SI bien todavía no es un fenómeno masivo, algunos hoteles de Rosario están detectando un aumento de reservas de personas que llegan a la ciudad a ver a Leda Bergonzi, la mujer a quien se le atribuyen poderes de sanación que todos los martes recibe a enfermos y necesitados en el predio de la ex Rural. Aunque no se le pueden poner aún cifras oficiales, el fenómeno se percibe en algunos establecimientos del rubro.
"Hay más reservas los días martes, pero no sabría el porcentaje", comentan en off algunos hoteleros. Otros dicen que subieron unas 20 por semana. Otros dicen que no han sido afectados aún por el efecto Leda, cuya irrupción ha disparado el turismo religioso en Rosario con miles de fieles y cientos de colectivos que arriban semana a semana.
Los hoteleros están interesados en que el despliegue provocado por las convocatorias de la mujer crezca, y están evaluando algunas alternativas para apuntalarlo. Y en ese sentido, creen que si la misa fuera un fin de semana, probablemente el impacto sería mayor.
Leda es protagonista de un meteórico ascenso de popularidad. De la Iglesia del Pilar a la Catedral, de allí a la parroquia de Sagrado Corazón y luego al templo de Pichincha Inmaculada Concepción hasta su llegada al ex predio de la Rural. Un dato contundente y oficial: en una semana la mujer de 44 años pasó de convocar a 6 mil personas en los galpones de 27 de Febrero y Oroño a reunir el martes pasado 12 mil personas. Otro récord que se supone, seguirá creciendo.
Cada agencia que se dedica a reunir chárter de fieles ya tiene reservados al menos 6 colectivos, a un precio de 12 mil pesos por pasajero. Los asistentes esperan la bendición que, como la semana pasada, tuvo a Leda hasta las 5 de la madrugada y casi afónica.
Todas estas concentraciones de público mueven una logística impresionante: ómnibus que llegan desde diversos puntos del país, organizadores, lugares para comer, moverse, sitios para dejar los autos particulares, ambulancias, personal estatal y voluntarios. Y ni hablar del alquiler de departamentos temporarios que algunos fieles usan en la espera previa a cada encuentro, a los que ahora se les suma la hotelería. Una actividad religiosa que mueve la rueda económica de Rosario también en cuanto a vendedores ambulantes, puestos de comida, quioscos, taxis, colectivos y hasta cuidacoches.