Hugo Díaz era autodidacta, no leía música. “Aunque le hacían arreglos, mi papá tocaba lo que sentía”, expresa Mavi, su hija y la depositaria de su obra. En 1977, año en que falleció Hugo, la cantante nacida en Bélgica tenía dieciséis años y formaba parte del grupo de su padre.
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El trabajo fue editado por Sony Music.
Los registros se muestran con una calidad sonora que no es óptima, pero las tareas de restauración de Gabriel Soria (presidente de la Academia Nacional del Tango) y de masterización de Andrés Mayo, permiten apreciar la magnitud de la obra interpretativa de Hugo Díaz. Para la edición, se conservaron frituras y ruidos originales “para no quitarle el alma” a las grabaciones.
En esta recopilación hay primeras versiones de temas que luego Hugo volvió a grabar, por ejemplo la polca “Canto de pájaros”, “No quiero que te vayas” y el gato “El 180”, donde Domingo Cura no toca el bombo sino el bongó.
En esta época, “el más universal de los santiagueños”, según lo define Teresa Parodi, lideraba el grupo Hugo Díaz y sus Changos, el primer conjunto con el que grabó y giró junto a su esposa Victoria Cura, su cuñado Domingo Cura, los guitarristas José Jerez, Julio Carrizo y Nelson Murúa; y los bombistos y bailarines Carlos Saavedra y Juan Carlos Salvatierra.
Este volumen abarca una época donde Hugo grabó para muchos sellos musicales simultáneamente. “A veces grababa un EP de cuatro canciones en sellos que no existen más, por eso fue tan difícil hacer la recuperación de todo este material. No había un catálogo ni un sello donde pudieras seguir un orden cronológico, hay momentos en que conviven hasta cuatro sellos en la misma época.”, relata Mavi, quien pasó por Rosario para difundir esta producción.
Hugo Diaz - Villa de Villares (Official Audio)
El anterior volumen se publicó hace diez años, pero el trabajo de búsqueda iniciado hace quince años nunca se frenó. “Cuando sacamos el 1 y el 2, ya sabíamos que había una época un poco nebulosa, por eso sacamos la 4 y 5”, que ya lo tenía Sony, era lo grabado en RCA Víctor de lo cual se hicieron reediciones en los 90 en CDs.”, explica.
El trabajo, realizado junto a Germán Dominicé, reúne obras publicadas entre 1953 y 1966 y se postergó esperando encontrar la versión de 1955 de “La cumparsita”. “La recibimos de los coleccionistas Fabio Cernuda y Gabriel Soria, ellos la facilitaron”, cuenta Mavi.
En el camino fueron apareciendo otras perlitas inesperadas, entre ellas “La endiablada”, una chacarera compuesta con Yupanqui en 1966, un yenca, cuyo ritmo se parece al foxtrot, una versión del bolero “Inolvidable”, un bossa y dos canciones grabadas con la orquesta de Argentino Galván.
”Hay unas quince canciones que ni siquiera sabíamos que existían”, confiesa Mavi. También se incluye el tema principal de “Historia de una soga”, film de 1956 que protagonizaron Susana Campos, Ilde Pirovano, Mario Lozano y Mario Passano y que fuera el último en el que actúa Amalia Sánchez Ariño.
Tratándose de un grande de la música argentina, es curioso que quede obra “en la nebulosa”. Según su hija, se explica por los cambios de compañía. “En los años sesenta, grabó canciones en discos simples y había interpretaciones en vivo que se hacían en las radios, conciertos especiales en Splendid, El Mundo, etc, y las compañías, cuando pasó el disco de pasta, reeditaban en vinilo sólo las que habían tenido más éxito”, explica la cantante.
Se conoce especialmente el trabajo musical de Hugo Díaz en los ámbitos del folclore y el tango, pero, gracias a su versatilidad, virtuosismo y apertura, luego fue transitando varios géneros. “Mi viejo tenía la libertad de no regirse por ningún estilo. Era santiagueño y folclorista, pero iba ampliando, no tenía prejuicios, creo que tampoco pensaba “voy a hacer esto, voy a revolucionar la música”, simplemente tocaba.”, comenta Mavi.
Con su esposa Victoria y con su cuñado Domingo (Cura) eran un trío indestructible. Los tres se conocieron de chiquitos y empezaron a tocar juntos en la primaria. “Mi abuelo, el papá de Domingo y Victoria, medio lo adoptó a mi viejo. Mi papá era el menor de doce hermanos, muy, pero muy pobres, lustraba zapatos en el mercado porque su mamá los había abandonado. Mi abuelo le compró zapatos, lo mandó al colegio, los tres se criaron como hermanos”, explica. “En Santiago del Estero era muy popular la armónica en esos tiempos porque era un instrumento barato. A los ocho años, los dos tocaban en la orquesta infantil de Leopoldo Bonell, desde ahí, siempre tocaron juntos.”, refiere Mavi.
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Hugo y Mavi Díaz en una recordada imagen familiar. El armonicista murió en 1977.
Hugo Díaz murió muy joven, tenía cincuenta años, Mavi tenía dieciséis. “Ese año 77 fue un año muy loco, me llevó de gira a Brasil porque su guitarrista Caíto Díaz no pudo viajar. Le dijo a mi mamá “me la llevo a Brasil, vamos a hacer unos shows”. “¡Pero tiene colegio!” dijo mi mamá. “Volvemos enseguida”, dijo mi papá. La cuestión que no volvimos enseguida y me quedé libre en el colegio. No le gustaba ensayar, se iba a dormir la siesta y me dejaba en el teatro ensayando con los músicos brasileños. Fue un año muy meteórico, después de hacer temporada de verano en Necochea empezó a estar un poco mal y además yo me fui a Estados Unidos, tengo un recuerdo agridulce de esa época. Llevarme de gira creo que fue una excusa para compartir todo el tiempo conmigo, en julio volvimos y en octubre murió. Pasado el tiempo lo veo como una despedida.”, expresa emocionada.
La misión de Mavi Díaz no terminó, tiene la expectativa de que sigan apareciendo registros para publicar. “Nosotros vamos a seguir, todavía faltan muchos discos, todavía quedan los años setenta, hay ahí cuatro discos de tango, dos discos de folclore norteño, un disco de música del litoral y el disco de jazz. Lo que sí voy encontrando, y acá se abre un poco el juego, son colaboraciones con otros artistas, ya tenemos unas cuantas para hacer otro disco con eso.”, anuncia.
Al ser consultada sobre qué hubiera sido si no hubiera muerto tan joven y cuánto más le hubiera dado Hugo Díaz a la música argentina, su hija respondió: “Claro, y sobre todo, cuánto tipo de música, un tipo tan libre como él no hubiera tenido ningún tipo de prejuicio para unirse a cualquier tipo de música y a experimentar e ir invitando gente joven, porque siempre se rodeó de músicos muy jóvenes. Sí, fueron cincuenta años vividos con mucha intensidad y, como dijo un periodista, “se incendió con su música”.