René Pérez Joglar, el ex cantante y compositor de la popular banda Calle 13, acaba de presentar el videoclip "Somos anormales", primer corte de difusión de un proyecto multimedial que lo llevó a recorrer durante dos años distintas regiones del mundo y que, bajo el nombre de "Residente", construye su "huella genética musical" a través de un documental, un libro de memorias y su primer álbum como solista, que se lanzará en marzo. Este particular video, grabado en Siberia, da por inaugurado el sendero en solitario que René _también conocido como Residente_ decidió caminar tras la separación de Calle 13, formación que compartió con su hermano Eduardo Cabra Martínez ("Visitante") durante once años, y con la que supo cultivar un gran éxito abrazado por letras combativas y cinco álbumes de estudio.
La idea de este proyecto, quizá el más ambicioso de la carrera del boricua hasta el momento, que abarca el universo musical pero que también se condimenta con escritos del viaje y un registro audiovisual, surgió cinco años atrás, luego de que el compositor se realizase una prueba de ADN a pedido de su compañero de trabajo con el fin de realizar un documental. Sin embargo, aquella primera idea, germinada en tiempos de Calle 13, no prosperó. Fue cuando René planificó sus primeros pasos como solista, después de la despedida oficial de la banda en los festejos de los Juegos Panamericanos de Toronto en 2015, que resolvió rescatar aquel viejo boceto y explorar nuevas sensibilidades.
"Necesitaba un elemento unificador que le diera sentido al trabajo, más allá del viaje en sí mismo, y me di cuenta de que la idea estaba frente a mi cara, entonces decidí hacer música basándome en la historia de mi ADN. La huella genética musical se convirtió en el concepto de mi proyecto y hacer esos sonidos accesibles, traducirlos para la gente que no estuviese acostumbrada, fue mi prioridad", contó René.
El músico retomó los resultados de su prueba de ADN, investigó sus orígenes y a partir de ese esquema comenzó a diagramar su genoma, mapa que lo condujo a distintas zonas de Siberia y de la región del Cáucaso, y a países como Georgia, China, Burkina Faso, Ghana, Níger, Serbia, España, Puerto Rico, Estados Unidos e Inglaterra. Como parte del proyecto, Residente anticipó algunos contenidos de Tuva (Siberia), Niger, Beijing y Ossetia (Cáucaso) en su página web —que propone como herramienta interactiva entre usuarios— con información histórica y de actualidad social, fotografías, videos de sus desembarcos y fragmentos de canciones.
"¿Por qué no agarro los porcentajes del análisis y empiezo a hacer música en esos lugares?", fue la pregunta que impulsó el proyecto de René, además del asombro por los resultados y vínculos genéticos que no imaginaba encontrar. "Lo primordial es que la música se base en algo que la convierta en un concepto, porque yo puedo hacer música y también puedo hacerme una prueba de ADN, pero tenía que encontrar algo más", agregó.
En esta experiencia, el boricua se introduce en el campo literario y suma a su álbum y a su registro audiovisual una suerte de diario de viaje en el que comparte relatos sobre sus letras. "Es algo que nunca hice —reveló—, porque es como enseñar tus propios trucos de magia. Este es un libro bastante personal en el que escribo mis procesos con las canciones, cómo llegué a tal palabra o qué me llevó a una oración", describió.
Además de músico y productor, René se vuelca a la dirección con el documental, que aún no tiene fecha de difusión en Latinoamérica, y con el video recién estrenado de "Somos anormales", que advierte escenas gráficas y explícitas, y que trata sobre el origen, la discriminación, la desigualdad y la lucha.
—¿Cómo fue el proceso compositivo de "Somos anormales"?
—Escribo pensando en imágenes. Soy más visual que otra cosa, por eso estudié arte, y para este video, cuando terminé la canción, ya sabía que imágenes quería usar. Lo hice pensando en la evolución de la humanidad, en lo que somos, cómo somos y cómo nos rasgamos las pieles por un objeto que todos queremos, cómo nos dividimos en grupos entre limpios y sucios, beneficiados y más perjudicados y cómo terminamos todos odiando.
—Después de dos años de viaje, ¿qué fue lo que más te llamó la atención?
—Todo me llamó la atención, cada país tiene tanta fuerza... Por ejemplo, en Siberia tuve mi momento de reflexión. Estuve casi tres semanas allá y algunas noches en el medio del bosque. Dormía en una carpa, totalmente abrigado, hacía un frío terrible, y aunque eso no es parte del documental porque mi interés es mostrar a la gente y a su música, para mí era muy importante entender que hacía allí. Me acuerdo que cuando te portabas mal en la escuela, te mandaban a un espacio alejado que llamaban Siberia, esa era mi única referencia del lugar. Fue impresionante escuchar cantar a la gente en cada destino y filmar toda la información que, aunque ya conocía, como el abuso de los países grandes hacia países débiles, es diferente. Cuando estás en esos sitios, como en Burkina Faso, y vivís que es el país más pobre del mundo y que el gobierno de Francia le quita el uranio, te afecta de otra manera. Viajé como lo hace cualquier persona, sin un gran equipo y sin seguridad, y me metí en lugares que fueron un poco peligrosos, pero no por la gente sino por la situación social y política. Para ir a Ossetia tuve que pedir un permiso en la embajada de Moscú, nadie va a un lugar que estuvo en guerra con Georgia y que todavía está destruido. Conocer a su gente, hacer música, grabar voces en una iglesia, todo ese tipo de situaciones fueron impresionantes. Algunas personas estaban destruidas por la guerra, pero aprenden a convivir con lo que tienen y no pierden las ganas.
—¿Cambió tu perspectiva sobre la realidad mundial después del viaje?
—No cambió mucho mi perspectiva, pero sí confirmé lo que ya sabía. Me di cuenta de que Puerto Rico, que es una colonia de EEUU, tiene mucho que ver con la historia de otros países. Pasa con Ossetia o con Puerto Rico, con otros países que son colonias aunque tienen su himno y su bandera. Hay algunos que son menos obvios pero que son igualmente colonia.
—¿Cómo ves la situación actual de Puerto Rico?
—Es la de siempre, es colonial, aunque la gente está despertando un poco más. Es incómodo lo que pasa, darte cuenta de que estas totalmente dominado, de que no tenés libertad. La asunción de Trump es difícil para muchas personas, la misma gente norteamericana que vive aquí no está contenta con ello porque no ganó por la mayoría. El lado positivo es que deja en evidencia que hay mucha gente que votó por él y que es muy racista, y hay que atender ese racismo.