Los policías montaron guardia durante toda la madrugada frente a la casa de un hombre con captura recomendada por haberse fugado en abril de un calabozo de la comisaría 3ª. Habían notado las luces encendidas, lo habían escuchado hablar con una mujer y por eso descontaban que no se les escaparía. Pero al cumplirse la hora indicada por el juez para el ingreso a la vivienda sobrevino el enigma. Por más que los uniformados rastreaban con empeño cada metro cuadrado de la casa la persona que esperaban encontrar no estaba adentro. Era inexplicable. Nadie había salido de allí en la oscuridad de la noche. Parecía que al fugitivo se lo había tragado la tierra.
Y a veces las apariencias no engañan. El jefe de la comisión policial que había llegado a la casa ordenó correr los muebles y mirar mejor. Eso puso final al misterio: el evadido se hallaba oculto en un agujero hecho en el piso, debajo de un aparador en el living de su casa.
Fue identificado como Juan Carlos Domínguez, de 42 años, conocido en el ambiente delictivo por dedicarse a escruches de departamentos del centro de la ciudad. Vivía en una casa de Colombres 1508 junto a su pareja, Carmen Graciela D., quien cumple en el lugar arresto domiciliario por idéntico delito.
Domínguez estuvo preso en la comisaría de Dorrego 161 entre diciembre de 2011 y abril de este año. Su fuga significó el relevo de todo el turno a cargo de guardia de la dependencia y la consecuente puesta en disponibilidad del personal, ya que un análisis inicial de la evasión hizo presumir la posibilidad de un facilitamiento de la huida.
La Brigada de Investigaciones, que participó del allanamiento que antecedió a la captura ayer por la mañana , trabajó los últimos diez días en averiguar el paradero de Domínguez. "Estaba escondido en distintas villas de emergencia de la zona oeste y nos costó dar con él. Se hizo un trabajo de calle muy puntual y pudimos darnos cuenta de que, confiado en que ya no se lo buscaba, había vuelto a su casa", manifestó uno de los encargados de rastrearlo.
La cucha del perro. Los efectivos se presentaron en la casa de Colombres a la madrugada y aguardaron hasta las 8. Era el momento que el juzgado dispuso para el allanamiento pero la vivienda estaba rodeada por empleados policiales desde hacía horas. "Escuchábamos conversaciones y vimos luces que indicaban que había al menos dos personas en el lugar. Entramos y fuimos recibidos amablemente por la mujer que parecía estar sola. Tanto ella como él estaban convencidos, me parece, de que no lo íbamos a encontrar", manifestó un detective de la sección.
Durante el allanamiento los policías recorrieron las habitaciones, los entrepisos, el patio y "hasta la cucha del perro", dijo el oficial. "No teníamos muchas opciones y uno de los agentes dijo que para él estaba bajo tierra, que se había esfumado, ahí comenzamos a mover muebles y apareció el pozo «Perdí jefe, perdí», dijo el tipo". Allí se encontró a Domínguez oculto en ese oscuro agujero en la tierra. Como pasó hace cuatro años con Saddam Hussein en su escondite en Irak.
Lo que llamó la atención de los pesquisas antes de solicitar al juzgado el allanamiento era la continua visita de conocidos hampones a la casa. "Era claro que estaba allí y además al tener la casa rodeada sabíamos que no podía haberse escabullido por ningún lado", dijo un oficial de Investigaciones.
La fuga. El caso de la fuga de la seccional 3ª de Domínguez, hace dos meses, desencadenó el relevo de todo el turno a cargo de guardia de la dependencia y la consecuente puesta en disponibilidad del personal.
El lugar del que se escurrió es una celda en un patio de la seccional que tiene una puerta de hierro que se cierra con candado del lado de afuera. Poco después de las 5 de la mañana del 23 de abril los cuatro guardias —un oficial subayudante y tres suboficiales— reportaron el hecho. Domínguez estaba en un penal individual alojado por problemas de convivencia con los otros internos, según lo indicado por el personal del turno.
Una revisión dejó ver que el candado saltó a partir de la presión de un trozo de hierro de unos 30 centímetros utilizado como palanca que quedó tirado en el piso. La duda era cómo pudo el fugitivo del lado de adentro de la celda vulnerar el candado o, eventualmente, cómo consiguió el instrumento que se usó como palanca.
Domínguez fue puesto a disposición de dos juzgados, el de Instrucción 4ª por la causa de robos reiterados en departamentos y el de Instrucción 15ª por la fuga de la seccional.