Estoy muy lejos de ser un entendido en cuestiones ferroviarias, pero adhiero a la nota publicada en esta sección el sábado 21 de diciembre, cuya autoría pertenece al señor Antonio Saraceni. Me parece buena idea eliminar el tortuoso trazado de vías previsto para arribar finalmente a Rosario Norte, y creo acertada la rectificación del "camino de acero", porque al parecer, haría innecesarios los pasos a nivel; una rémora para una ciudad que pretende entrar en una definitiva etapa de modernidad. Basta considerar los históricos embotellamientos producidos por las barreras del "cruce Alberdi", para tratar de eliminar o disminuir a su mínima expresión los famosos, peligrosos y molestos pasos a nivel. También se impone dejar las estaciones Norte y Oeste para la nostalgia poética, y guardarlas como bellas postales de un tiempo pasado. Ahora se debería construir una estación nueva acorde con una Rosario que si es capaz de mostrar al mundo la partida del Dakar, tendría que emprender la realización de una terminal ferroviaria supermoderna, y no reciclar edificaciones de otro siglo. Una terminal de ferrocarril en la avenida Belgrano, con todos los adelantos actuales de la arquitectura y la tecnología, brindaría un cómodo lugar para los pasajeros que viajen desde Rosario o que lleguen por tren a la ciudad. Según el autor de la nota, en dicho lugar se cuenta con empalmes hacia puntos estratégicos puntos del país. Una estación a la vera del Paraná, con la zona parquizada, plena de nuevos comercios aledaños y amplios espacios para estacionamiento, además de su utilidad específica, significaría un atractivo turístico más. No me pregunten cómo se financiaría esa obra porque tampoco soy especialista en economía; pero creo que la idea sugerida por el señor Saraceni, es digna de ser tratada por el gobierno municipal, los "amigos del riel", la Secretaría de Transporte de la Nación y otros conocedores de la difícil disciplina ferroviaria. Eso sí; que no se les ocurra crear una comisión porque entonces ya se sabe lo que sucederá. Y como se trata de una ejecución integral cuya vigencia debe trascender el siglo XXI, no conviene apresurarse en procura de algún urgente rédito político. Como dice Cortez, ni poco ni demasiado. Después de años de abandono ferroviario, Rosario merece la más feliz resolución del complejo asunto de su emblemático tren a Retiro.

































