El drama de las pintadas de fútbol que se esparcen por la ciudad sumó un nuevo capítulo, cuando personal de Alumbrado Público que estaba repintado las columnas vandalizadas con colores de Newell's sobre avenida 27 de Febrero, sufrió amenazas de presuntos integrantes de la barra leprosa y tuvo que retirarse del lugar. Ahora continuarán las tareas con custodia policial para no sufrir más episodios de estas características.
La "apretada", cometida por dos personas, sucedió el jueves de la semana pasada en España y 27 de Febrero y tuvo como víctimas a una cuadrilla del concesionario del mantenimiento del alumbrado callejero en esa zona de la ciudad, Mantelectric. Los trabajadores fueron enviados sin custodia, y en un momento aparecieron dos hombres que no muy amablemente les tiraron el balde de pintura y les dijeron que se retiren.
2.jpeg
Antes y después. Ya se pudo avanzar en la mayoría de los contenedores, paradas de transporte y cordones. Pero para pintar las columnas irán con policía.
La amenaza sucedió horas después de que en la puerta del estadio Coloso Marcelo Bielsa, a solo cuadras del lugar donde estaban realizando los trabajos de limpieza, asesinaran a un joven. El homicidio de Jimi Altamirano fue el miércoles por la noche y conmocionó a la ciudad, porque al parecer fue elegido como víctima al azar, solo para dar un mensaje en lo que parecería una interna de la barra. Incluso se sospecha que los tiradores lo hicieron subir al auto en 27 de Febrero.
Las tareas van a continuar, pero las autoridades están en diálogo con el Ministerio de Seguridad de la provincia para hacerlo con apoyo. Ya se pudo avanzar en la mayoría de los contenedores, paradas de transporte, cordones y faltarían las columnas sobre esa avenida. Pero la idea es que los miembros de la cuadrilla estén acompañados de uniformados para poder pintar con tranquilidad.
Sin control
Con la vuelta del fútbol argentino y el comienzo del campeonato de Primera División, se desmadró la competencia de pintadas de los hinchas de fútbol en Rosario. Desde hace unas dos semanas a esta parte, la competencia por inundar todo con los colores rojo, negro, azul y amarillo recrudeció violentamente y no perdona superficie alguna.
Se trata de un tema que comenzó como una anécdota folclórica del fanatismo que existe en Rosario, pero claramente se convirtió en una problemática que desde hace años está fuera de control, y que se termina encuadrando dentro de otros fenómenos, como la violencia urbana y la inseguridad que asolan la ciudad.
Lo cierto es quela última tanda de pintadas que han vandalizado todo el mobiliario urbano se extienden a otras zonas como Oroño desde bulevar Seguí hacia el sur, Presidente Perón del 5000 al 8100, barrio España y Hospitales, Pellegrini desde Rouillón hasta Francia, el viaducto Avellaneda y la Rambla Catalunya.
La postal en muchos lugares es desoladora: todos los contenedores de basura, las columnas, los semáforos, cordones, señalética y paradas de colectivo, cayeron bajo la brocha. Según informaron desde el municipio, los operativos que faltan van a planificarse con apoyo de la policía, pero se seguirá pintando sobre lo vandalizado.
El tema genera mucha suspicacia: la logística y el presupuesto de las pintadas tienen un volumen que despierta sospechas, y la magnitud de las tareas no permiten imaginar que puedan desarrollarse sin la anuencia, complicidad o pasividad de las fuerzas de seguridad. ¿Quién está financiando semejante cantidad de litros de pintura para hacer estos trabajos? ¿Quién tiene la logística de organizar y movilizar la cantidad de personas que se necesitan para hacer esto? Son algunas de las preguntas que se hacen desde organizaciones que defienden el espacio público.