"El compromiso social de las universidades no alcanza si no va acompañado por los estudiantes, por eso todo lo que nosotros hacemos es por nuestros alumnos". Así lo entiende el Javier Macchi, rector de la Universidad del Gran Rosario (UGR), quien recientemente estuvo en Nueva York para participar de la 19ª Cumbre Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En diálogo con La Capital, Macchi se refirió a la agenda inmediata de las universidad rosarina y destacó que "el cuidado de la casa común es crear conciencia del cuidado del planeta y el respeto del otro".
Junto al rector de la UNR, Franco Bartolacci, Macchi participó del encuentro internacional, que reunió a jóvenes, educadores, líderes sociales y representantes de organizaciones de más de 60 países, "con el objetivo de reflexionar sobre los desafíos actuales en materia de derechos humanos, educación y construcción de paz", destacaron los organizadores.
Según contó el rector Macchi, el viaje permitió además explorar el trabajo de Naciones Unidas, sobre todo teniendo en cuenta que en la Escuela Raúl Arino de Funes —integrada al proyecto educativo de la UGR— se desarrolla un modelo de simulación de la ONU. "La idea era generar contactos para que alumnos de la Arino puedan ir directamente a alguna de las jornadas en Naciones Unidas", dijo la autoridad de la Universidad del Gran Rosario, que hoy cuenta con unos 10 mil estudiantes y cerca de 1.800 graduados por año.
¿Qué implica el trabajo en derechos humanos y el compromiso social desde la universidad?
Siempre digo que los rectores estamos asumiendo responsabilidades y participamos de distintos espacios. Pero eso no alcanza si esa participación no va acompañada por los estudiantes. Porque en definitiva todo lo que nosotros hacemos es por ellos. Hablábamos con Franco (Bartolacci) la idea de generar condiciones para que exista responsabilidad social y compromiso con los derechos humanos dentro de las universidades. Las responsabilidades de los jóvenes con el cuidado del medioambiente es ahora, porque hoy se están formando en eso.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
El compromiso con la casa común
Como docente y como autoridad universitaria, ¿qué están notando en los universitarios con respecto a esta agenda?
Hay muchos chicos comprometidos. Dentro de la universidad creamos un programa de embajadores ambientales por sedes. Ahora el 21 de agosto tenemos un encuentro de estudiantes en Venado Tuerto para trabajar eso. Pero en este tipo de temas, como los ambientales, puede haber convocatorias snob. Cuidar el medioambiente no es sólo hacer compost y la responsabilidad social no es solamente no tirar papelitos en la calle. La responsabilidad social es mirar al costado y ver qué es lo que se puede hacer por el otro. En 2023 estuvimos con el Papa Francisco y cuando le preguntamos qué pueden hacer las universidades por el cuidado de la casa común nos dijo: "Señores, los líderes del mañana que van a tener la responsabilidad en la toma de decisiones están en sus universidades. Por eso ustedes tienen la enorme de responsabilidad de formar a esos jóvenes con compromiso, para que no exista la disyuntiva al momento de tomar una decisión". Bueno, el cuidado de la casa común es eso, crear conciencia del cuidado del planeta y del respeto del otro.
Sobre todo en un tiempo en el cual hay una mirada muy individualista y hasta se ponen en duda los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Ahí tengo una contradicción. Porque es cierta la inmediatez y la falta de valores. Eso nos duele y nos sorprende. Pero nuestros alumnos están criados con eso. Entonces, nos podemos quejar de la inmediatez o empezar a trabajar dentro de sus reglas de juego. Un adolescente si no está motivado no hace nada. Entonces, cualquier institución educativa que no trabaje en cómo llegarle a ese alumno a través de la motivación va a fracasar. Si llegás a motivarlo podés hablar de la conciencia ambiental, del bullying, de la inteligencia artificial, de la inmediatez y hasta de la validación de cualquier tipo de imagen. La contradicción es quejarnos o transformarnos, porque esto va a ser cada vez más vertiginoso.
Bueno, dentro de poco la UGR organiza en Rosario el Congreso Aprender, que un poco invita a repensar estos temas.
Desde la UGR no sólo planteamos el congreso para discutir el mañana, sino que estamos tratando de implementar ese mañana ahora, con experiencias educativas que estamos preparando o realizando en la universidad. Estamos transformando la universidad con la centralidad puesta en el alumno. Facilitarle a los estudiantes sus propias trayectorias, transformar esa enseñanza rígida y unidireccional que nosotros recibíamos en una donde el alumno tenga manejo de sus tiempos, motivación y pueda obtener herramientas rápidas para insertarse en el mundo laboral. Lo que uno tiene que empezar a facilitar desde las instituciones es que los estudiantes puedan seguir sus propias trayectorias y después que busquen el título. Estamos explorando eso muy fuerte en la universidad y en la Escuela Arino, y el año que viene vamos a abrir en La Rinconada (Ybarlucea) una escuela secundaria absolutamente revolucionaria: sin años, sin cursos y exclusivamente con un trabajo de capacidades y créditos que va a ir sumando el chico en su trayectoria. Para que en su autonomía el alumno pueda elegir los caminos de su propio aprendizaje.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
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Créditos en las universidades
En el diálogo con otros rectores, ¿está presente la preocupación de cómo pensar la formación?
Sí, está presente. Incluso está la resolución que se acordó entre las universidades públicas y privadas que da marco normativo para desarrollar los créditos universitarios. Nosotros ya estamos trabajando con esto. La universidad en general es la estructura más retrógrada y conservadora. Forma a la gente que te va a decir cómo transformar las cosas, pero las propias universidades somos muy poco anuentes a los cambios. Este sistema de créditos es una herramienta que en algunas instituciones va a ser utilizada muy firmemente, y algunas van a seguir con la misma estructura, asimilando y dándote los créditos. La idea del crédito es la movilidad y la no trazabilidad de una carrera.
¿Ustedes ya lo están aplicando?
Nosotros estamos trabajando con un sistema de créditos, con una vinculación interna y externa. En esta escuela que estamos desarrollando (en La Rinconada) y con la Arino probablemente vamos a poder hacer una vinculación de niveles entre secundaria y universidad. La idea es que si yo le doy flexibilidad al estudiante de la secundaria para que pueda hacer algún tipo de trayectoria, ¿por qué tiene que esperar a cumplir los 18 años y terminar la secundaria para empezar su formación universitaria? En materias de tecnología o diseño hay pibes que son grandes programadores que ya en la secundaria van a poder sumar créditos, para que cuando ingresen a la universidad ya tiene algunos aprobados. Eso va a permitir una movilidad totalmente distinta de los procesos de enseñanza y aprendizaje. A eso vamos.
¿Qué universidad imagina?
El año pasado estuve en México en una charla con un grupo de rectores y me preguntaban cómo imaginaba la universidad del futuro. Bueno, la imagino sin facultades, donde cada materia de la universidad sea como curso. Entonces cada estudiantes hace los cursos que le interesan: de matemática, economía o filosofía. Hasta que en un momento determinado vea que tiene el 80 por ciento de lo que necesita para tener el título de una carrera. Hay mucho que transitar. Un acierto de la educación argentina son los complementos, donde yo puedo reconocer trayectos previos, créditos que no sólo lo da la universidad sino un instituto terciario.