“La canción es una flecha, tiene que ir al centro sin que nada la distraiga”. La frase es de Héctor “Pichi” De Benedictis, músico por naturaleza, de esos artistas que no les importa el tema de moda o estar atento a lo que suena, simplemente compone y canta porque “es inevitable”.
Así lo dirá en una cálida charla con Escenario, mientras empuña su guitarra con la mirada hacia la nada desde el balcón de su departamento céntrico de avenida Pellegrini, haciendo como que no lo mira al fotógrafo de La Capital Leo Vincenti. Pero está atento a todo, como cuando se mete en las vísceras de cada una de sus canciones, las que hacía cuando era integrante de Canto Popular Rosario, de Acalanto o en su etapa solista.
Hoy, a las 19.30, Pichi de Benedictis hará un repaso de su carrera en el Espacio Cultural Universitario (ECU), San Martín 750, con entrada libre, que incluirá algunas canciones de su material “Seis citas sobre el amor y la existencia”, un homenaje a Fernando de la Riestra, y un set de canciones junto a Lautaro González de Cap, Emanuel Hernández, Guillermo Suleimen, Ezequiel Fructuoso, Francisco Miguel, Juli Suleimen y Kalén.
“Pero, ojo, no estoy presentando el disco”, aclara en referencia a “Sudaca”, el flamante material que tendrá su presentación oficial en sociedad el 10 de diciembre en el Galpón 15, y que ya está subido a las plataformas digitales. Ese disco, sentido, intenso y algo nostálgico, cuenta con el valioso aporte del laureado productor Franco Mascotti, quien lo cita como un “cómplice imprescindible” por su trabajo compartido en los arreglos, además de hacer la grabación y tocar guitarras, bajo, sintetizadores y programaciones.
“Sudaca” es el presente continuo de Pichi, el disco en donde habló muchas de las cosas que antes no se animaba a decir. ¿Por qué ahora? “Porque navegar es preciso”, respondió.
“Creo que «Sudaca» es el disco de un compositor. Sin dudas es el rol que más bien me cae. Y creo que un compositor (en relación a lo de la flecha) tiene que proteger a la canción de su propio ego, incluso también el del intérprete, el arreglador, el del instrumentista virtuoso y de otras amenazas. Porque cada uno de ellos tiene su propio «blanco»”, dijo un Pichi metafórico respecto del disco que tiene una ilustración de la artista rosarina radicada en Venecia, Carolina Raquel Antich.
El disco respira milonga y está atravesado por un pulso electrónico pero también por una chacarera trunca, la música africana y la india, el rock omnipresente y la canción como nave insignia. Son seis cuadros para decorar una casa sudaca: “Siempre que te digan nunca”, “La luna en Montevideo”, “Navegantes de agua dulce”, “Danza de los camalotes”, “Mis días como extranjero” y “Pañuelos”.
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La tapa de "Sudaca": una ilustración de Carolina Raquel Antich, artista rosarina residente en Venecia.
—¿Por qué sacar un disco titulado “Sudaca”, cuyo tema inicial tiene una frase tan significativa como: “Siempre que te digan nunca, nunca será para siempre”?
—Te devuelvo una frase que se me viene a la cabeza mientras vos me preguntás por qué, por qué , por qué. Y yo te digo: navegar es preciso (N de la R: en alusión al título de un tema de Caetano Veloso). Hacer música es una pulsión que uno siente desde que agarró por primera vez una guitarra, es inevitable, no puedo ir contra eso. Nunca dejé de hacerlo, sacar un disco es parte de la naturaleza mía. Es un disco especial porque el 60 por ciento de los temas fueron hechos en el encierro, es la primera vez que hago un disco todo acá, en mi casa, usando pistas de batería, algo que nunca hice. Y las letras las hice encerrado acá porque estuve un mes y medio solo en mi casa, así que dije o me vuelvo loco o hago algo. Y empecé a hacer.
—¿En qué difiere este disco respecto al anterior?
—A diferencia de mi trabajo “Seis citas sobre el amor y la existencia”, que es de canciones de amor, este disco de alguna manera está soltando cosas que quiero decir que tienen que ver más con lo ideológico, en un punto con lo político, o con lo que uno piensa de la vida. Hay una canción que nunca pude escribir, que tengo solo el estribillo y en la estrofa final decía “pero la verdad es que no tengo nada que decir”. Siempre me pareció que no tenía nada que decir sobre las cosas que pasan. Y acá encontré temas que hablan mucho de eso, el primero es el que dice “siempre que te digan nunca, nunca será para siempre”. Porque te niegan, te niegan, y se cayó la Muralla China, y se cayó el Muro de Berlín, y fuiste a la luna, y cuando te dicen que no, en realidad es para que no lo hagas, pero hay que ir, hay que ir, hay que ir y las cosas se tienen que tirar abajo. La hicimos con Fander (Jorge Fandermole), que apenas escuchó la melodía y el ritmo me dijo “es una chacarera trunca”. Yo tenía el estribillo y él hizo el resto de la letra, siempre trabajamos así, me di cuenta que hacía 25 años que no trabajaba con él. Esta canción habla de que no hay que bajar los brazos, vamos a seguir, estamos cansados, nos golpearon un montón de veces, pero somos de una generación que no baja los brazos nunca.
—¿Por qué surge el nombre “Sudaca”?
— Abajo de todo este disco subyace algo latino. “Mis días como extranjero” es una milonga; “Danza de los camalotes” tiene el toque litoraleño con el Chango Spasiuk en un 6/8; el que hicimos con Claudio Cardone “Navegantes de agua dulce”, tiene una cosa brazuca, latina; “Pañuelos” tiene una cosa celebratoria y a la vez está dedicada a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Yo ahí tomo una posición que no me había permitido hacer en otro momento y quería decirlo. Lo sudaca está en todo el disco. Mirá, dicen que soy el más uruguayo de los rosarinos, y si mirás mi lista de Spotify te vas a dar cuenta por las sugerencias de otros artistas, desde Hugo Fattoruso hasta Fernando Cabrera y Eduardo Mateo. Sudaca es el lugar en el que te ponen, incluso los propios europeos, pero yo lo digo con orgullo: “Sí, soy sudaca, y qué”. Y me doy cuenta que en mi vida, mi información fue muy vasta y he escuchado mucha música extranjera de distintos tipos. Siempre decíamos “nos chorean todo”, nos llevan el caucho y después nos venden las gomas. Y los tipos que yo he escuchado han sido los mayores choros del tercermundismo: Peter Gabriel y Paul Simon. Y mucha gente se apropió de esa cosa de latino y tercermundista, pero ahora me doy cuenta que nosotros también nos apropiamos de lo de ellos, entonces se genera un híbrido, que es esta cosa sudaca. No puedo ser ni todo lo argento ni latino que puedo ser, ni puedo ser todo lo rubio que es Sting, por decirlo con humor. Siento esa mezcla en el disco, que abajo está lo latino y arriba están melodías que terminan con Serrat, puede ser, y con cadencias del folk inglés.
—Pero dijiste “híbrido”, y sin embargo este es el disco menos híbrido de tu carrera.
—Yo digo híbrido con orgullo, un híbrido es la fusión de dos cosas que generan una cosa nueva. No estoy en una etapa en que quiero hacer algo nuevo y revolucionario, todo lo contrario. Te voy a decir un concepto que para mí es muy importante: la canción es una flecha, tiene que ir al centro y no tiene que haber nada que la distraiga. La médula de la canción tiene que ser lo que te llegue, porque si vos la pintás a la flecha, ya no es lo mismo, si le ponés atrás una decoración no llega igual. Para mí la canción es la médula, a mí no me interesa la destreza, ni demostrar todo lo que sé de música, a mí me interesa la canción como vehículo emotivo.