Rosendo Fraga | Bío | Analista político, periodista e historiador. Presidente de la Fundación Centro de Estudios Nueva Mayoría. Consultor de empresas a nivel nacional e internacional. Miembro de la Academia Argentina de la Historia y del Instituto de Historia Militar, lleva publicados más de cuarenta libros sobre temas políticos, históricos y militares
Si bien el analista político Rosendo Fraga considera que las tres primeras semanas de gestión de Mauricio Macri al frente de la Casa Rosada "cierran con un balance positivo", rápidamente advierte a La Capital que el intento de designar miembros de la Corte Suprema por decreto, la inundación que afecta el Litoral argentino y la reciente fuga de los responsables del triple crimen de General Rodríguez de un penal bonaerense "hicieron que la gente ya comience a juzgar al gobierno por sus propios hechos y no por la herencia recibida" del kirchnerismo.
El director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría también enfatiza que la prioridad del presidente de la Nación debe pasar por "evitar que el porcentaje de la devaluación se traslade a los precios", al tiempo que marca un desafío inmediato para Macri respecto de las chances de ampliación de su base política: "Más que sumar, es importante acordar. Por eso, la clave es la división del peronismo y la negociación con los gobernadores".
Acerca del futuro del justicialismo, recuerda que, tras una crisis en elección presidencial, el partido suele reordenarse a partir de los comicios legislativos siguientes. Por eso, especula con que recién en 2017 podría emerger una flamante conducción. "Mientras tanto, nadie tendrá todo el poder, pero ninguno desaparecerá. La renovación de autoridades del PJ, que tendría lugar en el segundo trimestre de 2016, difícilmente alcance para redefinir el liderazgo peronista", sentencia Fraga.
En ese contexto, señala también que "en La Cámpora analizan que Cristina Kirchner sea candidata a senadora en Buenos Aires en 2017, para revitalizarse electoralmente". Una jugada que, aventura, podrían emular Daniel Scioli y Sergio Massa.
—¿Cómo evalúa las primeras medidas adoptadas por el gobierno de Macri?
—Las tres primeras semanas de gestión de Macri cierran con un balance positivo: logró reorientar rápidamente la política exterior al reclamar a Venezuela por los presos políticos y pudo resolver el tema del cepo cambiario sin que el dólar se saliera de control. También dio un mensaje político conciliador y estableció buen diálogo con los gobernadores. Y desmontó con éxito el poder remanente kirchnerista en áreas clave como el Banco Central, el Afsca y el Aftic, que ejecutaban la política de medios y telecomunicaciones.
—¿Los DNU y los nombramientos en la Corte no causaron un desgaste prematuro?
—En la columna del debe pueden anotarse tres cuestiones. La primera es la demora en lograr una coalición parlamentaria, sin la cual es difícil la gobernabilidad para una gestión que no tiene mayoría en ninguna de las dos Cámaras y no articuló un gabinete de coalición. La segunda es el uso de decretos para designar miembros de la Corte Suprema de Justicia, un error político que puede ser corregido y que la negativa del máximo tribunal y el Senado lo hacen necesario. Por último, la falta de señales de una política clara en materia de seguridad, que quedó en evidencia con la reciente fuga del penal bonaerense.
—Entonces, ¿se agotó la luna de miel que suele acompañar a toda administración en su debut?
—La luna de miel que acompaña a todo gobierno recién electo en cualquier país del mundo implica que suele comenzar con el apoyo de dos tercios de la población, aunque hayan sacado menos votos. No sólo lo avalan los votantes propios sino, generalmente, un tercio de los electores del adversario, pero la velocidad de la información hace que esos períodos duren cada vez menos. En el caso de Macri, el intento de designar miembros de la Corte por decreto, la inundación en el Litoral y la fuga del penal bonaerense hicieron que la gente ya comience a juzgar al gobierno por sus propios hechos y no por la herencia recibida.
—El control de precios y la devaluación obligan a redoblar esfuerzos en esta etapa...
—En lo económico, el desafío con mayor dimensión social es evitar que el porcentaje de la devaluación se traslade a los precios. Es posible que, para ello, en las próximas semanas opte por recesión antes que inflación: es la alternativa menos mala y puede tener éxito, siempre y cuando atienda simultáneamente a la situación de los sectores sociales más vulnerables. Con los sindicatos, el gobierno se está moviendo con habilidad, estableciendo puentes de diálogo y otorgando concesiones en temas como las obras sociales. Además, ha entregado un bono de 400 pesos a quienes reciben la asignación universal por hijo (AUH), las embarazadas y los que cobran la jubilación mínima.
—¿Macri eligió al kirchnerismo como su rival directo?
—Más que Macri haya elegido al kirchnerismo como su adversario, la realidad indica que éste lo eligió a él. Desde que se presentó como candidato a jefe de Gobierno porteño, en 2003, siempre el kirchnerismo lo vio como la oposición ideal, buscando plantear la política en términos ideológicos como una confrontación entre centroizquierda y centroderecha. Pero las circunstancias obligan a Macri a tener que desmontar la estructura dejada por Cristina para entregar el gobierno, pero no el poder, y eso hace inevitable el conflicto.
—¿El Frente para la Victoria, en su nuevo rol opositor, parece decidido a demostrar que conserva su capacidad de movilización?
—El kirchnerismo realiza la oposición en dos ámbitos: el Congreso (y en particular el bloque de diputados nacionales del PJ, cuya conducción controla) y la movilización en la calle. Pero le suma la influencia que mantiene en la Justicia, como lo evidencian fallos de primera instancia contra decretos de Macri. Para que eso se mantenga, resulta vital para el kirchnerismo que la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, continúe en su cargo.
—¿El PJ se encamina hacia una renovación clave?
—En cuanto al peronismo, la historia muestra que, tras una crisis en elección presidencial, se reordena recién con el resultado de los comicios legislativos siguientes. Ocurrió con el triunfo de Antonio Cafiero en 1985 en Buenos Aires, tras la derrota frente a Raúl Alfonsín, y el de Eduardo Duhalde, en el mismo distrito, después del fracaso frente a Fernando de la Rúa en 1999. También con la victoria de Cristina en la elección bonaerense de senadores nacionales, luego de la bicefalía que dejó en el liderazgo peronista los comicios de 2003. Posiblemente será el resultado electoral bonaerense de 2017 lo que permitirá la emergencia de un nuevo liderazgo en el PJ. En tanto, nadie tendrá todo el poder, pero ninguno desaparecerá.
—¿Cómo tallaría el kirchnerismo en esa instancia? ¿Y Cristina?
—Es por esa razón que en La Cámpora analizan que Cristina sea candidata a senadora en Buenos Aires en 2017, para revitalizarse electoralmente. Pero Scioli no descarta hacerlo también y Massa ve en esos comicios una oportunidad de revalidar su peso en el distrito. La renovación de autoridades del PJ, que tendría lugar en el segundo trimestre de 2016, difícilmente sea suficiente para redefinir el liderazgo peronista.
—Hoy por hoy, a Macri parece convenirle un PJ disperso para sumar respaldos.
—Respecto de Macri, le conviene un peronismo dividido para poder negociar, sobre todo en el Congreso. Es clave para poder armar una coalición parlamentaria, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires.
—¿Macri intentará ampliar su base política en los próximos meses?
—Hacia adelante, el desafío de Macri, más que sumar, es acordar, como anticipó al proponer el "arte del acuerdo". Por eso, la clave es la división del peronismo y la negociación con los gobernadores.
—¿Cómo queda parada la centroizquierda (incluido el socialismo santafesino) en el nuevo escenario político de la Argentina?
—El socialismo, al igual que Massa y el Frente Renovador (FR), queda con capacidad de ser el fiel de la balanza para generar la coalición parlamentaria que Macri necesita. Pero, al tener la Gobernación de un distrito importante como Santa Fe, también juega un rol en la relación del Ejecutivo con los mandatarios provinciales, que será clave para alcanzarla.