Para sorpresa de los parroquianos que habitualmente acudían a cortar la jornada laboral con un menú ejecutivo en el Bar Almendra, se encontraron con las persianas bajas y una singular imagen detrás del vidrio. La mayoría de los utensilios que se usaban para atender al público, hoy tienen precio para su venta, en una clara postal de la crisis en la que se sumergió el sector gastronómico. Sin embargo, para las dos empleadas que allí se desempeñaban el cierre sorpresivo no se explica por efecto exclusivo de la pandemia. "La situación laboral es indefinida, porque no las echaron sino que les avisaron que el local cerraba sus puertas. Nos las despidieron, y que no se confundan que esto es por la pandemia. Están vendiendo todo, es una locura", indicaron allegadas a las dos trabajadoras a las cuales se les adeudaría parte de sus haberes y tampoco se les envió el telegrama de despido correspondiente.
Las empleadas solo cobraron el ATP correspondiente a abril y mayo, pero le adeudan una parte del resto de los haberes hasta la fecha, según indicaron personas cercanas a las empleadas que hoy estaban muy angustiadas por la situación.
La imagen de los elementos de cocina con cartelitos verdes con el precio provocó la sorpresa de los transeúntes y la nariz sobre el vidrio de los curiosos, ávidos por saber a cuánto se vendía el salero, los condimenteros o simplemente el juego de cubiertos.
Así, el local permaneció enmudecido durante todo el día, en una postal muy distinta a la prepandemia, donde tanto los empleados de una compañía aseguradora de las inmediaciones como muchos de los empleados y jerárquicos del Concejo Municipal iban allí a desayunar, almorzar o merendar.
Las últimas publicaciones en su cuenta de Instagram ofrecía barbijos a 200 pesos, además de los posteos anteriores con una variada oferta del café de la mañana, medialunas, licuados, café con leche, menú ejecutivo, para llevar, ensaladas. Hoy la realidad de la pandemia parece haber sido la razón por la cual la esquina está inmovilizada. Sin embargo, la historia lleva implícita un reclamo laboral que aún está inconcluso.
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Además del conflicto laboral, lo que puede verse es una postal más de una Rosario impactada por la crisis.Hoy asoma entre el vidrio detrás de la persiana una oferta de saldos de cubiertos, utensilios y enseres que habla de la actual situación. La mesa redonda se vendía a 3 mil pesos, 27 juegos de cubiertos a 4.500 pesos, una alacena con cajones a 3.500 pesos, las paneras a 50 pesos cada una y hasta el condimentero de aceite, sal, pimienta y vinagre a 350