacho estaba trabajando en un poste, a 7 metros de altura, tratando de arreglar una línea que había sido reclamada 15 días atrás.
"Estaba reparando esa línea, de repente miró para abajo, sintió como un golpe en el pómulo y se descompuso. Fue una suerte que un compañero lo vio justo en ese momento. Le llamó la atención que estuviera como caído, colgado del arnés, y subió a socorrerlo", contó Mosto, quien valoró la rápida asistencia de su compañero. "Menos mal que estaban trabajando de a dos, porque la empresa no quiere que trabajen en duplas. Si no, se moría desangrado", exclamó.
Y amplió la descripción: "Allí emanaba mucha sangre de la herida y lo derivaron en primera instancia a un centro oftalmológico y después al sanatorio Británico, donde el martes lo operaron, aunque todavía tiene el proyectil incrustado. Lamentablemente, podría perder la visión de ese ojo", detalló.
El referente gremial contó que "no se pudo identificar al agresor. Pudo haber sido un cliente alterado o un loco que anda tirando tiros por ahí, o alguien que quiso lastimarlo para robarle sus cosas. La verdad es que no nos queda claro todavía", indicó Mosto.