El equipo nacional jugó otra final de la copa del mundo y la fiesta recorrió cada rincón del país y el mundo. Un equipo que llegaba con pergaminos de favorito y debutó con una derrota histórica ante Arabia Saudita, fue demostrando partido a partido diferentes aptitudes para aspirar al trofeo máximo, y ganarlo. Justamente, el primer finalista de la copa ha mostrado aptitudes que no pueden registrarse en números. En la actual era del fútbol estadístico, en la que todo parece analizarse en base a números, indicadores y proyecciones cada vez más complejos, nuestro equipo pasó etapas con las viejas armas futboleras: estrategia, correr mucho, compañerismo y creatividad.
Se busca una y otra vez, subyugar el fútbol a las matemáticas: números de pases concretados, números de intentos de gol, porcentaje de posesión de pelota, kilómetros recorridos, etc. Aparecen los indicadores de los indicadores que sirven como materia prima de innumerable cantidad de analistas que presentan este deporte cual si fuera una ciencia exacta. Esto deriva en una alarmante unificación de estilos: todos los equipos compiten, paralelamente, por liderar listas de estadísticas.
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Mundial Qatar 2022. Festejos en Rosario por el título de Argentina campeón del Mundo con sorpresa para la estadística y las matemáticas.
Foto: Franco Trovato Fuoco / EFE
El trasfondo es una profunda noción de mérito. ¿Quién merece más la victoria en un partido? En el fútbol matemático, la respuesta es clara: el equipo que lidera estadísticas. El que tuvo más la pelota, el que concretó más pases entre compañeros de equipo y el que generó más ocasiones de gol, es el merecedor de la victoria. Tenemos así, un ganador moral indiscutible dado por los indicadores. Felizmente, la estadística todavía no logra explicar ni predecir los resultados del juego.
Afortunadamente, seguimos teniendo situaciones inexplicables que embellecen este deporte y dejan en ridículo cualquier estimación previa. Por citar un ejemplo histórico: el encuentro Argentina – Brasil en el mundial del 90. La estadística mostró claramente el mérito del equipo carioca: posesión ganaron ellos con el 61 por ciento a 39 por ciento, en tiros totales también 13 a 6, y lo mismo con pases completados: 350 a 217. Y, sin embargo, luego de una épica jugada de Maradona, el pájaro Caniggia en una de las pocas chances que tuvo de marcar, eludió al portero rival y definió registrando el único gol de ese evento. ¿Brasil mereció ganar? ¿Fue injusto el premio que tuvo Argentina luego de la apilada de jugadores que hizo Maradona? No lo sé, pero pienso que son preguntas sin sentido. Porque no tiene sentido realizar tantas estimaciones en un juego que se define con detalles como la posición del empeine del pie izquierdo, el amague o matar la pelota con el pecho.
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Mundial Qatar 2022. Festejos en los barrios de Rosario por el título de campeón del mundo con sorpresa para la estadística y las matemáticas.
Foto: Franco Trovato Fuoco / EFE
No hay estadísticas de cuantos piques realizó un jugador al espacio vacío. No existe indicador de cuantos cabezazos defensivos realizó un defensor en momentos claves del partido. ¿Cuál es el mérito del Cuti Romero que, en muestra de mucho carácter, el martes tuvo unas primeras intervenciones quirúrgicas cortando ataques croatas? ¿Cuánto suma al ánimo de sus compañeros (y a toda la hinchada) un par de gambetas exitosas de Messi cuando el partido parece anclado en un empate tácito?
Un súper algoritmo que incorpora múltiples variables para predecir resultados en partidos de fútbol predijo una final Bélgica – Brasil, en la que el equipo sudamericano se alzaría con la copa por sexta vez en la historia. Hoy, comprobamos que ambos equipos ya están fuera de competencia. Ninguna proyección incluía a Marruecos entre los cuatro mejores equipos del torneo ni a Alemania fuera de carrera en primera ronda. Felizmente, el fútbol a fuerza de gambetas, piques cortos y pases a tres dedos aún logra escapar de la cruel captura del cálculo matemático.