Hubo un tiempo en el que el dinero no existía. Los mercadillos o ferias eran espacios donde las personas iban con algo que para ellos tenía un cierto valor y trataban de cambiarlo por algún producto que tuviera una cierta equivalencia.
Hubo un tiempo en el que el dinero no existía. Los mercadillos o ferias eran espacios donde las personas iban con algo que para ellos tenía un cierto valor y trataban de cambiarlo por algún producto que tuviera una cierta equivalencia.
El mercado era bastante anárquico, porque los valores no estaban regulados y un caballo podía equivaler a dos docenas de huevos. Todo se basaba en la oferta y la demanda, pero sobre todo en la necesidad que cada uno tenía de obtener tal o cual producto y qué tipo de beneficios les podría acarrear en el futuro.
Tal es así, que, por ejemplo, una vaca tenía un valor importante, porque era la proveedora de dar leche hasta que su cuerpo lo disponga. En el mercado de aquellos tiempos, había visión de futuro sobre las primeras necesidades de las familias: el alimento.
Por lo general, se dice que toda moda vuelve. Sin embargo, la moda del truque, que fue "una de las formas en la que intentó sobrevivir la Argentina del 2001 en los barrios más vulnerables", según contó a La Capital uno de los referentes de la feria Homero Manzi, Ramón Saucedo, hoy vuelve a tomar fuerza y a colarse en las distintas ferias que hay en Rosario.
Está claro que no se trata de una "moda" simpática ni mucho menos, sino de un mecanismo de supervivencia para surfear lo mejor que se puede la crisis que, golpea, sobre todo a los sectores más marginados.
Nueva economía popular
Con la fuerte caída en el consumo, la potente pérdida del poder adquisitivo y el estrepitoso desplome de las changas, cada vez más familias se vuelcan a uno de los modelos económicos más antiguos del mundo como lo es el comercio.
En la feria más conocida de Rosario, Homero Manzi, por ejemplo, la Municipalidad intentó regularla con una suerte de cartón que habilita a instalar un stand, "pero no se controla mucho y vemos que los puestos están aumentando, básicamente por necesidad", señaló Saucedo.
Pero más allá del auge de las ferias en distintas zonas de Rosario, lo que más llamó la atención de la referente barrial de Movimiento Evita, Alejandra Fedele, es que "en las ferias se están realizando trueques". La ecuación es entendible: "Como la gente no tiene dinero, trata de cambiar alguna ropa o lo que tengan por alimentos, principalmente", contó. No es una práctica muy extendida, pero "está pasando".
El trueque es un secreto a voces. Por lo bajo, en distintos espacios feriales, afirman que sucede, pero nadie quiere señalar a los que lo están ejecutando. "No es grato para nadie tener que hacer esto, pero cuando uno tiene que parar la olla cualquier alternativa es válida", razonó Ramon Saucedo.
¿Pero cómo saber la equivalencia de los productos en un trueque? A diferencia de cuando no existía el dinero, hoy se tiene un relativo conocimiento de qué precio tiene un buzo, un par de medias o una remera, del mismo modo que se sabe cuánto puede costar un litro de leche, media docena de huevos o un kilo de papas.
Mariela Sorrento no sabe leer ni escribir, pero entiende a la perfección que si lleva alguna prenda a la feria en Ludueña podrá cambiarla por algún alimento.
"La gente lleva cosas de su casa que no usa o que no necesita tanto y las canjea por comida", relató a La Capital. Tiene en claro que "la cosa está muy mal, no hay trabajo y la gente hace lo que puede".
El hecho de que el empleo sigue cayendo y el faltante de dinero en los bolsillos, plantea la disyuntiva de qué hacer para poder llevar un plato de comida a la mesa.
El trueque es una de las modalidades que se adaptan a un sistema colapsado y que no da tregua. "Hay muchas familias que tienen que alimentar a sus hijos y que lo que priorizan en las ferias son los alimentos, antes que cualquier otra cosa", expresó Gladys, de la feria Homero Manzi.
Más que un club
"Cambio x Mercadería Todas Unidas", es un grupo cerrado de Facebook que se creó para generar trueques por alimentos. La organización comenzó hace un año con cinco personas y hoy aglutina alrededor de 29 mil mujeres interesadas en formar parte de los intercambios.
La modalidad que nació en San Miguel, provincia de Buenos Aires, se trasladó a distintas ciudades del país, entre ellas Santa Fe.
¿Cómo funciona? Sencillamente se intercambia mercadería por la red social Facebook y luego se produce un encuentro y se entrega lo pactado y se lleva lo elegido o pedido.
"Intercambiamos ropa usada o mercadería, no es una actividad que fomenta el lucro. Acá no hay intercambio por dinero, ni por cigarrillos, ni bebidas alcohólicas, ni carne o medicamentos", contó a La Capital una de las creadoras de la movida, Alejandra Aguirre.
La idea surgió por "la fuerte crisis económica que estamos viviendo como país y raíz de esto decidimos organizarnos para tratar de sacar nuestras familias adelante", relató.
"En el grupo de Facebook hay varias reglas que seguir para poder llevar adelante el truque sin ningún tipo de inconveniente y con ciertos requisitos de lo que se pretende cambiar, porque la idea es que lo antes uno regalaba en buen estado hoy se pueda cambiar por mercadería que necesiten", aclaró Aguirre.
La modalidad que comenzó con algunas mamás, actualmente tiene miles de miembros y se expande por distintas provincias que van copiando la organización, de modo de ir instalando el trueque en distintas zonas e ir aplicando este nuevo método de economía popular.
Los días, horarios y lugares de cambio de organizan por la red social y van "todas mujeres identificadas con un cartelito, cada una retira lo suyo y finaliza; obviamente no se maneja dinero".
"También tenemos reglas a seguir y no admitimos los plantones o que alguien se compromete a llevar algo y no lo haga. Cuando pasa eso, sancionamos, porque es una falta de respeto", señaló.