"Lo hice para defenderme, no porque me guste tirar tiros. Lo hice por miedo, estaba cansada de él". Así, Milagros Soledad V. contó ayer su versión del crimen de Ignacio Oro, su ex novio, a quien mató de cuatro tiros. La joven, de 18 años, tiene a su cuidado un bebé de un año y cursa un embarazo reciente por lo que estará bajo prisión con un régimen especial de protección porque los principales testigos del caso, allegados a la víctima, están ligados a la banda de Los Monos.
En ese marco el juez Alejandro Negroni dispuso que el control sea reforzado con el uso de una flamante tobillera electrónica: "Puede ser éste un claro ejemplo para iniciar el uso de este dispositivo", dijo el magistrado en la audiencia imputativa. Milagros se suma así al caso testigo de una mujer con dos hijos a cargo que está en prisión domiciliaria y monitoreada con tobillera.
La joven estuvo un mes prófuga y el martes a la tarde se presentó en la Defensoría Pública. Tras contarle su historia al abogado Daniel Kantor, caminó hasta la Fiscalía de Homicidios, donde quedó detenida. Ayer, en tanto, afrontó la audiencia rodeada de familiares y asistida por la referente de una ONG contra la violencia de género e integrantes del Área de la Mujer de la Municipalidad.
El defensor presentó el caso como un episodio de legítima defensa por violencia de género. Pero ese encuadre contrastó con el planteo del fiscal Pablo Pinto, quien en base al relato de seis testigos le imputó a la joven haber baleado a Ignacio Oro cuando estaba en una moto con su nueva novia. "Te voy a matar, puto", habría dicho la chica mientras disparaba un revólver calibre 32 largo. "Arruinaste una familia", le escucharon decir en Magallanes al 3900. En cambio, ella aseguró que el crimen fue a una cuadra de allí, dentro de su casa, luego de que Oro la golpeara y ella le arrebatara el arma.
Una vida desordenada
Ignacio Oro tenía 20 años y dos meses antes de morir se había ido de su casa familiar de Villa Gobernador Gálvez donde vivía con su madre y tres hermanas. Tenía una nena de 16 meses con una joven que había conocido a los 14 años y con quien estuvo en pareja hasta que la dejó por Milagros, unos meses atrás.
Su madre contó entonces que el chico "tenía una vida desordenada. Sabemos que por las drogas se metió en problemas. Nosotros vivíamos en el barrio 17 de Agosto pero nos tuvimos que mudar porque Ignacio enfrentó a Los Monos y nos balearon la casa", dijo cuando Ignacio aún agonizaba. Y contó que tras irse de la casa el muchacho le contó que Milagros lo había amenazado con un cuchillo. "Está loca", le dijo. Luego cortó la relación con Milagros y la chica no aceptó la separación.
Según el relato del fiscal, el 16 de abril a las 20.15 Oro estaba con su nueva novia, Tamara, en Magallanes al 3900. Los dos se iban en una moto cuando se acercó Milagros y le efectuó un disparo. Oro y su novia cayeron de la moto, la agresora se acercó y efectuó otros tres disparos. Un amigo trasladó a Oro hasta el Heca, donde lo operaron dos veces y estuvo veinte días internado con respirador y en coma farmacológico hasta que falleció. Antes del traslado al hospital, Oro se refugió en la casa de una vecina. "Ayudame que no doy más. Fue la Mili, la Mili", le dijo.
Amenazado
Otra testigo del ataque fue Tamara, la novia de Oro. "La Mili lo había amenazado que lo iba a matar", contó. Y dijo que cuando los dos cayeron de la moto la joven le dijo a ella que se corriera, efectuó tres disparos más y comenzó a recargar el revólver. Cuando el muchacho se encerró en la casa de una vecina Milagros se apostó afuera y comenzó a gritar: "Salí Nacho que te voy a matar".
Otra testigo fue Bárbara Cantero. Relató que Milagros gritaba "este hijo de puta arruinó a una familia" y que tuvieron que frenarla para que no volviera a tirar. También declaró Ariel Máximo Cantero, hijo del asesinado ex líder de Los Monos, Claudio "Pájaro" Cantero. Dijo que momentos antes cruzó a Ignacio y éste le advirtió que "la Mili andaba reloca". Y que cuando los vecinos asistían al muchacho, la acusada regresó a querer pegarle nuevamente. Finalmente un amigo lo cargó en su moto y lo llevó al Heca.
Tras esa atribución Milagros V. quedó imputada como autora de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Y al aceptar declarar dijo: "En esa calle no fue, fue en mi casa que está a una cuadra".
Al declarar, la chica contó ayer que está embarazada y que se hizo controles en un dispensario de su barrio. Dijo que era Oro quien no aceptaba la separación y que ese día el muchacho le había mandado audios a su madre amenazando con golpearla y quemarle la casa. Ella, según su relato, fue a la comisaría 19ª pero allí no quisieron tomarle la denuncia y la enviaron a la Fiscalía. "Yo tenía miedo porque él vendía droga y arreglaba con los policías de la 19ª", expresó la muchacha.
En primera persona
"A las ocho de la noche estaba en mi casa con el bebé y aparece él. Me dijo que era una ortiva porque le iba a hacer una denuncia sabiendo los problemas que él tenía con la policía. No le importó que yo estuviera embarazada de él ni que tuviera al bebé. Me pone el revólver en la cabeza, yo le pego una patada, él se toca la pierna y en un forcejeo se disparó el arma. La tercera vez le disparo yo", admitió.
"Lo hice para defenderme yo y a mi hijo. Le tenía miedo porque era un psicópata. Yo no me voy a dejar matar porque tengo un bebé que criar. No me dejaba ir a trabajar y yo sabía lo que él hacía", agregó V., quien precisó que "él mataba, tuvo problemas con Los Monos y hace poco mató a gente del «Pollo» Bassi. Era un violento. Era malo", dijo la chica, que aceptó cometer el crimen pero que el arma era de Oro.
Tras escucharla, el juez evaluó que "no hay motivos para descreer de su versión, pero hay que apuntalarla con evidencia". Y dijo que contrasta con sus dichos un audio que la joven le envió a Bárbara Cantero tras el ataque: "Yo le pegué, Barbie. El fierro es mío. Yo lo iba a matar porque es un verdugo hijo de puta. Se cagaba de risa", dijo. Para el juez, "lejos de interpretarse como legítima defensa parece estar vanagloriándose".
A pesar de que estuvo "un mes prófuga de la Justicia" (aunque alegan que se escondía "por miedo a los Cantero"), el juez consideró que el encierro sería perjudicial para el embarazo y el vínculo con su hijo. Por eso dispuso su arresto domiciliario con tobillera y bajo condiciones especiales de protección.