Pablo Javkin se involucró en la campaña con dos objetivos básicos y que determinarán buena parte de su futuro como intendente: lograr poner más concejales que apuntalen su proyecto y ponerse al frente de la lucha contra la inseguridad teniendo la potestad de poder elegir al jefe de policía en la prevención del delito. Pasado lo peor de la pandemia, el líder de Creo afirma que su gestión está comenzando recién ahora y señala, con orgullo, cómo varias de sus obras se están materializando en distintos puntos de la ciudad. Pero es consciente de que esta suerte de “renacimiento” al calor de la obra pública se licuará si los distintos poderes del Estado no logran frenar la ola de violencia que sacude a Rosario.
“No puede ser que estemos presos de órdenes que surgen desde la cárceles”, sostiene Javkin en una entrevista con La Capital. El intendente señala que puede urbanizar barrios, abrir calles, iluminar las zonas oscuras, pero que todo eso será insuficiente si el Servicios Penitenciario, que depende del Ministerio de Gobierno de la provincia, no logra sofocar el delito que se empieza a consumar desde las prisiones. A modo de ejemplo, detalla: “Me llamó un comerciante diciéndome que lo amenazan, que recurrió a la Fiscalía, que detienen a esa persona y resulta que el origen de esa amenaza parte desde la cárcel Piñero. Y todas las amenazas salen de Piñero y Piñero es una cárcel que depende de un Servicio Penitenciario que tiene que evitar que eso suceda. Acá el intendente no puede hacer nada, por eso necesitamos autonomía para poder designar a un jefe policial y decirle en qué lugares debe hacer prevención”, enfatizó.
–Estamos saliendo de algo muy doloroso, como fue la pandemia. Si bien hemos recuperado muchas cosas que extrañábamos, también hay dolores muy fuertes, en lo que perdimos en lo emocional, en lo social, en lo económico, en lo laboral. Hay una situación de cierto desánimo de ver como los problemas que la Argentina insiste en no poder acomodar racionalmente y que joden en la vida cotidiana de la gente. Eso se nota más que fin de agosto o septiembre. Eso está marcando de algún modo el clima electoral.
–¿El acompañamiento que tuvo la lista que encabeza Ciro Seisas en las Paso se va a trasladar a las generales?
–A nosotros nos tocó asumir, y a los pocos meses enfrentar la pandemia y gestionar un hecho como ese, desconocido, viendo cómo ciudades importantes del mundo colapsaron su sistema de salud. Y acá en Rosario lo pudimos sustentar, sin dejar de atender a nadie, sin tener un impacto brutal de la pandemia en los lugares más difíciles de la ciudad. Y lo mismo se está dando con la vacunación, que son altísimo, y que nos permite ver con otra perspectiva todo esto. Ahora empieza lo otro y estamos pudiendo arrancar. La ciudad está prácticamente en obras en todos los barrios. No hay rincón de la ciudad donde no estemos materializando proyectos que tuvimos que guardar por la pandemia. Siento que estamos arrancando y soy un agradecido del acompañamiento de la gente. De entender que nosotros a las cosas las hacemos bien cuando la hacemos más a la rosarina. Y que hay cosas que en Rosario no sucedieron y no tienen que suceder, ni tienen que entrar.
–¿Cómo cuales?
–Fundamentalmente la corrupción. La idea de que hay caminos cortos para solucionar los problemas. Pero Rosario tiene su propio sello, su marca: la honestidad, su buena fe, de generar un manejo de recursos del Estado que se refleje en los derechos que el rosarino tiene. Eso no es algo recurrente en la Argentina.
–¿Necesita ahora consolidar y construir volumen político propio?
–Es algo más profundo. La política cambió, al igual que la sociedad. Todos los que venimos de participar en política en otras etapas teníamos cierta idea vertical. Eso fracasó. Hoy la sociedad es mucho más diversa, las respuestas son múltiples y no sirven los sistemas cerrados. Hoy hay que abrirse. Alguien como Ciro (Seisas) haya decidido en estos momentos asumir una candidatura política tiene un valor enorme. Tiene ese componente rosarino que es fundamental. Es una ciudad que tiene una cultura, una tradición, una forma de hacer las cosas que hay que defender. Yo tengo una obsesión por Rosario. Te discuto hasta el color de la losa de hormigón que le vamos a poner a la peatonal San Martín o cómo van a ser el ancho de las calles de Villa Banana para tener que sacar menos vivienda. Las ciudades se gestionan así, poniendo mucho el cuerpo, abriendo, suponiendo que esa diversidad tiene que tener lugar en la política y haciendo con obsesión. No veo otra manera de gestionar.
–Pero Rosario no está aislada. Está integrada a una provincia y a una Nación, a las que gobiernan partidos distintos al suyo...
_Tengo una relación de respeto y trabajo, porque a cada uno nos eligieron para que estemos en nuestro lugar. Pero no la entienden a Rosario. Les cuesta entenderla...
–Clara García dijo eso del gobernador Perotti.
–Fue muy explícita Clara. Les cuesta entender a Rosario, porque es una ciudad particular. Pero además de entenderla, hay que quererla mucho. Y eso es algo que sentimos nosotros, los que nacimos acá o los que vinieron a vivir. Así como la ciudad de Santa Fe tiene administración pública desde hace cinco siglos, Rosario está ordenada desde otro lugar, con otros factores. Y hoy tiene desafíos muy grandes con la violencia, en la integración territorial.
–¿No fue un riesgo ir a la marcha por Joaquín Pérez? ¿Cómo quedó su situación después de aquel episodio?
–Estoy en contacto diario con la familia de Joaquín y ellos nos plantearon la invitación para estar. Me quedé en la marcha hasta que terminó: algunos gritaban, algunos lo hacían a propósito, otro que gritaba terminé abrazándome. La política hoy tiene que estar en la calle. No creo que uno pueda entender el dolor o enfrentar este problema desde un escritorio.
–Cuando se producen hechos conmocionantes se tiende a culpar al intendente por la inseguridad, como le sucedió a Mónica Fein en el primer Rosario Sangra. ¿Siente que puede pagar costo por esto?
–No me importa cómo se evalúe o la cuestión política. Me importa que terminemos con una situación en que no nos cuiden bien. Soy intendente, te puedo marcar barrio Acindar, Arroyito, Villa Banana, Cordón Ayacucho, la Sexta, pero la prevención requiere de una persona que pueda portar un arma y detener a alguien. Y también la responsabilidad de evitar que una persona que está cumpliendo una condena no cometa delitos desde la cárcel. A mí me llama un comerciante y me dice que lo amenazan, recurre a la Fiscalía, se detiene a esa persona y resulta que el origen de esa amenaza parte desde la cárcel Piñero. Y todas las amenazas salen de Piñero y Piñero es una cárcel que depende de un Servicio Penitenciario que tiene que evitar que eso suceda. ¿Eso lo puede hacer un intendente? Claramente no. Es acá donde uno se da cuenta que la autonomía no es un debate teórico y de los políticos. No puede ser que yo no le pueda indicar a la policía que hace prevención en mi ciudad donde tienen que estar. Por qué en vez de estar a las siete de la tarde de un viernes a media cuadra de la Municipalidad, no van a esa hora a cuidar la salida de un centro comercial en un barrio. La jefe de Policía hoy me atiende el teléfono, porque me respeta en mi rol, pero yo quiero o designar los jefes de policía o que nos permitan a nosotros los cuadrantes de prevención.
–¿Eso se puede hacer por ley o solo por reforma?
–Se puede hacer de muchas maneras, con decisión política. Se puede hacer entendiendo que quienes estamos todo el día en el terreno tenemos un vínculo más directo con el vecino, por lo tanto tenemos más información para actuar. Las fuerzas federales, en algunos barrios, actúan correctamente. Pero si en el barrio de al lado no tenés un anillo policial, el delito se va a mudar de barrio. La enorme mayoría de la gente es buena, y laburante, en toda la ciudad y sobre todo en los barrios más humildes. No puede ser que estemos presos de órdenes que surgen desde la cárceles . La ciudad está viviendo hechos de conmoción que se ordenan desde la cárcel. Eso se tiene que cortar ya.
–¿Qué respuesta han tenido del poder central?
–Se lo hemos planteado al presidente en Olivos cuando nos recibió. No puede ser que la provincia renuncie a eso. No puede ser que la política se aleje de los mecanismos institucionales para que funcione mejor la Justicia, los fiscales, y además que tengamos un Servicio Penitenciario que tenga inteligencia en la prevención del delito. Yo asumo lo que me toca como intendente. Lo que creo que a veces se hace con mala intención es no dejar en claro qué competencia tiene uno y cuáles no.
–¿La creación de una Policía de la Ciudad podría ser una solución?
–O bien traspasarle a los municipios la policía de prevención. No en un esquema de competencia, porque eso salió mal en muchos lugares. O bien darle poder al intendente para la designación de los jefes de policía de prevención. La ciudad debe tener una voz más fuerte para hacernos respetar.
–¿Está conforme con la cantidad de fuerzas federales que mandó la Nación?
–No es un tema solo de cantidad, sino de cuál es el rol. En algunos barrios están haciendo un trabajo interesante. También hay un tema de coordinación. Pero reitero: hay que meterse en eso y yo no le voy a esquivar a ningún tema que tenga que ver con mejorar la ciudad. Lo que no quiero es que alguien con picardía se desligue de la responsabilidad de que cada poder del Estado tiene sobre este tema.
–¿Cuál es su mensaje final en este último tramo de la campaña?
–Pedirle a la gente que piense mucho en Rosario. Obviamente hay una elección nacional y ahí está Clara (García) –candidata a senadora por el Frente Amplio Progresista–, que es una voz que conoce al detalle lo que un intendente necesita. Pienso en los subsidios al transporte, en la obra pública, en vivienda. Yo estoy recién arrancando, después de que nos tocó una bravísima. Tenemos que ir más rápido. Tenemos que recuperar ese tiempo. Para eso necesito un apoyo más fuerte en el Concejo y les pido que nos acompañe en las urnas.