Las deidades suelen tener guerras de egos. Aquellos que brillan en el olimpo del éxito, muchas veces caen en cruces y polémicas que alimentan las celebraciones del folclore futbolero. Y esos contrapuntos, muy cercanos a las frivolidades, generalmente derivan en situaciones de contexto que impregnan atractivo y pimienta a determinados partidos.
La entrega del Balón de Oro en 2021, que le otorgaron a Leo Messi, generó enojos y controversias por parte de Robert Lewandowski, quien había tenido una temporada soñada (en ese momento en el Bayern Munich) y cuestionaba irónicamente los merecimientos en esa edición. El crack rosarino, por su parte, ninguneó a su manera los desplantes de la estrella polaca, y evidentemente quedaron en los surcos del pasado reciente ciertas dosis de tensiones no resueltas.
Esos roces dialécticos cubrirán la previa y el desarrollo del encuentro del miércoles entre Argentina y Polonia, que formará parte de la emotiva definición del grupo C del Mundial de Qatar.
En 2020, por las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia por el coronavirus, las competencias del fútbol internacional no tuvieron sus formatos habituales.
Ya en 2021, tras la consagración de la Copa América, la revista France Football decidió reconocer a Messi con el Balón de Oro, el séptimo en su galáctica cosecha personal. Durante la premiación, Messi dijo que, era Lewandowski quien merecía recibir esa distinción en la temporada anterior. Evidentemente, la pandemia le jugó en contra al centrodelantero polaco, ya que el año anterior no hubo entregas ni festejos.
“Es un honor pelear con Lewandowski, hubieras sido el ganador del Balón de Oro del año pasado. France Football te lo tendría que haber dado. Hubieras sido un justo ganador. Tendrías que tener este premio en tu casa también”, expresó Leo tras recibir el premio.
Esa situación comenzó a multiplicar análisis, dardos cruzados y declaraciones de diferentes tenores. Y, desde su posición, el capitán de Polonia, fue duro con la Pulga y dejó instalada cierta incertidumbre alrededor de la sinceridad de esas palabras en aquella recordada gala. “Me hubiera gustado que su declaración fuera honesta, no solo palabras vacías. Me hubiera gustado que Messi sea sincero. Por supuesto que respeto mucho a Messi por cómo juega y todo lo que ha conseguido, pero me sentí muy triste por esa premiación”, expresó Lewandowski a un medio polaco.
Messi no se quedó de brazos cruzados y reaccionó, a su manera, hablando poco y diciendo mucho. “No me interesa lo que dijo”, confió. “Cada uno dice lo que quiere y, obviamente, que él puede expresarse y decir lo que quiera”.
“Sinceramente, no comparto lo que dijo, pero tampoco le doy mayor importancia. Ya está, para mí quedó ahí. Que diga lo que quiera porque a mí no me interesa”, exclamó el rosarino.
Detrás de la sombra
Luego, en julio de este año, el paso del polaco a las filas del Barcelona en 45 millones de euros, le agregó una cuota de morbo a estas historias cruzadas. Es que ahora Lewandowski hace goles para el club en el que Messi es amo, señor y dueño de todos los récords. El crack argentino es el máximo goleador (672 en 778 encuentros), el futbolista con más partidos jugados, con más títulos, y con más victorias. Así, en su etapa final como jugador, a los 34 años, el polaco decidió seguir a la sombra de Messi y de sus estadísticas inigualables.
Lewandowski es un futbolista de elite, capitán y máximo anotador histórico de la selección polaca. A pesar de ser un jugador de excelencia, quedó brutalmente opacado detrás de Messi y Cristiano Ronaldo. Le tocó ser contemporáneo de estas dos leyendas y eso le genera inquietudes que no puede manejar. Y que se desprenden de sus declaraciones después de cada entrega de premios.
Esas distancias, esas diferencias indisimulables, esos antecedentes en sus recorridos, le suman condimentos al duelo de Argentina y Polonia, que definirá mañana el pase a la próxima ronda en este sorprendente Mundial de Qatar.