No es sencillo encarar un “homenaje” musical en esta época sin sonar excesivamente nostálgico o sospechosamente oportunista. Y mucho menos en el ámbito del rock, donde de un tiempo a esta parte todo parece ser festejo de aniversario, recuerdos, obituarios y cita constante. Por eso, en ese contexto, un espectáculo como “Giros revisitado” brilla por su singularidad. El show comandado por Gonzalo Aloras se estrenó en Buenos Aires en abril pasado, en el marco de un ciclo organizado en el CCK, y después llegó a Rosario casi con la misma banda y las mismas características. Aloras se propuso recrear en vivo el disco de Fito Páez de 1985 lo más fielmente posible, a tal punto de rastrear a los músicos que participaron de ese álbum y los instrumentos originales que tocaron en aquella época. A priori esto puede sonar a un capricho de músico nerd o hiperdetallista, pero cuando uno está frente a “Giros revisitado” y experimenta las versiones de clásicos como “11 y 6” y “Cable a tierra” entiende con todos los sentidos algunas cuestiones que la razón no explica. En este espectáculo no hay simplemente un tributo al disco en sí (que es grandioso y se lo merece) o a la obra de Páez en los años 80 (la más oscura y densa, y la que lo convierte en una individualidad del rock argentino). Acá queda claro que la intención es rescatar y traer al presente: rescatar una época y una forma de crear y trabajar, rescatar a los músicos que están cuasi escondidos en los créditos de los álbumes y también a ciertas canciones brillantes que nunca fueron bises de recitales.