Hay un cambio de coordenadas para Rosario Central. Nada que implique un golpe de timón ni nada que se le parezca. Con un equipo invicto y habiendo sumado 17 de los 21 puntos en disputa hay un escasísimo margen (por no decir nulo) en esto de pensar que el técnico y los jugadores deben pararse ante un cuadro de situación con características adversas, amén de las prácticas habituales de fortalecimiento de las cosas buenas y corrección de aspectos negativos que todo equipo tiene, por más bueno que sea el tránsito en cualquier competencia. Sí, hoy hay otra realidad. Y tiene que ver no sólo con que el Canalla ya no es el que gobierna el campeonato, sino que la desaceleración que tuvo en las últimas fechas hizo que se vea en la obligación de apretar nuevamente el acelerador. Hoy ya no mira a todos por el espejo retrovisor, sino que tiene competidores que lo han superado. Con ello habrá un nuevo comportamiento al cual hacerle frente, que tiene que ver con la inteligencia y la capacidad de reacción. Seguramente no será la única vez que deba hacerlo, pero este nuevo escenario puede resultar un termómetro ideal para medir el temple futbolístico y por qué no anímico.
Imaginar un arranque de un torneo es siempre un ejercicio que lleva consigo una alta cuota de especulación. Ni más ni menos que un juego en el que se entremezclan la confianza con los deseos. En Central seguramente se prestaron a ese juego y el extraordinario debut frente a Racing tendió una mano importante. Una especie de espaldarazo inconmensurable, precisamente porque se trataba del inicio de un nuevo ciclo (en todos los sentidos) y nada menos que ante el último campeón.
En ese mismo momento comenzó una faena altamente positiva. Porque con aciertos y errores, tal vez en la misma proporción, se le comenzó a dar vida a un camino ascendente, que contó con cuatro triunfos más de manera consecutiva (Tigre, Crucero del Norte, Olimpo y Temperley).
¿Qué hubo en el medio? La consolidación de una idea futbolística, pero sobre todo el fortalecimiento mental acerca de que aquel juego especulativo comenzaba a ganar casilleros. Y mientras eso sucedía, la placentera satisfacción de observar cómo los otros 29 equipos corrían la misma carrera por detrás de la línea del Canalla. Y cuando eso sucede suele pasar que el convencimiento se potencia. Tal vez en ese punto pudo haberse basado la corrección de algunos desperfectos que fueron rápidamente subsanados.
Lo de hoy es distinto. Por poco. Porque es apenas un punto lo que separa al equipo del Chacho Coudet del líder San Lorenzo. Pero es esa frialdad de los números lo que no deja margen para la discusión. Por eso la carrera es otra. O mejor dicho, tiene otros matices, que ameritan no ser livianamente relojeados sino tomados con la seriedad del caso.
Claro que marcar mojones demasiado pronunciados a esta altura del torneo sería cuanto menos un grave error. Es que con ese criterio ¿qué queda para aquellos que vienen mucho más atrás? Pero sí, para Central las próximas fechas pueden tomarse casi como una prueba de carácter. Y no en un sentido meramente caprichoso, sino por la buena consideración que hasta aquí supo ganarse por mérito propio.
Hay cuestiones futbolísticas que, incluso en los momentos de cosecha gruesa, no siempre alcanzaron a formar una coraza impenetrable a las críticas. Ahora la ecuación no cambia demasiado en ese sentido. No es que los últimos empates hayan abierto más grietas en ese caparazón. De hecho no existe el equipo perfecto e invulnerable. Y Central no es ninguna excepción a la regla.
No obstante, las premisas pasan a ser otras. Es que ya no hay una punta que defender, sino una búsqueda de las alternativas más propicias para alcanzar nuevamente esa punta que se dejó en manos de otro equipo. Una campaña con una efectividad del 80 por ciento como viene protagonizando Central (ya con siete fechas sobre el lomo, claro) no es cosa de todos los días. Por eso nunca está de más recalcar que lo hasta aquí transitado tiene un mérito más que importante, casi por encima de lo esperado. Y si bien aquel arranque frenético, con visos de protagonismo, hoy se mantiene, hay una nueva lectura que se impone.