Desde su primer corto, “Mirindas asesinas”, Alex de la Iglesia -el director vasco que devino visitante distinguido de Rosario cuando estuvo en la ciudad para grabar el documental sobre Lionel Messi- dio una muestra de lo que vendría con un relato sobre un psicópata que reacciona violentamente a las convenciones y no acepta respuestas obvias a sus preguntas directas.
Ese gusto por mezclar el submundo alucinado de lo cotidiano con el humor negro y el objetivo de poner a la sociedad bajo su microscopio de entomólogo, terminó de tomar forma en su primer largo, “Acción mutante”, película de 1993 con la que su nombre comenzó a sonar entre un segmento de cinéfilos que repararon en ese saludable aluvión de desmesura bizarra e incorrección política que contó con la bendición de El Deseo, la productora de Pedro Almodóvar.
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Alex de la Iglesia visitó Rosario en 2014 para grabar el documental sobre Lionel Messi. En esa ocasión sumó a su lista de 29 distinciones la de Visitante Distinguido.
En su meteórica y premiada carrera iniciada en 1993 -”Las Brujas de Zugarramurdi” ganó 8 premios Goya y “Balada Triste de Trompeta” obtuvo el León de Plata por mejor dirección y el premio al Mejor Guión en el Festival Internacional de Cine de Venecia, entre otros 29 galardones- el director dejó en claro que una auténtica película “De la Iglesia” es aquella en la que se sumerge en sus ideas y en la que desarrolla sus propias obsesiones sin respetar moldes. Como un forense implacable, De la Iglesia hace una autopsia de la sociedad y sus miserias y muestra sus conclusiones con una mueca grotesca. “Es esa sensación de que las cosas reales no tienen forma ni sentido”, definió en una entrevista el cineasta que estudió Filosofía y Teología.
Con “El día de la bestia”, con un sacerdote decidido a cometer tantos pecados como sea posible para evitar el nacimiento del anticristo, al cóctel inicial le sumó por primera vez la religión y sus suburbios que fueron apareciendo en algunas de sus siguientes obras en mayor o menos medida y bajo distintas apariencias. Luego vendría la multipremiada “Las brujas de Zugarramurdi” -escenario de uno de los procesos por brujería más célebres llevados a cabo por la Inquisición española en el siglo XV- y ahora con la serie “30 monedas” que involucra al mismísimo Vaticano en una intriga planetaria.
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De la Iglesia y el cantante Raphael, protagonista de "Mi gran noche".
En “Perdita Durango” se sumergió en la violencia pura y dura con resonancias del cine Clase B y de Robert Rodriguez, un sendero que continuó con “Muertos de risa”, protagonizada por dos humoristas rivales enfrentados a muerte por sus egos. El tema de los artistas en pugna por la gloria pasada es un tema que retomó en “800 balas”, sobre las carreras de actores reducidas a cenizas; en “Balada triste de trompeta”, uno de sus mejores trabajos ambientado en el ambiente circense, y en “Mi gran noche”, para la cual convocó a Raphael como protagonista.
De la Iglesia, que se inició como dibujante de historietas y es autor de la novela “Recuérdame que te odie” sobre la misteriosa desaparición de un dibujante de cómics emocionalmente desequilibrado, hace confluir nuevamente la violencia, la ironía y la crítica en “La comunidad”, con un grupo de personas aparentemente pacíficas y civilizadas pero trastornadas por la codicia. Volvió sobre el tema en “Crimen ferpecto”, en la que, otra vez, la ambición muestra que puede tomar caminos tragicómicos, y en “El bar”, en la que la paranoia se impone entre un grupo de clientes atrapados en un bar.
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Carmen Maura encabezó el elenco de "Las brujas de Zugarramurdi" que obtuvo ocho premios Goya.
En “Los crímenes de Oxford”, basada la novela del argentino Guillermo Martínez, se interna en una serie de asesinatos que tienen símbolos matemáticos como patrón, y vuelve a poner la lupa sobre las derivas de las relaciones sociales en su versión de “Perfectos desconocidos”. Aunque en estos dos últimos casos se trata de filmes formalmente impecables, se desvanece el sello “De la Iglesia”, marca de origen que le dio fama e identidad propia a su trabajo.
En su cinematografía aparece un documental por encargo basado en la vida de Lionel Messi que lo trajo a Rosario en 2014. De la Iglesia visitó a familiares de La Pulga y recorrió diversas locaciones, como la escuela donde cursó sus estudios primarios, instalaciones del club Newell’s Old Boys, el club Grandoli donde Messi jugó de niño y en el Fonavi de Grandoli y Gutiérrez donde se grabaron varias escenas. Fueron tres días de un caluroso mes de febrero en el que el director sumó a su lista de 29 distinciones la de Visitante Distinguido de Rosario.