Tengo la sensación de que mi situación actual no solo depende de una visión regresiva, sino de una actitud represiva por parte de un sistema dirigencial que pone en la mira sus propios intereses y no el mejoramiento de la salud de alguien como yo. En estos últimos meses he luchado por mi vida y por mi vista, pero evidentemente la voz de un juez, que debería entenderse como dominante y determinante, un grupo de poder la ha pasado por encima como si fuera silencio, o ruido, que en este caso es lo mismo. ¿Qué estoy reclamando? Que respeten mi derecho a la salud e integridad física, que mi obra social (Consejo Profesional de Ciencias Económicas Cámara 1 de Santa Fe) cumpla una resolución judicial en tiempo y forma. No estoy pidiendo que me regalen nada. Estoy pidiendo que se cumpla lo que es justo, porque de la justicia depende mi situación. No creo que tenga mucho para decir. Creo que el juez ya ha hablado por mí. Pero si quiero destacar que el doctor Miguel Garrote, uno de los especialistas del caso, neurocirujano por excelencia de Rosario, y la doctora Berta Roth, directora del área de Terapia Radiante y Diagnóstico por Imágenes del Instituto de Oncología Roffo (Universidad de Buenos Aires), han depositado su confianza, sapiencia y compromiso en que la situación que atravieso requiere de una intervención inmediata en lugar y tiempo acordados. ¿Qué es lo que ocurre? ¿No me creen? ¿Quieren saber lo que es levantarse por la mañana sin la esperanza de distinguir las formas y los colores que apenas pude vislumbrar el día anterior? ¿Tengo que volverme ciego para que hagan algo? ¿Quieren arruinar una vida para probar que los mecanismos que ustedes “obra social” crean para sumar deterioro a las vidas que ponen a su disposición? Ya no estoy luchando. Hay una decisión del juez que tuvo la necesidad de fallar a favor de mis ojos, que son mi necesidad. Pero no se confundan, no les estoy pidiendo una mirada nueva (los ojos no se regalan y lo que yo miro no es lo que ustedes ven), estoy pidiendo que no estorben a mi esperanza en poder encontrar a alguien competente que detenga el deterioro progresivo de mi visión, que ya es baja, que a veces se nubla y otras es nula. No estoy pidiendo mucho: no jueguen con las oportunidades que otorga la ciencia y el progreso. Pues la ciencia, en mi caso, está en Alemania (Universidad de Heidelberg). La tecnología de avanzada, mi posibilidad de hoy esta allá, a miles de kilómetros, por eso no interrumpan mi esperanza, no dilaten mi espera, tampoco lo hagan con la esperanza de los científicos que han puesto en un caso de extrema gravedad como es el mío. Estoy indignado por el hecho de ser afiliado de una “obra social” que actúa por capricho. ¿Y cómo puedo entender yo los caprichos? No los entiendo (pues por algo son caprichos), pero sí entiendo las nefastas consecuencias, sí entiendo los perjuicios que he recibido en los últimos meses. ¿No debería acaso comportarse como un ente preventivo respecto de la salud? “Prevenir antes que curar”, reza el dicho. Por desgracia mi obra social no cumple ninguna. Que alguien me explique si la salud debe ser controlada con arbitrariedad. Que alguien me explique si se puede curar sosteniendo medidas enfermas. Curemos las decisiones para poder curar a los pacientes “Prevenir y curar”, debería ser el dicho. O También si se me permite “Cumplir… para curar”.
Vicente Isidori
DNI 31.246.449