Mientras Alberto Fernández disfruta por ahora el oasis de la nueva paternidad, en la política argentina todo -medidas económicas, gabinetes, liderazgos, frentes electorales- siempre está a punto de nacer. Es un país en trabajo de parto permanente.
Por Mariano D'Arrigo
Mientras Alberto Fernández disfruta por ahora el oasis de la nueva paternidad, en la política argentina todo -medidas económicas, gabinetes, liderazgos, frentes electorales- siempre está a punto de nacer. Es un país en trabajo de parto permanente.
Después de otra semana en que los padres (y madre) del Frente de Todos (FdT) sacaron los trapitos al sol, la familia ensamblada que llegó al poder en 2019 sigue empantanada. Y con un horizonte inquietante por delante.
Los dardos de una Cristina cada vez más activa en la escena pública sobre el magro poder del presidente y la falta de voluntad política para enfrentar al establishment económico, y la dura respuesta de Santiago Cafiero (“El único imprescindible es el presidente”) alimentan un estado cuasi anárquico, donde segundas y terceras líneas del gobierno se rebelan ante sus superiores formales. Justo cuando el empoderado Martín Guzmán dijo que gestionarán con “gente alineada con el programa económico del gobierno”.
En un pasaje del libro de Juan Carlos Torre, que ya se convirtió en el prisma con el que todos miran la Argentina del presente, el sociólogo e integrante del equipo económico de Juan Vital Sourrouille relata que el entonces presidente Raúl Alfonsín miraba una inflación desbocada y el malestar social, y preguntaba: “¿Cuándo habrá de terminar esta agonía?”.
En el caso del Frente de Todos, la agonía comenzó con la inesperada derrota en las Paso y siguió con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, según el kirchnerismo, empuja el país hacia un cataclismo económico y social, y al peronismo hacia otra derrota electoral. Las tarifas están en el centro del debate.
Según el cristinismo, el ajuste no sólo está en el futuro: ya comenzó. De acuerdo a un informe de Cifra, el centro de estudios de la CTA liderada por Hugo Yasky, con la política “moderada” de Alberto se acentuó la tendencia regresiva en términos de la distribución del ingreso que se inició en 2018. Entre 2017 y 2021, advierte el trabajo firmado por Pablo Manzanelli y Cecilia Garriga, la participación de los asalariados en el ingreso cayó del 51,8% al 43,1%, y el peso del consumo privado se desplomó a un nivel más bajo que el de la gran crisis de 2002: 61,8%. En ese contexto, el nuevo IFE que evalúa el gobierno,financiado por la “renta inesperada”, apunta a los sectores más rezagados en la carrera contra la inflación y que nutren la base electoral del peronismo.
Sin embargo, el problema principal es político. Descartado el divorcio, al binomio Fernández-Fernández le queda encontrar un mecanismo de convivencia. De poco sirve el tan comentado cambio de piezas si Alberto (que amaga todo el tiempo con autonomizarse), Cristina y quienes orbitan alrededor de ellos no recomponen una base mínima de confianza personal y acuerdan el rumbo del barco al que están todos subidos. Tampoco, diría el politólogo Mario Riorda, si no esbozan un mito de gobierno: un relato que cohesione y movilice.
En un marco donde los acuerdos deben ser sacados con fórceps, empresarios, sindicalistas, dirigentes sociales y políticos se concentran en el cortísimo plazo y en sus intereses particulares. Ese es el caso también de los gobernadores, que se reunirán mañana en el Consejo Federal de Inversiones, atentos al fantasma de la ingobernabilidad y al lápiz rojo del Fondo que pende sobre sus cabezas.
Ante las dificultades de Juntos por el Cambio (JxC) para parir un nuevo liderazgo, Mauricio Macri aprovecha para posicionarse para 2023. Ya sea como gran elector o, por qué no, para jugar el segundo tiempo. Una paradoja: desde Sevel hasta la Presidencia de la Nación, toda la trayectoria privada y pública del antecesor de Fernández es un gran intento de matar al padre (en términos psicoanalíticos) y ahora es el propio Macri el padre que se resiste a morir. Apurados por sus primos liberales, los hijos políticos del ex presidente de Boca aseguran que ahora sí aplicarán el programa de shock que entre 2015 y 2019 no pudieron implementar del todo.
También la política santafesina transcurre un trabajoso proceso de alumbramiento.
Después de dos años de gestión atravesados por la pandemia, y en los que se resintieron relaciones con varias tribus del peronismo, el perottismo impulsa una movida de respaldo al gobernador para el 1º de mayo, en la apertura de sesiones ordinarias de la Legislatura. Pese al añejamiento prematuro de la marca Frente de Todos, déficit propios en la administración provincial y el riesgo concreto de que todo el no peronismo se agrupe bajo un mismo paraguas electoral, en Hacemos Santa Fe aseguran que en 2023 el PJ será competitivo. “Sabemos que no pudimos resolver el problema de la inseguridad, algo el socialismo tampoco hizo, pero tenemos cosas para mostrar, como obras, el Boleto Educativo y Billetera Santa Fe”, dice un integrante de la mesa chica del espacio.
De todos modos, el frente XXL también marcha lento. Tiempos, roles institucionales, las cartas que tiene cada uno -y también egos- conspiran para que se levante pronto el gran tinglado opositor.
“No esperamos a nadie”, avisan cerca de Maximiliano Pullaro, quien se encontró el lunes en Rafaela con Carolina Losada, Dionisio Scarpin y Julián Galdeano. En varios campamentos radicales consideraron “apresurada” la movida de Pablo Javkin en el salón Metropolitano. Varios invitados la interpretaron como un lanzamiento y evitaron la foto. “Está todo bien que pongan la mesa, pero cuando tengamos en claro si nos invitan a un cumpleaños de 15 o un bautismo veremos qué hacemos”, desliza uno de los ausentes con aviso.
Si bien la Intendencia de Rosario es un trampolín natural y la muerte de Miguel Lifschitz abrió una oportunidad antes de lo previsto, también es cierto que, más allá de un estilo de gobierno de cercanía, Javkin no encontró aún grandes hitos de gestión para mostrar.
Pero debajo de las peleas de poder de los dirigentes políticos en todos los niveles se gestan fenómenos alarmantes.
Pese a la recuperación económica y del empleo, la disparada de la inflación, además de paralizar la economía argentina, como dijo una funcionaria del FMI, empuja a miles de personas hacia la pobreza y potencia el sálvese quién pueda. La frustración acumulada en la sociedad alimenta tanto la violencia horizontal como el resentimiento con la política.
Un trabajo del Laboratorio de Estudios sobre Democracias y Autoritarismos de la Universidad Nacional de San Martín (Leda-Unsam) registró un desplazamiento en los imaginarios sobre “la grieta”. “El nosotros queda delimitado por la oposición a unos otros que son propiamente los políticos, asociados a los privilegios que los ponen en un más allá de lo común compartido por todos. La división política que parece ordenar la imagen del todo social hoy es entre la sociedad y los políticos”, sostiene la investigación.
En un pasaje de sus famosos Cuadernos de la cárcel, el pensador y militante italiano Antonio Gramsci escribió: “El viejo mundo muere, el nuevo mundo tarda en aparecer y en este claroscuro surgen los monstruos”.
Pablo Copes, miembro de la agrupación opositoria ADN, denunció que fue golpeado al final de la asamblea en el estadio cubierto y terminó en un sanatorio.
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