El embajador argentino en España, Wenceslao Bunge Saravia, quedó en el centro de la escena tras protagonizar un momento inesperado durante el homenaje a José de San Martín, realizado en la ciudad de Cádiz por el 175° aniversario de la muerte del Libertador.
Al concluir su discurso, Bunge Saravia exclamó: “¡Viva la Argentina, viva San Martín, viva Cádiz, viva España, viva el Rey, viva la libertad!”. La mención al monarca español provocó sorpresa y algunos murmullos entre los asistentes.
El acto, organizado por la embajada argentina, incluyó una ofrenda floral y contó con la presencia del alcalde de Cádiz, Bruno García de León; el cónsul argentino Sergio Servin; autoridades locales y representantes de la comunidad argentina en Andalucía. Desde la cuenta oficial de la embajada se destacó el evento como un tributo “emotivo” al Padre de la Patria y Libertador de Argentina, Chile y Perú.
En su alocución, Bunge Saravia remarcó los vínculos históricos entre San Martín y Cádiz, ciudad en la que el prócer vivió años decisivos que moldearon su ideario libertador. “Evocamos no solo la gesta emancipadora de América, sino también los lazos entrañables que lo unen con España. San Martín, en el lecho de su muerte, dijo: ‘Seamos libres y lo demás no importa’”, expresó.
La embajada subrayó que el homenaje forma parte de uno de los ejes centrales de la gestión de Bunge Saravia: un contacto directo con la colectividad argentina en España, considerada una de las más representativas a nivel mundial. Participaron miembros de la Casa Argentina en Cádiz y de la Casa Argentina en Sevilla, entre otras instituciones.
La designación del embajador
La designación de Bunge Saravia como embajador se formalizó a fines del año pasado, tras la salida de Roberto Bosch, en medio de la reestructuración de la Cancillería luego del reemplazo de Diana Mondino por Gerardo Werthein. Tras recibir el plácet del gobierno español, su pliego fue aprobado por el Senado argentino.
Aunque la embajada buscó resaltar el sentido histórico y cultural del acto, la arenga final del diplomático no pasó desapercibida y sumó un elemento de debate a lo que, en principio, era una ceremonia solemne para recordar a San Martín, a 175 años de su paso a la inmortalidad.