Renzo Olivo, el Ilusionista, tiene una ilusión. Sí, el tenista rosarino de 23 años, diestro, con revés a dos manos, 174º del ránking mundial de la ATP y a quien alguna vez un periodista lo apodó así por su mágico drop, quiere conocer a la dueña de la voz que lo alentó durante el Abierto de Australia, donde contra todos los pronósticos, y con los ojos de la prensa internacional y nacional encima, llegó a segunda ronda tras atravesar la qualy. De esa experiencia, habló con Ovación.
—Se suele decir que cuando un tenista profesional está metido en el partido no escucha ni ve nada a su alrededor. ¿No se filtra nunca una voz?
—¿Sabés que sí? En realidad no soy mucho de escuchar, me concentro, pero esta vez tuve mucha hinchada para lo que es habitual. Un grupo de rosarinos vio todos mis partidos. Y escuché una voz particular, la de una mujer, que me alentó muy fuerte y que en cada saque me decía: “¡Vamos Renzo, es acá!”.
—¿La conociste?
—No. Hasta el día de hoy no, y tengo mucha curiosidad. Me gustaría saludarla.
La anécdota es algo de todo lo que se trajo Renzo de Melbourne, del primer Gran Slam del año y también suyo. “Para mí fue muy positivo, me vine con una buena experiencia, me demostré a mí mismo que puedo estar al nivel de ese torneo y además encaro el año con más ganas y confianza, luego de este abierto me posicionaré mejor en el ránking”, dijo Olivo.
—¿Es un techo tener 23 años en este deporte y a este nivel para ilusionarse más?
—No, para nada. Cumplo 24 años en marzo y estoy tranquilo. A mi edad se es joven en el tenis. Con mis años tengo cinco o seis jugadores arriba mío. Estoy tranquilo: tengo como mínimo diez años de carrera por delante.
Renzo llegó al cuadro principal de Australia desde la clasificación tras vencer en la tercera ronda de la misma al francés Vicent Millot (184º) y logró romper lo que se había convertido en una mala costumbre: el último argentino que había ingresado desde la qualy al cuadro principal en Melbourne había sido Guillermo Cañas, hace quince años. Pero fue por más. Superó en primera ronda al checo Jir Vesely (42º) en cinco sets y se cruzó en segunda con el azuleño Federico Delbonis (53º), con el que cayó luego de 4 horas y 13 minutos, en un encuentro lleno de altibajos por lado.
Experiencia, dos triunfos en su primer Grand Slam, los alentadores gritos de una mujer desconocida, la derrota ante un colega argentino, una mejor ubicación en el ránking son parte de lo que consiguió Renzo en Australia. Pero también se trajo más dinero en premio de lo que nunca había ganado: más de 40 mil dólares, que ya comenzó a invertir en más tenis (pago a entrenadores y viajes a torneos).
“Lo económico cambia mucho con estos torneos. Un challenger implica unos 18 mil dólares en premios y nunca gané uno, más habitual para mí son torneos con premios menores, de unos 6 mil”, dijo Olivo, quien a pesar de entrenar hasta hace poco con Francisco Yunis cuidó el bolsillo y viajó a Australia sin entrenador.
Es que Renzo pertenece a una familia de tenistas, no de gente adinerada. Su madre, Miriam; su padre, Antonio (al frente de una cancha de tenis en el macrocentro rosarino) y sus tres hermanos, todos amantes de la raqueta aunque no profesionales: Rosina, Giani y Alvaro. “Siempre fui un laburante de este deporte, siempre entrené mucho y mi familia me ayuda y apoya. Cuando gano pienso en ellos. Me fui hace años a jugar a Francia, pero estoy siempre en contacto con ellos y con la ciudad, donde vengo siempre que puedo, pero te confieso: a las pocas horas ya quiero meterme en competencia, en la adrenalina de entrenar y jugar”, le dijo a Ovación.
Para Renzo la vida es tenis y el tenis es vida. Así lo remarca. Comenzó a jugar cuando apenas era más alto que la raqueta. A los 12 años era Nº 1 de Argentina tanto en singles como en dobles. Se coronó en el Masters de la Copa Nike (en Hurlingam Club de Buenos Aires) y logró ganarse el tercer lugar en el torneo mundial de esa edición que se disputaba en Pompadour (Francia), lo que interesó a Patrick Mouratoglou (el entrenador francés de Serena Williams), quien lo contrató para integrar el staff de jugadores de su academia ubicada en las afueras de París, donde vivió 3 años. A los 16, Renzo regresó a Rosario y logró su primer punto ATP a los 17 años. Un año más tarde obtuvo el 8º puesto ITF a nivel mundial y a los 18 comenzó su carrera como tenista profesional, que alcanzó el cénit con el reciente de Australia.
—¿Quién es tu ídolo?
—David Nabaldian.
—¿Y por fuera del tenis?
—Lionel Messi.
—¿Nadie fuera del deporte?
— Es que para mí la vida es esto.
Al Ilusionista nadie lo saca por ahora de todo lo que tenga que ver con el tenis: su máxima ilusión.