Hace años que la muerte en Tablada llega en moto y los vecinos viven en la zozobra por el horror que deja tras de sí una ejecución. El miércoles por la noche Leonel Martín Segovia, un pibe de 14 años, caminaba por inmediaciones de Chacabuco y Centeno cuando una Yamaha YBR 125 con dos ocupantes se le aproximó por detrás. Cuando Segovia escuchó el sonido del motor ya era tarde. Tres balazos calibre 9 milímetros impactaron en su cuerpo: dos en medio de la espalda y el tercero en el brazo derecho. La secuencia fue tan veloz que varios vecinos indicaron que el matador circulaba en una bicicleta. Unos minutos más tarde al lugar llegó la madre del muchacho y en una camioneta lo transportaron al hospital Roque Sáenz Peña, donde murió antes de las 22. Fue el décimo homicidio este año en la zona de La Tablada bajo jurisdicción de la seccional 16ª.
Leonel Martín Segovia vivía en una casa de pasillo ubicada en Patricias Argentinas (Colón) y Ameghino. Un sector del barrio conocido como "cordón Ayacucho" —cinco manzanas en forma de "L" delimitadas por Ayacucho, Patricias Argentinas (prolongación de Colón), Doctor Riva y Uriburu— en las que el municipio prevé la apertura de calles como parte del Programa de Integración de Asentamientos Irregulares lanzado por la Secretaría de Hábitat de la provincia, una obra anunciada en abril pasado y que a principios de este mes empezó con la apertura de calle Centeno (entre Ayacucho y Patricias Argentinas) y la construcción de una plaza a la que los vecinos bautizaron "De los Niños". Una zona de La Tablada, en la que el municipio estima que se levantan 1.300 viviendas, en la que los vecinos se cansaron de denunciar la histórica pelea entre las banda de Ameghino y de Centeno en un enfrentamiento tan simple de identificar como son las línea fronterizas que marcan cualquiera de las dos calles que le dan nombre a las gavillas.
Mujer bajo la lupa. A la mamá de Leonel Segovia en el barrio todos la conocen como "La Gringa" y en distintas crónicas policiales se la asoció con la venta de drogas. "¿Sabés por qué no lo agarran? Porque es soldadito de La Gringa (quien tendría un quiosco de drogas en Patricias Argentinas y Ameghino) y tiene parientes policías", explicó una vecina en septiembre de 2012 al referirse al supuesto asesino de Claudio Tomás Colli, un pibe de 18 años al que conocían como Caio y fue asesinado sobre un colectivo 143 en la esquina de 1º de Mayo y Centeno el día de la Primavera de 2011.
Así las cosas, para los investigadores las hipótesis del crimen se limitan a dos: una pelea entre bandas barriales o un vuelto por el mundo de la venta de drogas.
Sin embargo quedó claro en múltiples crónicas que en barrios como La Tablada, donde hace muchos años que la violencia es la manera de resolver un conflicto, un asesinato pudo tener como detonante un incidente que nada tenga que ver con esas dos ramas investigativas. La pesquisa quedó en manos de la jueza de Instrucción Mónica Lamperti, quien ordenó que el sumario pasara de la comisaría 16ª a la sección Homicidios.
Muerte rápida. Los vecinos de Chacabuco y Centeno coinciden en que la ejecución de Leonel Segovia "fue muy rápida" y que "se escucharon cuatro disparos". Una de las doñas del lugar comentó que los que mataron a Segovia "iban en bicicleta y le empezaron a disparar como si nada", aunque posteriormente fuentes de la pesquisa confiaron que los matadores circulaban en una Yamaha YBR 125.
En medio de tantas ejecuciones a cielo abierto, balaceras, violencia e impunidad, los vecinos optaron por cerrar las bocas. "Fijate que yo hablo por lo que le pasó a este pibito. Después me la van a venir a dar a mí", relató una vieja vecina a metros de donde un patrullero estaba a la sombra de un árbol. A unos pocos metros un cartel, dibujado en una lona, alertaba en la planta alta de una casa: "Vendo con escritura".
Toda la secuencia del asesinato de Segovia duró menos de 30 segundos y se desarrolló cerca de las 21. Es muy probable que la víctima no se haya dado cuenta de lo que le sucedió hasta que los plomos le perforaron el cuerpo. De acuerdo a lo reconstruido por los investigadores, Segovia caminaba despreocupadamente cuando una moto en la que circulaban dos hombres dobló desde Garibaldi por Chacabuco hacia el norte. El conductor realizó una maniobra en la que se pudo adivinar un titubeo, pero luego se colocó por detrás de su víctima. El acompañante sacó una pistola calibre 9 milímetros y antes de que el jovencito pudiera reaccionar, lo ejecutó.
Si bien los vecinos dijeron haber escuchado cuatro detonaciones, los policías secuestraron tres vainas servidas. Segovia recibió dos impactos por la espalda y un tercer proyectil le perforó el brazo derecho.
Como suele ser parte del modus operandi, antes de que Leonel Segovia sintiera los espasmos de la muerte, la moto se había perdido en la noche. "El pibe quedó tirado ahí —dijo una vecina— y a los pocos minutos llegó una chata en la que lo cargaron y se lo llevaron". El pibe, al que no le robaron nada, murió a poco de ingresar al hospital Roque Sánez Peña.
Ayer, la madre de Leonel les contó a los pesquisas que su hijo había salido a hacer un mandado. Que no tenía problemas con nadie y que no había sufrido amenazas.