A nueve años del incendio que lo dejara inoperable el 10 de abril e 2007 y luego de una millonaria inversión en su reconstrucción casi total, el rompehielos Almirante Irízar estaría en condiciones técnicas de iniciar una etapa de prueba de máquinas y mecanismos, la que seguramente determinará la cantidad de ajustes finos que se deberán hacer antes de adentrarse en los mares antárticos.
La gestión que encabeza Jorge Arosa al frente del astillero estatal Tandanor se mostró optimista con la tarea que realizó la anterior conducción en manos de Mario Fadel.
Pero surgió un imprevisto: esta nave fundamental para la realización de las tradicionales campañas antárticas de verano se encuentra virtualmente "clavada" en el arenoso fondo del río desde hace al menos dos años. El buque tiene un calado mínimo de 7,5 metros (se entiende por calado la porción del casco de la nave que se encuentra sumergida) y resulta ser que en la actualidad la profundidad de la vía navegable en la zona está por debajo de la mínima necesaria para efectuar el movimiento del buque fuera del complejo industrial.
Ante esta situación, es imprescindible el dragado -la profundización del lecho del río- para que el buque no deba ser "arrastrado" con ayuda de remolcadores, al estar el casco apoyado en el fondo. Los buques son diseñados para estar a flote y un corrimiento de los mismos sin estar en esta condición puede originar averías de imprevisibles consecuencias.
Fuentes del Ministerio de Transporte estiman que el costo de la tarea de dragado ronda los 22 millones de pesos, pero -tal como lo hiciera público en una nota periodística recientemente el subsecretario de Puertos y Vías Navegables, Jorge Metz-- el estado de las dragas estatales hace imposible encarar la tarea con medios propios. Una de esas dragas se encuentra en reparaciones en el mismo astillero Tandanor.
Dado el monto de la tarea, hacerla mediante una contratación privada implica un proceso licitatorio que no bajará de los cuatro meses, lo que da por tierra con la pretensión original de mostrar al buque navegando en los próximos días.
Un equipo de trabajo integrado por personal dependiente de ambos ministerios (Defensa y Transporte) intenta encontrar una solución al problema, pero las alternativas no son muchas. "Sobra voluntad pero lo que falta es agua", alertan los involucrados en el tema.
"El trabajo está prácticamente terminado", señaló Mario Fadel, que fue presidente del Astillero Tandanor hasta la semana pasada. "Esto más que la reparación de un rompehielos, fue una reconstrucción y modernización para transformarlo en un barco multipropósito que además puede cumplir la función de un rompehielos, se amplió la capacidad de investigación científica con zonas de laboratorios que pasaron de tener 74 metros cuadrados a 415 metros cuadrados", explicó Fadel.
El nuevo Irízar. La cabina de mando ya tiene todos los instrumentos en funcionamiento, con varios sistemas adicionales de control para evitar la repetición del evento que destruyó el buque en 2012. Incluso se dotó al barco con una caja negra, similar a la utilizada en aviones, donde quedarán grabadas hasta las conversaciones en el puesto de mando.
Además del casco poco quedó del anterior Irízar, sólo se mantiene la vieja caja fuerte en el camarote del comandante y un horno de panificación. Entre las principales características del navío figuran:
- Se cambió la capacidad de alojamiento de 233 a 313 personas en 102 camarotes.
- De un laboratorio montado en una zona de carga se pasó a ocho sectores especialmente diseñados para trabajos científicos, con un gabinete meteorológico y otro hidrográfico, y salas de reuniones.
- Se incorporaron cuatro botes salvavidas con capacidad de transportar a 80 personas cada uno y otras cuatro balsas para 20 personas.
- Las bodegas pueden llevar hasta 384 barriles de 205 litros de combustible, 550 tubos de gas licuado y carga general en 1383 metros cuadrados, además de cámaras refrigerantes con capacidad de 120 metros cuadrados.
- Se modernizó el radar para las operaciones de dos helicópteros con la incorporación de sistemas provistos por Invap y Citedef.
"El costo final es de 120 millones de dólares, pero de ese monto sólo 47 millones de dólares fueron girados a empresas extranjeras, el resto quedó en el mercado local", indicó Fadel y agregó que Sudáfrica gastó más al comprar en 2012 un nuevo rompehielos y que Chile tiene presupuestado valores similares para reemplazar al suyo.