Aunque en el "virtual" presente, más allá del extraño y tal vez patético intento de Paul Auster y J. M. Coetzee, las cartas parezcan ya un mero resto paleontológico, siguen surgiendo materiales que enriquecen la escena.
Aunque en el "virtual" presente, más allá del extraño y tal vez patético intento de Paul Auster y J. M. Coetzee, las cartas parezcan ya un mero resto paleontológico, siguen surgiendo materiales que enriquecen la escena.
Las epístolas que en las décadas del 70 y 80 se cruzaron el poeta rosarino (por pertenencia, no por nacimiento) Francisco Gandolfo y el heterodoxo narrador uruguayo Mario Levrero, recientemente publicadas en una cuidada edición por el promisorio sello local Iván Rosado, revelan secretos sobre un paisaje literario casi desconocido: el que se desplegaba, lejos de las consagratorias marquesinas porteñas, en dos ciudades que se vinculan entre sí de manera tan rica como secreta: Rosario y Montevideo.
Cargadas de ironía e irreverencia, estas cartas dan cuenta de una estética que se enfrentó tanto a la solemnidad como a la previsibilidad, y que estaba en la raíz del grupo que se formó alrededor de la revista el lagrimal trifurca.
Levrero, que ya preanunciaba al creador de La novela luminosa, intercambia agudezas y humoradas con el autor de El sicópata y Poemas joviales mientras le imparte discretas lecciones de literatura. Gandolfo no se queda atrás y devuelve afectuosos mandobles. Detrás de bambalinas se mueven nombres conocidos para los rosarinos como los de Elvio Gandolfo, Rubén Sevlever, Eduardo D'Anna, Samuel Wolpin, Alberto Carlos Vila Ortiz, Angélica Gorodischer, Jorge Isaías y Hugo Diz, entre otros.
Pero más allá de la liviandad de la anécdota que despierta sonrisas o el concepto que se sumerge en las honduras de la creación poética, este libro rigurosamente editado por Osvaldo Aguirre funciona como preciso testimonio de una época tan lejana como entrañable.
Osvaldo Aguirre y Agustín González presentarán mañana, a las 20, Mario Levrero - Francisco Gandolfo Correspondencia en Bon Scott Bar (Riccheri 131, Rosario).