Una jueza de la Nación (Leonor Benedetto) percibe que su mente no funciona muy bien y decide reunir a las mujeres más importantes de su familia: su hermana (Mirta Wons), su hija (Emilia Mazer), su abogada (Iliana Calabró) y su mucama y confidente (Ana María Picchio). Esa es la premisa de “Perdida mente”, la comedia dramática que se nutre de la neurociencia para abordar con humor e inteligencia un tema complejo como el deterioro cognitivo. En Rosario, se podrá ver este sábado 24 de agosto, a las 20, en el Teatro Astengo (Mitre 754).
La obra es parte de la usina creativa de José María Muscari, quien estuvo a cargo de la dramaturgia junto a Mariela Asensio, y está al frente de la dirección. Desde su estreno en 2021, se convirtió en un fenomenal éxito con cuatro temporadas, entre calle Corrientes y Mar del Plata. Ahora, emprenderá una extensa gira por todo el país.
El actual elenco se conformó en 2023, cuando Calabró, Mazer y Wons se sumaron en reemplazo de Karina K, Julieta Ortega y Patricia Sosa. Las cinco actrices despliegan su oficio en escena para dar forma a una historia que trasciende una única temática y se extiende sobre la evolución de los vínculos en el tiempo y aquello que los sostiene.
“Cada espectáculo mío surge por oposición al anterior. Yo venía del éxito de ‘Sex’, que lleva cinco años en escena pero en el momento en que me puse a crear ‘Perdida mente’, llevaba más de un año. ‘Sex’ es un espectáculo muy performático, casi sin texto, muy deconstruído, donde no hay personajes. Quería que el próximo espectáculo que estrenáramos fuera desde un lugar bien diferente, entonces hicimos una obra de texto, con personajes, con contenido filosófico y con un montón de cosas que en principio ‘Sex’ no tiene”, contó Muscari en diálogo con La Capital.
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El contenido de esta obra también apareció por contraste con su antecesora: como “Sex” estaba centrada en el cuerpo, José María buscó que su nuevo trabajo se centrara en la mente. Y ahí apareció la neurociencia como línea conductora sobre la cual estructurar la narrativa. “Hacía tiempo seguía a Facundo Manes, con sus conceptos tan prácticos. Sus formas de explicar el funcionamiento del cerebro me parecían muy atractivas para llevarlas al teatro", planteó.
"Me di cuenta que en Argentina no se había hecho una obra que contuviera nociones de neurociencia, y la originalidad siempre es un plus agregado de lo que hago. Así que supe que era por ahí”, relató el director, quien inmediatamente convocó a Mariela Asensio, una de sus históricas colaboradoras, para delinear el texto.
“Perdida mente”, que implicó un gran trabajo de investigación, y cuenta con la supervisión de la Fundación Ineco y el asesoramiento del propio Manes. “La neurociencia atraviesa a todos los personajes, cada uno representa algún tipo de cerebro”, agregó Muscari, que tiene otros tres espectáculos en cartel.
Cinco personajes entrañables
“Yo soy Queca, la hermana de la jueza que interpreta Leonor Benedetto. Le pasa facturas viejísimas y está floja de papeles emocionales. Muy desbordada, dice barbaridades, verdades de manera brutal. También es divertida. Ana María es Shirley: mucama, amiga, confidente, lealtad absoluta al personaje protagonista”, contó por su parte Mirta Wons.
“Ileana es la abogada, la que lleva los papeles y está un poco floja de papeles. Es medio cínica. La actuación de Ileana me parece brillante. Emilia Mazer, maestra, es Isabela, la hija de la protagonista. Es una adolescente tardía, con muchos reclamos, mucho capricho. En el juego entre los personajes está la magia. Nosotras nos divertimos mucho también fuera de escena, tenemos una química muy grande entre las cinco. Creo que de eso se alimenta también esta obra”, agregó.
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Hay algo de la profunda humanidad, de su honesta fragilidad y también de sus fortalezas, que resonó con contundencia en el público. “Más allá del éxito en el sentido de la boletería o el teatro lleno, para mí el fenómeno más fuerte es el que sucede al momento del saludo. Cuando la obra termina, el público se levanta como un resorte y aplaude unánimemente”, compartió Muscari.
Una obra que hace frente al tabú del Alzheimer
En este sentido, el autor y director elaboró que “además del mérito extraordinario de la performance de las cinco actrices, pasa algo del orden de la identificación”, y no sólo para quienes tuvieron experiencias cercanas con el deterioro cognitivo. “En lo personal a mí esta obra me resulta sanadora. Porque en el fondo trata sobre la dificultad de aceptar que una persona que amamos ya no es la que conocimos. Yo creo que ya tengo más de 200 funciones encima, y se me sigue poniendo la piel de gallina”, detalló Wons.
La apuesta de la obra es a enfrentar el fantasma, invitarlo a pasar y reírse con él. “Todos tenemos el Alzheimer en algún lugar del inconciente como un tema tabú del cual no queremos hablar. Así como al cáncer en un momento se le decía la papa, al Alzheimer se le dice el alemán, para no nombrarlo”, aseguró Muscari. Por eso, abordar el tema “desde la comedia, y desde la comedia respetuosa, dramática, inteligente, emocional” permite un alivio, un descargo de tensión que la platea agradece.
“Pasa algo extraordinario que es cuando se nombra la palabra Alzheimer por primera vez se hace un silencio sepulcral, y a los ocho segundos la misma actriz, Leonor Benedetto, dice un texto y la sala estalla de risa”, ilustró José María.
Por otra parte, Wons aseveró que en todo el país encuentran audiencias “ávidas de cultura” y que el público no comparte el desprestigio que la política está haciendo del sector y sus trabajadores. “La gente, incluso en esta situación que estamos viviendo todos de tener que ajustarnos, si se puede dar un gusto prioriza la cultura. Si no, no se explican las salas repletas en todas partes. Y con esto de que tampoco hay ficción nacional en televisión abierta, sino sólo en plataformas, y con la desfinanciación del cine argentino, la gente se vuelca al teatro”, explicó la actriz.
Otro elemento que el director destaca es la presencia sostenida de Benedetto y Picchio, que rondan los 80 años. “La obra tiene la distinción de juntar en escena a dos personas muy icónicas. Verlas en escena cada noche, y hacer una gira profunda por el país, creo que es de un nivel de entrega muy grande a la profesión. Son una parte muy grande de nuestra cultura popular. Ellas dos juntas son ‘Rosa de lejos’ y ‘La tregua’. Es muy conmocionante ver a esas dos mujeres con esa experiencia actuar una obra mía”, afirmó Muscari.
“Yo me voy pipona de la función porque entregamos todo. La hacemos cada vez como si fuera el primer día. Es una ceremonia, hay algo de sagrado en el teatro. Antes de cada función, nos damos un momento de unión, nos invocamos. Ver los teatros llenos, con la gente riendose y aplaudiendo de pie, es algo que a mí me hace llorar. Soy muy agradecida. Es un acto de fe”, cerró Mirta.