"La mayoría de los países emergentes está tocando el piso y empezando a
recuperarse de la crisis financiera internacional a partir del segundo semestre, pero en la
Argentina todavía hay un viento en contra que viene de factores domésticos vinculados a la política
y también al tema social y la inflación". Así lo señaló el economista del Banco Ciudad de Buenos
Aires Luciano Laspina, quien disertó en el Congreso de Economía Provincial organizado por la
Fundación Libertad. Al analizar las perspectivas de la economía para 2010, advirtió que la
reactivación será tranquila porque "la tasa de inversión va a ser lenta, lo que implica que la
creación de empleo va a ser débil y, por tanto, la expansión del consumo no será robusta",
dijo.
—¿Cuáles son las perspectivas para la economía local en 2010?
—De los factores que dieron origen a la recesión argentina, el impacto de
la crisis global y la sequía que afectó duramente al sector agrícola, se presentan con chances de
moderación. La mayoría de los países emergentes está tocando piso y empezando a recuperarse a
partir del segundo semestre, los precios de los productos agropecuarios han tenido una
significativa recuperación y se espera que las perspectivas para la cosecha del próximo año sean
buenas. Esto pone un piso a la caída del nivel de actividad, pero todavía hay un viento en contra
que viene de factores domésticos que tienen que ver con la política, la incertidumbre fiscal y
también el tema social y la inflación. Son los temas que veo con mayor preocupación para el próximo
año porque van a mantener detenida la tasa de inversión, y esto implica que la creación de empleo
va a ser débil y que por tanto la expansión del consumo no será robusta, en un ambiente donde el
tema del desempleo sigue estando presente y es la preocupación de la gente.
—¿Qué se puede hacer para favorecer la recuperación?
—Veo pocas posibilidades de recrear un boom inversor en el actual clima de
incertidumbre fiscal, social y política. Tenemos una dura transición hasta 2011, con un gobierno
que creó un sistema de partido parlamentarista siendo un gobierno presidencialista y eso crea todo
un desafío de cara al próximo año, donde la composición del Congreso va a ser otra. Resolver esa
transición va a ser complicado y no veo que eso genere el nivel de inversión necesario para salir
rápidamente. No digo que no haya recuperación, no veo una recuperación robusta que se sienta en la
sensación térmica de la gente.
—¿Cuáles son las claves para equilibrar la economía?
—El gobierno trabaja con una doble agenda económica. Por un lado, la
financiera del ministro de Economía, Amado Boudou, y por otro lado la del ex presidente Néstor
Kirchner, que traza una profundización bastante fuerte de los líneamientos generales del modelo.
Eso genera una suerte de dualidad. La normalización financiera permitiría al gobierno resolver el
tema del acceso a los mercados y uno de los principales problemas que tiene, que es el
financiamiento. El problema es que eso hace cortocircuito con el resto de la agenda, con fuerte
presión tributaria particularmente en el sector agrícola, gasto público elevado y cierto sesgo
inflacionario.
—¿Es auspicioso para el país arreglar con el Club de París y los holdouts?
—Es una decisión que está del lado de la Argentina. La voluntad política
del G-20 y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para normalizar la relación con la Argentina es
total. Así que depende del gobierno nacional. No tiene costos políticos relevantes, y no creo que
haya plata fresca en juego. Eso explica por qué hay voluntad política de arreglar. Se quiere
normalizar la situación de un miembro activo del G-20 que hoy no cumple con las reglas de juego que
el FMI tiene con sus miembros. La idea del Fondo y del propio gobierno es que con esa normalización
de la relación con la comunidad financiera, incluyendo el Club de París y los holdouts, Argentina
pueda reacceder a los mercados. La perspectiva es que lo pueda hacer porque los mercados están
dispuestos a prestarle a un país como Argentina, que tiene una situación de endeudamiento
relativamente administrable. El ratio de deuda - PIB en Argentina hoy es aproximadamente de 45
puntos del producto, de los cuales 15 son deuda del sector público y 5 son con organismos
internacionales, lo cual deja una deuda neta 25 puntos del producto y es sumamente administrable.
Esta va ser la gran herencia fiscal que el gobierno de Kirchner va a dejar para la próxima
administración y es una gran oportunidad porque permitiría con una administración ordenada despejar
uno de los principales problemas que jaqueó a la economía argentina, que es la dificultad fiscal y
el pago de su deuda.