Por Rubén Echagüe
(Hoy por ser Nochebuena la
Bondad se despertó, pero como
lo haría una Blancanieves
envuelta en telarañas,
bostezó con fastidio y retornó
a su letargo milenario).
Felicidad que el calendario del
papa Gregorio nos manda
disfrutar cada 24 de diciembre…
Felicidad redactada en cursiva
inglesa, y teñida de
fementida purpurina dorada…
Felicidad comprada con tarjeta de
crédito, en doce cuotas sin recargo.
Felicidad de prender y apagar,
que en unos días más volverá a su
ostracismo sórdido,
en lo más profundo del ropero:
¡Hasta la Nochebuena que viene!
Desde el revés del universo llega una orden
apenas susurrada, que
impacienta a las tinajas de piedra.
La fórmula “hidrógeno dos oxígeno” ha sido
dejada en suspenso,
o tachada con un marcador celeste.
¡Sorpresa y conmoción nunca vistas en la
antigua neutralidad del agua!
De aplacar la sed del peregrino… a regalar
el paladar del sibarita…
De regar gargantas resecas… a fraguar
dolorosos paraísos artificiales…
(Y Juan, apuntándolo todo en su Evangelio).