Hay argumentos por doquier para afirmar que la Paso 2023 y las próximas elecciones generales son las más importantes de las últimas dos décadas. A pesar de que la abstención ha hecho presencia en distritos electorales claves, por primera vez en la historia democrática del país tenemos una oferta electoral donde los modelos se encuentran bien definidos. A Sergio Massa podrá imputarse un sinfín de historiales, pero lo cierto es que la misma memoria que sobre él se deposita no se reparte por igual. Los prontuarios de casi la totalidad de los políticos y políticas de profesión cuentan con vaivenes, incomodidades y traiciones. Nadie en este mundo resiste un archivo y aquellos que vivimos en un país movilizado a pura incertidumbre, menos.
Tanto la victoria de Daniel Passerini en las elecciones de la ciudad de Córdoba como la aplanadora electoral comandada por Maximiliano Pullaro en la provincia de Santa Fe y la prometedora ventaja de Juan Monteverde en Rosario dejaron un mensaje claro: la militancia volcada en las calles y el armado territorial continúan siendo factores que nos invitan a reforzar lo más tradicional de la política. Hay algo del quehacer militante y electoral que se continúa sustentando sobre lo analógico, donde el contacto directo, la conversación cara a cara y el debate oral explican su procedimiento. Eso revela, en gran parte, la acumulación de fracasos de Javier Milei en las definiciones provinciales, así como su temor por las presidenciales ante la falta de fiscales fidedignos que lo apoyen. Con una visión del mundo donde el dinero lo ordena todo, la contracara de la venta de candidaturas será la de actos fiscalizadores obligadamente monetizados.
paso 2023 - abrazo massa rossi - foto Prensa Ministerio - 79386425.jpeg
Abrazo de Sergio Massa y Agustín Rossi, precandidatos a presidente y vice de la Nación.
Fuente: Ministerio de Producción e Industria
El 2015 había dejado como enseñanza todo lo contrario. La sorpresa de Cambiemos se sustentó en gran parte por la novedosa plataforma comunicacional que desplegó en un contexto donde los vocablos trolls, bots y fake no se encontraban en el diccionario de ningún peronista. En una charla amena que se hizo en la Universidad Austral luego de la derrota, el encargado de la comunicación digital de la campaña de Scioli contó que un candidato peronista había llegado a decir que el peronismo es como las milanesas: uno no necesita que se promocione, ya es parte de la canasta básica de las familias argentinas, las que necesitan promoción son las milanesas de soja. Al terminar la anécdota alguien del auditorio le consulta cómo le fue. El candidato perdió, dijo entre risotadas inevitables.
El peronismo es como las milanesas: uno no necesita que se promocione, ya es parte de la canasta básica de las familias argentinas El peronismo es como las milanesas: uno no necesita que se promocione, ya es parte de la canasta básica de las familias argentinas
Hoy el panorama es otro, los llamados medios alternativos se han multiplicado cual langostas, los memes se hacen de un modo rudimentario de un lado u otro de la grieta y no hay candidato que no tenga su jingle bien merecido. En este sentido, ningún aspirante tiene una ventaja admirable sobre su oponente: así como Horacio Rodríguez Larreta se dio una vuelta por un programa que se emite por streaming para seducir a los ajenos, lo mismo hizo Massa en otro con el mismo formato y medio de transmisión para nuclear a los propios. La disputa central es entre ellos, dos viejos amigos que hoy pelean por el sillón de Rivadavia. Hasta qué punto sus destinos se hermanan que la desventaja que presentaba Durán Barba en el equipo amarillo hoy se cubre con el catalán Antoni Gutiérrez-Rubí en el patriótico, especialistas ambos en la gestión de las emociones, un rubro que viene ganando terreno desde la década de los 90, una vez que las ideologías se dieron por muertas y el goce repartido entre infinitud de propuestas se volvió la marca de época. Ahora la patria dejó de ser el otro, ahora la patria sos vos, una fórmula mucho más canchera, narcisa y hedonista, como corresponde a los tiempos que corren.
>>> Leer más: Massa anunció un refuerzo de Gendarmería en Rosario: "Voy al frente contra la inseguridad"
Lo más sensato de estas elecciones sería que la disputa final los tenga como protagonistas. Ojalá Javier Milei y Patricia Bullrich queden sólo para el recuerdo de una Argentina que no fue. La maquinaria de odio que movilizan es muy contraproducente para cualquier sistema democrático, o que se jacta de serlo. Cualquier persona sensata que enciende un minuto alguno de los programas en los que envalentonan sus formas tiene como primera reacción la náusea. En un año en que nuestra democracia cumple 40 años los discursos y las prácticas del amplio abanico del fascismo deberían ser erradicadas para siempre.
paso 2023 - foto virginia benedetto lc - 79337097.jpg
Larreta en Rosario junto al gobernador de Jujuy.
Foto: Virginia Benedetto / La Capital
Al ceder sus protagonismos centrales como los referentes fundamentales de la puja distributiva de Argentina, mal llamada grieta, Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner se abrieron a lo impredecible. Cristina pareciera tolerarlo un poco más: hace apoyo explícito de Massa y lo acompañó en actos que resultaron claves, un gesto que no tuvo ni de cerca para con Daniel Scioli y que se encuentra también bastante lejos del modo de hacer campaña con Alberto. Mauricio Macri pareciera identificarse más con el capricho de un nene rico que no sabe siquiera batir unos huevos, como recordará cualquier buen memorioso a partir del programa Cocineros Argentinos hecho en la Quinta de Olivos cuando era presidente. Cada paso de Rodríguez Larreta, es criticado por el hijo de quien fuera uno de los máximos exponentes de la patria contratista del último medio siglo. ¿Por qué Mauricio Macri le teme tanto a la figura de Horacio Rodríguez Larreta?
A diferencia de los otros dos precandidatos, gane Larreta, o gane Massa, el país debería acomodarse. De maneras diferentes, sí. Pero se acomoda. Toda esta enorme crisis que estamos viviendo estos últimos cuatro años no fue más que la cristalización de la lucha por el excedente cuyo símbolo central se calibra alrededor del dólar con sus tenebrosas consecuencias sobre los índices de inflación. Toda esta enorme crisis no es más que el tire y afloje por el afianzamiento de un modelo de acumulación que se plantee en términos serios, responsabilidad urgente del próximo mandatario. Lo que se necesita, es un árbitro como la gente.
>>> Leer más: Paso 2023, las últimas imágenes de la campaña en Rosario
Ponderados por propios y ajenos, los gobiernos de Macri y Alberto, además de una debacle, fueron un fracaso. Si bien el primero, deuda del FMI mediante, logró no sólo condicionar al próximo gobierno en materia económica y política sino consolidar el rol del sector agroexportador, dueño y amo de las divisas, principal sostén material de nuestros acreedores, lo venturoso hubiese sido un segundo mandato que asiente expectativas. La experiencia albertista, albertibia, caminó por el mismo sendero. Diga lo que se diga sobre el crecimiento económico y la generación de puestos de trabajo, los ingresos menguaron a una velocidad inédita para los últimos años. Será responsabilidad de Rodríguez Larreta continuar el trazo dado por Macri y profundizar la reforma empresarial del Estado. Será responsabilidad de Massa saldar la deuda que tiene el actual gobierno para con la masa trabajadora y proponer nuevamente una matriz de redistribución del ingreso. Mientras tanto, el empresariado local e internacional, no debería de qué preocuparse. Gane uno, gane otro, la Argentina del 2024 será un muy buen lugar para hacer negocios.
(*) Ezequiel Vazquez Grosso es licenciado en Ciencia Política de la UNR y docente …
Otras notas del autor:
Las encuestas y Javier Milei: ¿realidad, farsa o parodia construida?
Cómo impactan los préstamos chinos en los países subdesarrollados