Lo que se escucha más a menudo sobre Velvet Underground es un chiste de Brian Eno de que la banda no vendía muchos discos, pero que todo el que compraba uno formaba su propio grupo. Esa línea no figura en el documental de Todd Haynes “The Velvet Underground”, como tampoco aparecen famosos hablando sobre su vasta influencia. Ni siquiera se oye una canción completa del grupo hasta casi la mitad del filme de dos horas. Haynes —el realizador confiable y poco convencional de “Carol” y “Far From Heaven”— rechaza darle un tratamiento tradicional a los Velvet, un enfoque apropiado tomando en cuenta que ellos fueron pioneros e intransigentes. Su película, que se estrenó el fin de semana en el Festival de Cine de Cannes, es, al igual que los Velvet, audazmente ingeniosa, ilimitada y estimulante. Uno siente que hasta Lou Reed estaría complacido de cómo “The Velvet Underground” rechaza lo obvio.
“No necesitaba hacer una película para decir lo genial que era la banda”, dijo Haynes. “Fui directamente a cómo sucedió esto, esta música, de dónde vino esta gente y cómo se unió en este milagro”, explicó.
“The Velvet Underground”, que Apple estrenará en salas de cine y su plataforma de streaming el 15 de octubre, presenta imágenes poco vistas y una serie de entrevistas raras que incluyen al miembro fundador John Cale (quien dice que la banda buscaba “cómo ser elegante y cómo ser brutal”); Jonathan Richman de Modern Lovers, uno de sus primeros discípulos; y Jonas Mekas, el difunto cineasta pionero que filmó la primera actuación en vivo de Velvet Underground en 1964 y a quien está dedicado el documental.
THE VELVET UNDERGROUND - Todd Haynes, Cannes First Look Clip
La película es muy singular en la forma en que resucita la escena artística del bajo Manhattan en la década del 60, la cual dio a luz y fermentó al grupo. Haynes traza pacientemente el fértil paisaje de la Factory de Andy Warhol, la explosión de la Nueva York “queer” y cómo Lou Reed y los Velvet se emocionaban con artistas como los Ramones o la música drone experimental de La Monte Young. El arte, el cine avant-garde y la música colindan. El documental, más que nada, es un retrato revelador de la polinización artística cruzada. “Realmente se sentía esa coexistencia y la inspiración creativa que iba cambiando de medio a medio”, dijo Haynes, quien señaló que esos focos localizados ahora parecen extintos, víctimas de un mundo digitalizado. “Anhelo eso hoy. No sé dónde está”, comentó.
“The Velvet Underground” es el primer documental de Haynes. El cineasta recurrió antes a ficciones deliberadamente artificiales para retratar a grandes músicos. Su película “Velvet Goldmine” era una fantasía de glam rock sobre David Bowie. En “I’m Not There”, en lugar de probar la imposible tarea de encontrar un actor para interpretar a Bob Dylan, eligió siete. “Cuando investigás sobre el Bowie de «Velvet Goldmine» o todos los Dylan de «I’m Not Here» te encontrás con lo real”, dice el director. “Siempre sentí que, si iba a recrear esto en forma de ficción, sería mejor hacer algo diferente. Así que uno no lo compara con lo real, manzanas con manzanas. Es en un idioma diferente, en un contexto diferente, y el marco es visible”.
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Todd Haynes en el Festival de Cannes.
La marca de Andy Warhol
Haynes nunca conoció a Lou Reed, quien murió en 2013. Pero el célebre músico autorizó el uso de “Satellite of Love” en “Velvet Goldmine”. Laurie Anderson, viuda de Reed y cineasta, avaló a Haynes en la dirección de la película, y otros herederos, como los de Warhol, también lo apoyaron.
Las imágenes de Warhol, el único que realmente documentó antes a los Velvet, se entrelazan a lo largo del documental. En una pantalla dividida, las pruebas de pantalla de los miembros de la banda para The Factory (generalmente vistas como fotografías) son ampliamente reproducidas, con Reed o Cale mirando a la cámara de manera provocativa. “La única película sobre ellos es de uno de los artistas más grandes del siglo XX. Eso es tan raro y extraño. No hay una cobertura tradicional de la banda tocando en vivo. Sólo hay películas de Warhol”, señaló Haynes. “Sólo tenemos arte dentro del arte dentro del arte para contar una historia de arte grandioso”, concluyó.