Este lunes empezaron a correr las medidas que el Ministro de economía Sergio Massa diagramó para morigerar la inercia inflacionaria vigente, el golpe de efecto que significó el incremento mensual del 8,4% en el nivel general de precios para el mes de abril obliga al gobierno a profundizar sus políticas de control monetario y fiscal.
La delicada situación que enfrenta la economía argentina atravesada por la elevada inflación, la escasez de divisas y un acuerdo incumplible - pero en permanente negociación- con el Fondo Monetario Internacional (FMI) constituyen el terreno sobre el cual se erigen las ambiguas medidas Sergio Massa.
Compatibilizar el acuerdo con el FMI con la pelea descarnada que se le debe dar a la inflación, no es una tarea para nada sencilla y, ese intento de convergencia, es lo que empuja a la ambigüedad.
El set económico preparado durante el fin de semana gira se desarrolla sobre tres ejes fundamentales: elevar la tasa de interés, una intervención más agresiva en el mercado cambiario y una mayor fiscalización en la trazabilidad de los productos de consumo.
Nueva tasa de interés
Por tercera vez en el año, la tasa de interés sumará un nuevo aumentó al pasar del 91% al 97% . De esta manera, la tasa mensual del plazo fijo quedará en 8% y la tasa efectiva anual llegará al 152%. El objetivo primordial de la medida es la de absorber la máxima cantidad de pesos circulantes posibles y evitar que se destine a aumentar la presión sobre los dólares paralelos. Bajo la medida, los depósitos a plazo proporcionan una renta fenomenal, proporcionando, en casos de grandes depósitos - 1 millón de pesos - un interés mensual que equipara a un Salario Mínimo Vital y Móvil.
Ahora bien, si por un lado la medida tiende a desinflar las presiones devaluatorias, por otro lado tiene a aumentar los costos financieros de las empresas, completamente trasladable a precios, y el costo del financiamiento personal para cualquier compra a plazo - con excepción del nuevo ahora 12 -.
Intervención en el mercado cambiario
Desde el gobierno dejaron en claro que el Bcra aplicará una administración del tipo de cambio más agresiva que la del pasado reciente, en consonancia con lo exigido por el FMI. Es decir, para el tipo de cambio oficial las microdevaluaciones que venía realizando periódicamente la autoridad monetaria quedarán en el pasado y la misma tenderá a realizar devaluaciones más profundas en caso de ser necesarias.
Ello conlleva dos cuestiones fundamentales, en primer lugar, queda latente que ante la posibilidad de una futura devaluación los tenedores de pesos elijan a guardarla desdeñando las nuevas tasas de interés - para que la nueva tasa funcione necesariamente debe configurarse como un mejor negocio que tener dólares y ello no es posible si el tipo de cambio se mueve agresivamente -. En segundo término, la devaluación implica, necesariamente, mayores costos de importación de productos intermedios o finales que sin dudar las compañìas trasladarán a precios a no ser que la negociación de acuerdos comerciales con Brasil y China se profundice y permita desvincular todas las importaciones relevantes del dólar, cuestión no realizable en el corto plazo.
Mayor presencia en el mercado de productos
La suspensión temporal de las medidas antidumping vigentes tiene como objeto favorecer la importación de insumos para disuadir la formación de precios internos para aquellos productores o intermediarios que “ pescan en la pecera” de la economía local.
Según informó Télam, el Palacio de Hacienda indicó que esta decisión "tiene por objeto reducir el precio efectivo de las importaciones de ciertos insumos difundidos, fomentar la competencia en ramas altamente concentradas y disminuir los precios a lo largo de la cadena de valor"
Dentro del set de herramientas desplegadas, esta podría ser la medida de mayor impacto inmediato en el precio final de los productos. Al utilizar la apertura como un medio de control de precios internos permite dotar al gobierno de una mayor fuerza de negociación al momento de acordar precios. Pero la medida puede quedarse a mitad de camino ya que no engloba en sus parámetros bienes de consumo final directo que producirían un impacto real e inmediato en el bolsillo.
Esta suspensión debe ser temporal, de sostenerse en el tiempo corre el peligro de transformarse en una política aperturista que dañe el desarrollo de la industria local.
La coyuntura es delicada y el desfiladero por el que transita la economía Argentina es muy angosto. Si el acuerdo con el FMI arrojó al gobierno a este atolladero el tiempo para desprenderse del organismo se agotó. Sin reservas, la corrida cambiaria que significaría romper con el organismo pondría en peligro la estabilidad social de país pero el acatamiento a crítico de las exigencias del fondo llevan al mismo camino. Por consecuencia, la firmeza deberá primar en las nuevas negociaciones donde conciliar estabilidad con exigencias demandará una fina lectura del tiempo, la apliación correcta del pulso y, también, un poco de suerte.