Diego Velázquez: Es un alter ego del escritor creador de Santa Evita, un periodista que ha tenido acceso a Perón (al igual que Tomás) pero luego, nos tomamos la libertad de llevarlo por distintos lugares, y lo convertimos en una especie de periodista detective. Mi personaje, al principio no acepta la tarea de investigar qué pasó con el cuerpo de Eva, luego acepta, y finalmente se convierte en una obsesión.
Evita va tomando la vida del personaje, ¿se obsesiona?
DV: Cuando Mariano va descubriendo la trayectoria de ese cuerpo vejado, ultrajado, se involucra personalmente, lo atraviesa. Incluso más allá del ego de periodista. El cuerpo de Evita le va tomando la vida, y casi todo queda atrás, la familia, el trabajo. Mariano no es que se entera de toda la historia del cuerpo de Eva en un solo momento. Va por etapas, pequeños descubrimientos, que lo impulsan a seguir avanzando, buscando la verdad. Cuando la historia se le metió en la cabeza, ya no se puede escindir, ya tiene conocimiento, lo lleva dentro y no hay retorno. Va en busca de la verdad.
¿Cuál es el punto más alto del personaje?
DV: Cuando le es revelada la verdad, es una situación inesperada, y se produce un giro en la historia. Me sorprende el poder de la ficción que agregó Tomás Eloy a las verdades históricas. El éxito del libro radica en que muchas personas crean que hubo hechos alrededor del cuerpo de Eva que sucedieron, pero no sucedieron.
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Ernesto Alterio, junto a Natalia Oreiro, en el rol de Moori Koening.
Con tramos de hechos reales o no, ¿la pasión por Eva sigue vigente?
DV: El motor es la pasión, desde ya. Y la serie eso sí lo muestra. Los hombres atravesados por algún tipo de amor o de odio. El tema es que a veces los distintos personajes no saben muy bien qué hacer con eso. El cuerpo de Eva, a pesar de estar muerto, es una papa caliente. No saben si enterrarla o no, para que desaparezca; aunque hacerla desaparecer lo vuelve más presente que nunca.
¿Qué puede esperar el público de la serie “Santa Evita”?
DV: Un thriller, un policial, donde no se busca al asesino, porque no lo hay, sino que el misterio está en el cuerpo.
¿Cómo fue meterse en el cuerpo del militar que se “roba” el cuerpo de Evita?
Ernesto Alterio: Al Coronel Moori Koenig hay que ubicarlo en el tiempo histórico. Koenig es de lo más interesante que me ha tocado interpretar. En una primera instancia Perón lo promociona, lo convoca como edecán, y luego el personaje trabaja para los golpistas. Me resultó muy interesante el terreno donde colocó la pelota Tomás Eloy Martínez, porque la realidad y la ficción se van resignificando, retroalimentando.
El coronel, a medida que sigue el rastro del cuerpo de Eva, se atormenta, no puede manejar ya su vida, ¿por qué?
EA: Diría, más que atormentado, directamente un proceso psicótico. Alcohólico y rodeado de fantasmas. “Santa Evita”, el libro, cuenta la historia de una maldición para Koenig, de la que no podrá sustraerse. El militar es comisionado por Perón para ayudar a Evita en los momentos dramáticos de su vida, antes de morir; la detesta ideológicamente, pero quedará, luego de su muerte, dramáticamente obsesionado por ese cuerpo que lo acompañará toda su vida.
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Diego Velázquez, como el alter ego de Tomás Eloy Martínez.
Ya con Eva muerta, y el golpe del 55 consumado, los militares le dan a Koenig una tarea políticamente imposible, “desaparecer” a Evita, ¿por eso enloquece?
EA: Claro, los golpistas del 55 le dicen “conviértala en una muerta cualquiera”, le encomiendan algo que va contra cualquier lógica política y contra las leyes de Dios, un problema grave para un hombre de fe. En su delirio, Koenig, trastoca el rechazo en fascinación y luego en posesión del cuerpo muerto. “Es mía”, dice de alguien a quién no pudo nunca tener en vida, y que le daba miedo. En contraposición con Evita, que nunca tuvo miedo.
Le toca interpretar un militar obsesionado con el legado peronista, siendo que, en su vida real, y de niño (4 años), su padre (Héctor Alterio) tuvo que abandonar la Argentina y exiliarse en España, justamente amenazados por una organización paramilitar (la Triple A, Asociación Argentina Anticomunista), que actuó desde dentro y fuera del último tramo del gobierno de Isabel de López Rega, ya con Perón muerto.
EA: Y si, hay una cierta sincronía, porque López Rega tuvo mucho que ver con el devenir del cuerpo de Evita. Quiero decir, he tenido mucha suerte, porque los proyectos artísticos que me han tocado en la Argentina, me han permitido poner el cuerpo en las historias, un implicación emocional y física, y entender la historia del país, al cabo, mi propia historia. Estos trabajos me completan.
¿Entrar al cuerpo de un militar clásico, católico, antiperonista, de mediados del siglo XX, cómo le resultó?
EA: Muy atractivo, entender su estructura, su manera de pensar. Esos militares argentinos del siglo pasado fueron muy particulares. Y nunca una mujer los había desafiado tanto.
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El director Alejandro Maci
¿Y quién es Evita hoy en el mundo entero?
EA: La figura de Evita tiene resonancias muy poderosas en todo el mundo; produjo un estallido cuya luz todavía perdura, y su legado ha trascendido fronteras. Es cierto que fuera de la Argentina su figura está más ligada al musical que se hizo sobre ella, que a su carácter político. En algún lugar pulsa en la gente.
¿Mantiene pulso en nuestros días?
EA: Si, claro, tiene mucho que ver con los derechos de las mujeres que hoy avanzan en el mundo. Su aporte con el voto femenino, en 1951 fue determinante. Evita fue pionera, destrabó a una sociedad marcadamente patriarcal, y buscó una paridad de género cuando nadie hablaba de eso hace 70 años.
¿Alejandro, cómo es contar hoy a la Evita de hace 70 años, que a su vez fue contada en la “Santa Evita” literaria de hace 30 años?
Alejandro Maci: La investigación de Tomás Eloy es un episodio único de la historia argentina, que compromete a Eva en el sentido del thriller que desató la perversión por adueñarse de su cadáver. La novela construye un relato con elementos históricos pero también ficcionales que echan luz sobre algo macabro y magnético. La historia se escribió en los 90, sucedió en los 50, y mantiene un atractivo tremendo, hoy, en 2022, donde el mundo ha cambiado. La historia que escribió Tomás Eloy merece una relectura, han pasado décadas.
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La serie evoca los últimos días de Eva Perón y el destino de su cuerpo.
¿Y de qué nos habla el cuerpo de Evita hoy, tantas décadas después?
AM: Una historia tan perversa, respecto de la fetichización de un cuerpo muerto, embalsamado, de una mujer, podemos repensar a la mujer que ha obligado a poner al mundo en cuestión. Estamos en un cambio social, y los hemos tenido en cuenta a la hora de poner en escena hoy, este relato.
Desde principios de los 90, cuando se escribió “Santa Evita”, hasta hoy, han cambiado muchas cosas; entonces regía el indulto sobre los militares de los 70, y el peronismo parecía terminado y transitaba una experiencia política neoliberal. Pero 30 años después, los militares fueron juzgados, y el peronismo heredero de Evita retornó. ¿Qué lugar tiene esa circunstancia en la serie?
AM: No hablemos como si se tratara de la biografía de Evita, porque se trata de un relato ficcional. Hay elementos que hacen al caso, al cáncer, al cuerpo, al fetiche, y a la erotización de todo fetiche.
¿Cuál es el punto más alto de la serie?
AM: El vínculo de Eva con Moori Koenig, es extraordinario. Un personaje histórico, y a su vez, llevado a la ficción por Tomás Eloy Martínez.
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Darío Grandinetti y Natalia Oreiro como Juan Domingo Perón y Eva.
¿Koenig traiciona a Perón?
AM: Es verdad, pero hay una traición previa, que es a sí mismo. Convierte el amor en odio, se incorpora como un colaborador genial, la admira, funciona como equipo. Pero luego sucede algo que lo convertirá a él en un monstruo. A partir de ese hecho la vida del coronel ingresa en un derrotero vertiginoso y fatal.
¿Qué nos dice “Santa Evita” como sociedad, qué nos deja pensando?
AM: En una segunda lectura, nos interpela sobre cómo hemos funcionado con las mujeres. Evita representa la forma más elevada de la representación de la mujer en el poder, el cenit de la belleza. Porque Evita vive en una época de masculinidad apropiatoria.
#A70AñosDeLaMuerteDeEvaPerón