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Bahiano relanzó “Scaba Badí Bidú” con la participación de Donald.
Este show iba a ser una gira de despedida y ahora se transformó en una fiesta por los 60 años con la música, que se cumplen este sábado...
No sé si fue exactamente el 24, pero sí se que “Tiritando” lo grabé en el 67 y pegó dos años después, en el 21 de junio del 69. Pero no recuerdo el día exacto en el que canté en el show de Antonio Prieto o que fui contratado a Perú con 15 años, no lo recuerdo.
¿Se renovó el público, como suele decirse?
El público se mantiene, lo que se renueva es con los jóvenes. No se si van pasando la posta, pero ahora hay todo un fenómeno nuevo que estoy tratando de cubrir desde la música actual y que tiene que ver con estos medios de comunicación nuevos, el streaming, las redes, online. Es otro mundo. Se extrañan los shows presenciales pero la realidad es que en mi caso empecé cantando en televisión, después pasé a los discos, al cine y después a los shows en estos últimos años. Esa sensación de actuar para un público que uno no ve no es nueva para mí. Uno imagina al público detrás, no sabés quiénes están, pero se trata siempre de hacer las cosas lo mejor posible.
No soy nostalgioso y siempre he sido así, de vivir el presente, lo que se da, y tratar de que sea lo mejor posible No soy nostalgioso y siempre he sido así, de vivir el presente, lo que se da, y tratar de que sea lo mejor posible
¿Cómo fue el debut en televisión?
Fue en el año 61, en el show de Antonio Prieto que fue mi padrino artístico. Era un gran cantante de boleros, entonces este show que voy a hacer por streaming es más que nada apoyado en esas canciones románticas de los 60, de cuando empecé a cantar hace 60 años. En esa época estaba muy de moda el bolero, era lo más sofisticado del momento. Por el otro lado estaba la nueva ola en la cual incursioné con el twist, el rock. También estaban el folclore y el tango, pero lo que más fuerte estaba era el bolero, sobre todo los de Armando Manzanero y los grandes cantantes de la época, como Roberto Yanés, Lucho Gatica, Antonio Prieto o Daniel Río Lobos cantaban esas canciones. Inclusive hasta Palito Ortega que era del Club del Clan compuso un bolero, “Sabor a nada” y eso le dio fama en Estados Unidos, hasta Sinatra la cantó.
#1 El Primer Reggae Argentino/Scaba Badi Bidu (50 Aniversario)
¿Fue una época más romántica?
No. Creo que hay mucho romanticismo hoy en día. La gente aparentemente actúa más fríamente, pero en realidad los sentimientos siempre están. Luis Miguel por ejemplo puso de moda de nuevo el bolero con otros ritmos. Nosotros no vamos a tratar de imitar eso, sino apelar al sonido de los años 60 como era el bolero original.
¿Cómo se transforma ese chico de 15 años, Donald Clifton McCluskey, en Donald?
Arranqué como todos, yendo a una prueba con la guitarra a una discográfica y después fue una sucesión de días que transcurrieron y se me pasaron demasiado rápido y cuando me quise acordar habían transcurrido 60 años. Cuando arranqué a los 12 o 13 años estaban de moda las guitarreadas, eran como asaltos, unos llevaban la comida, otros la bebida y otros el Wincofón con los discos y los que tocaban, llevaban su guitarra. Eso fue así hasta que los tocadiscos se hicieron más potentes y los que tocábamos guitarra nos refugiábamos en habitaciones distintas y así transcurría la noche.
¿Extrañás algo de aquella etapa?
Extraño lo que lógicamente se puede extrañar, las travesuras, las cosas lindas que uno hizo a esa edad. Después no tengo nada de qué quejarme. No soy nostalgioso y siempre he sido así, de vivir el presente, lo que se da y tratar de que sea lo mejor posible, ubicándome en lo que estoy haciendo en ese momento. Deseando que lo que lo venga sea igual o mejor, pero nunca planteándome como algo para mañana sino para hoy.
¿Ves algún heredero en el panorama musical actual?
Tengo cuatro hijos y nueve nietos así que bien podría ser alguno de ellos... En cuanto a la música, hoy me gusta más la música tranquila, que no me altere, conservar la calma, más aún desde que estamos en esta pandemia que uno se ha hecho más introvertido, de estar más en su casa, tenés mucho tiempo para pensar, para reflexionar y la música acompaña. Me refugio en mi familia, en los libros, en escribir, tocar la guitarra, esa es mi vida hoy, mi familia y mis amigos y soñar con desarrollar cosas interesantes en la música.
He admirado a muchos, pero como a mi viejo, Don Dean, ninguno He admirado a muchos, pero como a mi viejo, Don Dean, ninguno
¿Sentiste en algún momento que la fama, el ambiente, las giras, te hicieron perder ese eje?
En realidad, vengo de una familia musical, mi viejo y mis hermanos y me llevan 11 años de diferencia, de chico los seguí a ellos como mis modelos artístico y humanos. Ellos cuando la pegaron tuvieron muchísimo éxito y posteriormente tuve esa suerte con “Tiritando”. Estaba de moda en esa época el famoso cuarto de hora, que el éxito es un cuarto de hora. Cuando finalmente la pegué después de desear durante mucho tiempo que se dieran las cosas, un poco lo viví con angustia porque pensaba que el tiempo sería corto. Ese cuarto de hora existe porque duró dos o tres años muy intensos y después se fue apaciguando. Por suerte se me ocurrieron otras cosas, tal vez no tan fuertes, pero sí que me llevaron a través del tiempo hasta hoy.
¿Cómo surgió “Tiritando”?
Esa canción la compuso el Nono Pugliese, el publicista. Se la escuché cantar a el en Punta del Este y cuando volví a Buenos Aires la grabé y dos años después me llamó, me preguntó si la quería poner en un aviso. En realidad hasta ese momento no había trascendido y entonces le dije sí, acepté encantado, la usó para la publicidad (de los cigarrillos Chesterfield, protagonizada por Liliana Caldini) y empecé a vender miles y miles de discos todos los días. Hacía 12 o 14 shows por noche, empezaba a las 6 o 7 de la tarde y terminaba a las 10 de la mañana. Fue una época maravillosa, pero como todo, pasó. Pero no me centré en esos años para este show, sino en mis inicios, que también fueron muy lindos, porque no era famoso pero estaba entre gente muy linda. Esas canciones, como muchos género de hoy en día que tienen mucho éxito, son temas bailables, y para mí el éxito es eso, que escuchen una canción y que se pongan a bailar, así tocar vale la pena.
LILIANA CALDINI - CHESTERFIELD STYLE
Impusiste palabras o expresiones que todavía se escuchan, como “sucundún” o “chequendengue”. ¿Significan algo?
Se me ocurrieron, son inventos de sonidos que la gente las tomó y no es mérito mío que la gente las haya pasado de generación en generación. Han gustado, pero no tienen una explicación.
“Scaba Badi Bidú” fue otro éxito que inclusive volviste a grabar con Bahiano. ¿Fue el primer reggae grabado en Argentina?
Así es, para mí fue una sorpresa. Primero haber recibido un acetato con ese ritmo sobre el cual inventé la canción con mi hermano Alex y Fernando Monsegur. Me encantó porque era una especie de calipso. Me dijeron que era un regay, y de esa forma lo escribió la grabadora, distinta a reggae, como se escribe hoy. Fue disco de Oro, pero no seguí desarrollando ese ritmo porque me centré más en el ritmo del sucundún y por ahí salieron otras canciones. Pero 50 años años después resulta que es el ritmo que está más de moda y sus derivaciones. Así salió el disco que grabó Bahiano con Los Guardianes de Gregory, con una letra suya y música propia y con unas estrofas que me dio para cantar. Ahora también hay una versión nueva en inglés, de un cantante hawaiano.
¿Cómo te llegó la propuesta para ser la imagen de la tercera edición del Festival de la Canción Argentina?
Estoy como padrino honorario. Unos amigos míos que lo organizan, me lo propusieron y ahí estoy, pero les dije que hasta después del streaming no puedo participar y quiero concentrarme en esto, pero la verdad es que estoy muy contento.
A pesar de la pandemia, las transformaciones de la industria musical, la competencia creciente, los artistas se mantuvieron activos incursionando con nuevas herramientas tecnológicas o adaptándose a los cambios. ¿Qué pensás de esa necesidad, que aún con limitaciones, parece a prueba de cualquier adversidad?
Es justamente una necesidad. Lo ví en Hawai, donde estuve 110 días durante la pandemia. Al principio no se podía bajar a la playa. Cerraron la isla de Maui y con mi mujer fuimos de los últimos en entrar. Después se pudo ir con barbijo, sin sentarse ni tirarse en la arena, después se puso ir a bares y restaurantes en la vereda y después habilitaron todo y se llenó de turistas. Pero lo viví y lo sentí: los artistas estuvieron más de 17 meses sin lugares para actuar y entonces artistas de primera línea como Lukas Nelson, hijo de Willie Nelson y de quien me hice amigo, iban con la guitarra a la playa y veían que había gente en una sombrilla y se ponían a tocar. Necesitaban expresarse. Y hablo de Lukas Nelson que ganó cinco Grammys y que no necesita tocar la guitarra porque se acaba de comprar una mansión de 10 millones de dólares. Pasa por una necesidad de expresión del artista y de las personas. Si bien la pandemia tiene todo en contra, en cierta forma, gracias a la pandemia pude conocer a estos artistas, con ganas de cantar y tocar y hacer amigos. De hecho ahí hice un streaming en el cual me acompañó Lukas Nelson.
En 60 años de carrera, ¿cuáles fueron los episodios que te marcaron?
Mi vida fue como una vida de película o de novela. Escribo muchas anécdotas personales en mi Facebook y si no las leyese, no las creería. A nivel artístico, una muy importante fue darle la mano a Sinatra cuando vino a actuar a Buenos Aires. Saludó a uno por uno de los casi 100 mozos y mozas que estaban en fila y cuando llegó a donde estaba yo con mi hermano Alex que era el gerente artístico del Sheraton, me dio la mano y de ahí salió al escenario.
¿Quién fue tu mayor referente o al músico que más admirás?
He admirado a muchos, pero como a mi viejo, Don Dean, ninguno. El dirigía la banda de la Universidad de California y tenía un grupo de músicos con los que tocaba en salones de baile de Los Angeles en los años 30. Le ofrecieron hacer una gira por Sudamérica con 12 músicos, recorrieron las principales capitales hasta llegar a Buenos Aires. Acá la conoció a mi madre, tocaba todas las noches en el Alvear y ahí se conocieron la primera noche que actuó. Le dedicó la canción “Bailando en el Alvear” que es un poco mi himno de cuna. Se quedó en Buenos Aires porque decía que Argentina era la tierra del futuro.
¿Cómo ves la industria hoy?
Es un cambio radical. Hoy lo digital nos ha invadido y vivimos a través de eso porque es imposible no hacerlo. Estoy estudiando porque a la industria no la sabría definir porque la industria discográfica que conocí, con las producciones propias y los grandes estudios, eso ya no existe. Hoy son más producciones independientes que logran alianzas con grandes cadenas de distribución generalmente online y ya no se mide por cuántos discos vendiste sino por cuántos likes o entradas tenés en Spotify o YouTube. Es otro mundo. Antes sabías cuántos discos vendías, ahora Nicki Nicole tiene millones de likes con cada una de sus canciones y verdaderamente no sé qué representa eso, pero debe ser algo muy importante. Pero sé que hay algo dando vueltas y que es importante conocerlo.