Dolores Fonzi se sienta en el hall del Auditorium, rodeada de focos, a punto de dar una entrevista sobre “Las fiestas”, la película de Ignacio Rogers que tuvo su estreno mundial en el 37º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. De a ratos relojea el bello mural en homenaje a Leonardo Favio realizado por Gustavo Sala y antes de empezar la charla con La Capital dice: “Escuchá «Lunes por la madrugada»”, en alusión al tema de Los Abuelos de la Nada. La música sale de la sala del Auditorium, donde se está exhibiendo “Argentina, 1985”, y al rato pasa su marido y director Santiago Mitre, y detrás suyo, saludo de por medio, el coguionista Mariano Llinás. Ella levanta la mano, se acomoda el pelo detrás de la oreja y está dispuesta a hablar de esa madre que interpreta en “Las fiestas”, que a la vez es hija de María Paz, el personaje que encarna Cecilia Roth. Fonzi también hablará de los hechos bisagra en su carrera de actriz, de cómo elegir una película en su faceta de jurado en la competencia internacional de este festival, y de su debut como guionista y directora en “Blondi”, quizá el rol más difícil de su carrera y, según sus palabras, “la experiencia más feliz de mi vida”.
—¿Tenés alguna cercanía con esa mamá que te tocó componer en “Las fiestas”?
—Sí, dejé a mis hijos solos en el hotel, igual tienen 11 y 13, así que ahora voy.
—¿Pero te ves más cerca de la mamá que compone Roth o de la que hacés vos?
—Creo que sí, de la que hago yo, porque todos podemos en algún punto escarbar para encontrar ese vínculo de reclamo, y ver qué te quedó pendiente, salvo que hayas tenido una madre perfecta y hasta también le podés reclamar por qué fue tan perfecta. Mi personaje es hija y madre, pero es una madre infantilizada, porque tiene muchas cosas pendientes, y como pone mucha energía en ese vínculo un poco tóxico y un poco no resuelto, no se ve a sí misma como madre, no se juzga y es una madre un poco desprejuiciada. Pero en la película se ve un personaje que es más hija que madre y vive su maternidad un poco liberada y siente que tiene otras personas que se pueden ocupar, como sus hermanos o su madre María Paz, que hace Cecilia.
—Incluso hay una escena en que vos dejás a tu hija durmiendo en el auto mientras te quedás en una fiesta. Y uno como espectador piensa ¿cómo va a dejar sola a su hija?
—Sí, inclusive mi hermano, que es el personaje que hace Daniel Hendler, dice ¿la vas a dejar sola? Y bueno, es un pueblo, ella conoce a ese pueblo, a ella también la habrán dejado sola durmiendo en un auto, es algo natural en esos vínculos. A la vez tampoco me gusta eso que se genera con lo que uno ve en esa escena, que decís “ah, es mala madre”, hay un juicio. Entonces ¿qué tipo de madre es? ¿Qué madre es el personaje de Cecilia? ¿Qué es ser mala madre? ¿Quién se ocupa de quién? ¿Por qué esa mamá es la mala madre? Eso de la carga, el peso y el juicio que tenemos todos con lo que debemos hacer en la vida y cómo lo tenemos qué hacer, ¿quién lo dice?
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En "Las fiestas", Fonzi es una madre desprejuiciada.
—Bien, hay muchas preguntas que te planteás como personaje y a la vez que se plantea la gente cuando ve esa película. Pero ahora, como jurado de la competencia internacional, ¿qué preguntas te hacés vos a la hora de evaluar una película? O mejor ¿qué es lo que te haría descartar a una película en competencia?
—Que no me conmueva nada, ni el esfuerzo realizado por el equipo, porque después de hacer tantas películas y ver tantas películas sabés el esfuerzo que tienen. No todas las películas son gemas. Hay gemas por distintos casos: una gran actuación, un gran guión, una gran fotografía, una gran historia. Por eso hay tantos premios. Lo importante es poder destacar esas cosas por separado para que el premio ganado sea aprovechado y le dé un empujón a la película. Obvio que no vas a premiar una película a la que le fue increíble, aunque sea la que más te gusta, porque ¿qué sentido tiene ese premio, por qué va a ir ahí ese premio? Es como darle un premio a Cate Blanchett después de 80 premios, ¿para qué?, si siempre la van a seguir llamando... Y obvio que la amo como actriz y que me parece la mejor.
—Buscás lo diferencial, no destacar lo ya consagrado.
—Busco que el premio tenga una carga y una connotación positiva para que la película que lo reciba sea un paso hacia algo, no que sea algo más de lo que ya tiene. Yo ya fui jurado de competencia internacional en San Sebastián y siempre voy por ahí. Prefiero premiar a una película que sea menos perfecta pero con una gran intención, que una que ya tiene el visto bueno de todo el mundo. Porque la que no se vio tanto, con un premio tiene una mirada nueva. Para mí el premio es así, es político.
—En tu rol de actriz, ¿cuál es la película que fue una bisagra en tu carrera?
—Creo que hay varias. “Caja negra”, de Luis Ortega, fue una película que hice cuando tenía 19 años y fue una bisagra porque fue conectar con el cine desde un lugar de se pueden hacer películas con esfuerzo. Y “Plata quemada” fue la primera película mainstream en mi vida, y fue la primera de cine a la vieja escuela. Después podría destacar “La patota”, que me une con Santiago (Mitre), que es mi pareja, y que logró lo que me gusta a mí con alguien que es mi compañero, que es estimularnos creativamente.
— “La patota” es de 2015 y “La leona”, en televisión, es de 2016. Ahí tu personaje también fue muy logrado. ¿Puede ser que el impulso de “La patota” te dio otro vuelo para actuar, te convertiste en más creíble?
—Creo que tiene que ver con que fui madre, me separé, después hice “La patota” y todo esto me movilizó muchísimo. Después, al conocerlo a Santiago, él me ayudó mucho, porque es una persona súper estimulante, que arma equipos, es un director increíble, es un capo total y a la vez es un motor aglutinador de gente y de amigos.
—¿Y qué te motivó a escribir y dirigir tu primera película, “Blondi”?
—Mucho tiene que ver Santiago, realmente. Yo tenía una idea y él me decía: “Escribila, los guiones no se escriben para que queden en una mesita de luz, se escriben para filmar”. Y yo decía “y no sé”, que esto, que lo otro. Y se unió (la productora) Agostina Llambi Campbell, que es una grosa, y bueno, filmé, y después filmar fue la experiencia más feliz de mi vida. La pasé bomba, no te lo puedo explicar, nunca fui tan feliz con un proceso creativo. Filmando, autodirigiéndome, fue... Mirá, sólo haría eso para siempre.