Hace ya catorce años, el 4 de abril de 2007, la docencia de Neuquén estaba protagonizando un largo conflicto. Los reclamos eran los de siempre: salarios, condiciones de trabajo, mejora en los edificios escolares. El gobernador era Jorge Sobisch; dirigente del ala “dura” del Movimiento Popular Neuquino había lanzado su candidatura presidencial para las elecciones nacionales que se harían en la segunda mitad del año.
Ante la negativa de las autoridades de siquiera abrir una mesa de negociación la asamblea del gremio docente, ATEN, resolvió un corte en la ruta 22 cerca de la localidad de Arroyito. Decenas y decenas de maestros y profesores fueron llegando en autos, en combis, en colectivos. Empezaron a ubicarse sobre la ruta pero rápidamente se vieron intimidados por un inmenso despliegue policial. Con cascos, con chalecos, con escudos, con armas, con cargos hidrantes cientos de policías empezaron a avanzar. Los huelguistas se replegaron, se subían a los vehículos o caminaban por un costado de la ruta hacia una estación de servicio cercana. Carlos Fuentealba ayudaba a los más rezagados; con la policía disparando a sus espaldas fue el último en subirse al último auto, un Fiat 147. A escasos metros del auto el cabo Darío Poblete disparó su arma; el proyectil atravesó la luneta del vehículo y penetró en el cuello del docente hiriéndolo mortalmente.
¿Quién era Carlos Fuentealba?
Carlos era un joven docente de la ciudad de Neuquén. Tenía 40 años y dos hijas, de 10 y de 14. De origen humilde había estudiado el profesorado de química mientras realizaba distintos trabajos, entre ellos en el sindicato de la construcción. Daba clases en el Centro Provincial de Enseñanza Media (CPEM) n.º 69 del barrio Cuenca XV, uno de los más pobres del oeste de la ciudad. Muy querido por sus estudiantes, el año anterior había sido honrado con la distinción de “Rey del colegio” como mejor profesor.
Carlos era un militante político que luchaba contra las injusticias y apostaba a la transformación social. Entendía que las escuelas eran un lugar fundamental en esa apuesta. Delegado gremial, no estuvo de acuerdo con la decisión del corte de ruta pero nunca dudó en sumarse a lo resuelto por la mayoría y en hacerlo con el compromiso de siempre.
El asesinato de Carlos generó una tremenda conmoción y acciones en todo el país. El 9 de abril, luego de la Semana Santa, la docencia nacional protagonizó un masivo paro convocado por la Ctera y se movilizó repudiando el crimen y exigiendo justicia. En Rosario cuadras y cuadras de docentes, estudiantes y trabajadores de otros gremios llegamos hasta la Plaza San Martín en la movilización más imponente en décadas convocada por Amsafe. “Las tizas no se manchan de sangre” fue el grito de indignación que atravesó toda la geografía nacional.
En Neuquén la crisis fue muy profunda y la Justicia se vio obligada a avanzar. Pero, como pasa siempre, lo hizo a las órdenes del poder político. La causa iniciada se dividió en dos. “Fuentealba uno” se llamó la que investigó a los responsables materiales y terminó con la condena a Darío Poblete. “Fuentealba dos”, la que debía investigar las responsabilidades de Jorge Sobisch; esta causa nunca avanzó hasta finalmente prescribir por el simple paso de los años garantizando la impunidad de los poderosos.
El pasado 25 de marzo, al día siguiente de que se recordara el Golpe del ‘76, el Concejo Municipal dispuso, a pedido de la delegación local de Amsafe, que se llamará Maestro Fuentealba la calle donde está emplazada la sede del Ministerio de Educación en Rosario. Se trata de un acto de Memoria, de Verdad y de Justicia.
A catorce años de su asesinato Carlos sigue siendo una bandera para la docencia de todo el país. Porque hay miles de salarios docentes bajo la línea de la pobreza, por hay cientos de edificios en pésimas condiciones, porque el derecho a la educación sigue sin ser una realidad para muchos jóvenes de las barriadas más pobres de cualquier lugar del país.
Hacemos memoria porque seguimos reclamando justicia por Carlos y porque, como él, en las calles y en las aulas, apostamos a construir otro futuro.