El golpazo en el clásico dejó ecos incómodos en el parque Independencia. Provocó ruidos que todavía retumban en el Coloso. Representó un llamado de atención que clama por ser atendido (y detenido) a tiempo para no transformarse en el comienzo de una curva de crisis. Para el entrenador Mauricio Larriera, el derbi con Central era tomado como un torneo aparte y su equipo no pudo imponer condiciones y, por propias fallas de definición, dejó escapar la chance de conseguir un resultado que le permita construir una base inicial confiable para este ciclo que hasta ahora no terminó de despegar, y corre riesgo de quedarse empantanado si no encuentra una rápida reacción.
Ahora, este Newell’s deberá tratar de avanzar igual, averiado, con sus heridas abiertas. Agachando la cabeza y concentrando todos los sacrificios y esfuerzos en intentar dar una señal de vitalidad y de respuesta ante un escenario que por primera vez en este proceso ofrece este clima enrarecido.
En su arribo a la entidad rojinegra, el técnico charrúa mostró un correcto semblanteo de la situación general y en su primera rueda de prensa admitió el relevante significado del clásico en esta ciudad, y que ante la falta de competencias internacionales, también había que ser protagonistas en la Copa de la Liga y la Copa Argentina.
Los parámetros de referencia
Por ahí pasaban los principales desafíos en la lepra. Y esos seguirán siendo los parámetros de análisis que servirán para ir midiendo la intensidad y el paso de este conjunto que todavía está moldeando Larriera.
Por eso el clásico no es un partido más. Todos lo saben. Y la caída en esa instancia obliga a retroceder varios casilleros en el grado de evolución planeado de antemano. Y ese revés repercute y cala más profundo si se tiene en cuenta que tuvo chances de llevarse el premio mayor y se quedó sin nada por falta de eficacia.
De esta manera, ya quedó atrás ese primer mojón referencial que estableció el propio Larriera en su llegada a la institución leprosa. Y esa meta no alcanzada solo sirve para nublar el tránsito rumbo al resto de las pretensiones.
Este Newell’s debe barajar y jugar rápido para no dejarse envolver por su propio manto de incertidumbre. Ahora, ya sabe que en este plantel corto, debe poner a Ever Banega en el estado de lucidez que expuso en el comienzo de esta temporada. Recuperar a su emblema y figura puede ser clave en este tramo crucial, promediando la etapa de grupos en Copa de la Liga.
Si mantiene esa idea de clasificar y pasar de ronda en este certamen, deberá sacar una cosecha gruesa de los dos próximos compromisos, que serán en carácter de local. Los de Larriera se medirán este domingo, a las 21.30, ante San Lorenzo en el Parque; mientras que el jueves tienen que enfrentar, a las 21.15 a Tigre, también en el Coloso. Si logran puntos importantes podrán volver a meterse en el lote de los que tienen aspiraciones de pasar de ronda.
Para eso, va quedando cada vez menos espacio de maniobra. Y esta versión de Newell’s debe parar este trance para no seguir dilapidando trenes de oportunidades y también para recobrar la confianza perdida.
En el horizonte cercano también asoma para el equipo rojinegro la primera ronda de la Copa Argentina, donde deberá jugar con Midland, hasta ahora el 13 de marzo, en sede a definir. Ese es otro los grandes objetivos del ciclo.
Así es el fútbol, tan dinámico, tan cambiante. Tan producto de los resultados. Y lo que en el arranque de la temporada despertaba elogios y generaba lógicas expectativas con cuatro éxitos en fila, ahora de transformó en golpes inesperados y en necesidad de una rápida rehabilitación.
Larriera debe apuntar a lo que ya mostró que puede ser, y dejar de lado este contexto conspirador que arriman las derrotas en serie. Ahí anidan las pautas de salida de este inoportuno laberinto.