La semana pasada viajé a Nueva York para asistir a un congreso. Conocí una ciudad sorprendente, ordenada, respetuosa del ser humano. Todos hacen lo que tienen que hacer. Y me llamó la atención la seguridad de transitar sus calles a cualquier hora. Conversando con ellos, saltó la experiencia que tuvieron con el alcalde Giuliano, que bajó drásticamente los índices de criminalidad con doce medidas que podrían aplicarse en Argentina tranquilamente. Por eso les pido a nuestros dirigentes que copien, sin vergüenza, dichas medidas. Además, creo, los legisladores deberían promulgar leyes ante esta emergencia. Es muy común cuando uno lee en el diario los antecedentes de un delincuente detenido o abatido comprobar una larga lista de delitos y ese individuo está en las calles, libre. Es lógico que si quieren, pueden. A mí, siendo médico, se me ocurren algunas ideas, prevención y combate frontal contra lo sucedido. Sin dudas, las medidas sociales deben aplicarse para el futuro. Pero hoy están muriendo de ambos lados. Muertes injustas la mayoría de las veces. Es hora de declarar una emergencia nacional en pro de la seguridad de todos los ciudadanos. Pero además, cada uno de nosotros debería respetar las leyes y reglamentos. No estacionar en doble fila, dar prioridad al peatón en las esquinas. No pasar semáforos en rojo. Respetar los límites de velocidad. La hora es ya. No seguir asistiendo a esta masacre y a esta disminución de la calidad de vida.