A pesar de estar condenado por la Justicia española a 1.084 años de prisión por su participación en los llamados vuelos de la muerte durante la última dictadura militar argentina, el represor Adolfo Scilingo camina por las calles de Madrid.
A pesar de estar condenado por la Justicia española a 1.084 años de prisión por su participación en los llamados vuelos de la muerte durante la última dictadura militar argentina, el represor Adolfo Scilingo camina por las calles de Madrid.
Scilingo, de 73 años, fue condenado en 2005 por la Audiencia Nacional española a 1.084 años de cárcel por delitos de lesa humanidad contra 30 personas, a los que se sumaron (dos años después) 255 secuestros y un caso de tortura.
El ex capitán de corbeta, que participó en al menos dos vuelos de la muerte durante la última dictadura militar, fue el primer militar que rompió el pacto de silencio y detalló cómo lanzaban personas detenidas-desaparecidas vivas al mar desde aviones de la Armada.
El represor se acogió a un beneficio penitenciario español que le permite terminar su condena en libertad a cambio de realizar tareas comunitarias durante el día y pasar la noche en un Centro de Inserción Social (CIS), que depende de la Comunidad de Madrid. Se lo denomina régimen Cenicienta, porque tienen que volver a dormir al centro de inserción.
Scilingo estaba alojado en el centro penitenciario de Alcalá de Henares y gozó de salidas transitorias.
Pero desde hace cuatro semanas se le aplicó un artículo del Reglamento Penitenciario local que le dio el beneficio de salir tras las rejas.
De ese modo, el ex militar podría recuperar la libertad tras 22 años de prisión en España, donde había viajado para participar de un programa periodístico.
Scilingo fue detenido por el juez Baltazar Garzón, quien aprovechó la visita del ex capitán de corbeta al país ibérico para citarlo y luego detenerlo.
Fue juzgado por el principio de la justicia universal, porque en ese momento en la Argentina estaban vigentes las leyes de punto final y obediencia debida, que le garantizaban impunidad.
Mientras era juzgado, Scilingo confesó ante la Justicia ibérica que participó, en 1977, en dos traslados aéreos, donde treinta personas "fueron arrojadas desnudas a las aguas del Atlántico".
En 2006, Scilingo fue condenado a 640 años de prisión y luego, en 2007, a la pena "irrevocable" de 1.084.
El Tribunal Supremo de España consideró los delitos de asesinato y detención ilegal cometidos por él en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (Esma) como "crímenes contra la humanidad".
Repudio
Por su lado, Hijos Capital Federal expresó su rechazo a la medida dispuesta por la Justicia española. "Su único lugar es la cárcel común", señalaron desde su cuenta de Twitter.
En tanto, la CTA Autónoma bonaerense cuestionó los beneficios al represor y adelantó que junto a otras organizaciones articularán acciones "para impedir este grave hecho y que retorne a el lugar de donde nunca debió haber salido".
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