Ni poco ni demasiado. Muchas voces vienen fatigando medios de comunicación, interpretando el voto del 13 de agosto. Quién ganó, quién perdió y por qué. El acto contra el ajuste económico, las reformas laboral y jubilatoria de la
CGT, la CTA y los movimientos sociales de ayer hizo, a su modo, un aporte ajustado a la interpretación real. Ya no desde las meras palabras.
Ningún gobierno que gane de manera concluyente una elección nacional recibe en las horas posteriores una movilización masiva, opositora, de trabajadores que rechazan su política económica y social. Y en contrario, si Cambiemos expresara a un gobierno claramente derrotado en las urnas por sus políticas económicas y sociales, hubiera sufrido una protesta gigantesca, decisiva; un ultimátum. No fue lo que ocurrió ayer en la Plaza de Mayo.
Juan Carlos Schmid terminó su discurso con la expresión "paro general"; lo dijo fuerte, con la boca llena, ante varias decenas de miles de manifestantes. Tamaño grito no había sucedido antes, en el último año y medio; ni aun cuando el paro general contra las políticas del gobierno macrista se concretó.
La paradoja fue que ayer Schmid no tuvo frente de si a cerca de 200 mil personas, como sucedió en la anterior gran movilización cegetista, la que terminó con el mítico atril derrapado por el escenario, y el cantito "poné la fecha la p?".
Con todo, ayer tampoco se le puso fecha a ningún paro, pero se anticipó que un Confederal de la CGT lo determinará el próximo 25 de septiembre. Hasta entonces, una eternidad. Solo algún clarividente podría predecir dónde y cómo estará la Argentina, y los trabajadores.
La CGT que fue a la marcha, de manera inexorable, muestra un camino irreconciliable con otro sector cegetista, ya jugado con el macrismo. Las 62 Organizaciones, que se sacó una foto con el ministro Jorge Triaca justo cuando el acto tomaba color en la plaza. Pero Schmid y camioneros no estuvieron solos, hubo una fuerte presencia de la Uocra y de UPCN, otro gigante sindical. Aunque hubo muchos gremios que se quedaron mirando, y esperan. Que no estuvieron con Triaca, pero tampoco en la plaza.
Y la CTA, cercana al kirchnerismo, que movió mucha gente; pero se quedó estacionada a prudente distancia del palco. "No quisimos subir (al palco) para evitar cualquier malentendido con la interna de la CGT", comentó, con palabras no tan diplomáticas, un dirigente encumbrado de la CTA a este cronista.
También fueron gestores del acto de ayer los gremios donde hace pie la izquierda de inspiración trotskista; se tuvieron que ir casi antes de llegar, y con previsibles críticas. "Es una vergüenza, hablaron diez minutos, y antes de las tres de la tarde terminaron el acto", se quejó Nicolás del Caño. El anuncio de un Confederal tiene gusto a poco, o a nada, para esa izquierda.
Al cabo, todo sigue abierto; gobierno, CGT, oposición kirchnerista y no kirchnerista cerraron la jornada en un empate clavado. Pero llegará un momento donde se abrirá el arco y empezarán los goles.