El Frente de Todos (FdT) desanda una etapa de tensión, al tiempo que abre un debate intelectual entre la hoja de ruta del ministro de Economía nacional, Martín Guzmán, y la del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, de quien el primero fue crítico durante sus años como catedrático.
La interna entre Guzmán y el ala kirchnerista por la gestión tarifaria es muy antigua y precede incluso a la conformación del Frente de Todos: cuando el ahora ministro era un joven investigador de la Universidad de Columbia comenzó a exponer sus tesis contra lo que consideraba el principal problema de la política económica.
En 2016, cuando el gobierno de Mauricio Macri recién comenzaba, numerosos catedráticos e investigadores de la política económica brindaban exposiciones sobre los motivos por los cuales había terminado el ciclo de bonanza que había atravesado al gobierno de Néstor Kirchner y a buena parte del período de Cristina Fernández.
Entre esas disertaciones, en una charla debate de la que participó junto a Mario Rapoport y Noemi Brenta, un joven Guzmán aseguraba que, sobre el final del kirchnerismo, las cosas buenas realizadas en política económica habían quedado atrás, siendo especialmente crítico de los años en los que el ministro de Economía era Kicillof, justamente el economista favorito de Cristina.
Posición
El economista sintetizaba que, en la primera parte del kirchnerismo, cuando la capacidad instalada del país era muy baja, cualquier instrumento para catalizar la demanda era válido pero, con el correr de los años, cuando la economía se fue recuperando, era necesario “hilar fino”: elegir qué sectores potenciar y subsidiar.
Frente a eso, Guzmán percibía que en el último período de Cristina se había seguido un plan que, resumidamente, consistía en potenciar todo tipo de producción e inyectar permanentemente estímulos a la demanda, prescindiendo del hilado fino que él pregonaba.
La montaña de subsidios que generaba mantener las tarifas planchadas era para Guzmán uno de los principales elementos de desestabilización macroeconómica y el que él se propuso finalizar cuando asumió en Economía.
El ministro se cansa de pregonar puertas adentro de su espacio la importancia de tener las cuentas fiscales ordenadas y repite que “el equilibrio fiscal no es derecha”.
Sin embargo, por ahora chocó con una Cristina que pidió el alineamiento de las tarifas con los salarios, que en el presente están peor que cuando Alberto Fernández asumió, con un salario mínimo que araña desde abajo a la canasta de indigencia.
Señalado
Al ministro le suelen adjudicar en su plan económico varias recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y le inscriben su política tarifaria en orden con las máximas del organismo de crédito.
Pero Guzmán asegura que quiere equilibrio fiscal y tarifas ordenadas y no el FMI ni ningún organismo de crédito internacional.
Por ahora, la disputa que se libra para Guzmán es cuesta arriba, porque el ideario económico de Kicillof tiene el respaldo de Cristina, que siempre suele repartir elogios para quien fuere su ministro de Economía y hoy gobierna Buenos Aires.
Una encrucijada para el funcionario
La disputa sobre las tarifas de luz y gas pusieron al ministro de Economía nacional, Martín Guzmán, frente a una encrucijada, en un año en el que su necesidad de reducir el gasto público se da de bruces con la urgencia política del oficialismo de cumplir un buen papel en las próximas elecciones legislativas. Es que el funcionario necesita dar señales a los agentes económicos y al Fondo Monetario Internacional (FMI) de que la Argentina está decidida a iniciar un camino de reducción del gasto público.