El sábado a la noche, una pareja pasaba junto con su hija de 6 años por la
puerta del club Defensores de Belgrano, en el barrio Talleres de Villa Gobernador Gálvez. La mujer
empujaba un cochecito con un bebé de un año. El muchacho distinguió a dos jóvenes en el patio de
una escuela ubicada enfrente del club sin imaginar que en segundos quedarían atrapados en medio de
una balacera. Tal cosa ocurrió cuando uno de ellos abrió fuego contra un motociclista que pasaba
por el lugar.
El destinatario del ataque salió ileso y continuó la
marcha, pero el padre de los chicos se paralizó cuando la nena se desplomaba al suelo con un balazo
en el pecho. A unos pocos metros, la madre de la criatura también cayó con un proyectil en una
pierna. No fueron las únicas víctimas: una chica de 13 años también fue alcanzada por un tiro en
una pierna.
Un pelotón. La ráfaga de balazos resonó en el cruce del bulevar San Diego y
Alvear. En la ochava sureste se levanta la escuela de educación técnica Nº 485 Vicecomodoro
Marambio. Enfrente, en la ochava noreste, está el club Defensores de Belgrano, una entidad barrial
con algunas canchas de fútbol. El movimiento de personas era incesante porque se realizaba la
fiesta de fin de año con la entrega de trofeos a los chicos que participan en las diferentes
categorías.
Cerca de las 21 del sábado Javier Ruiz, de 29 años, su
esposa Elisa, de 24, y sus hijos, Camila y un bebé de 18 meses pasaron por allí. Planeaban hacer la
compra semanal en un supermercado a una cuadra de allí.
El matrimonio iba por San Diego cuando sintieron la
estampida contra un quiosco ubicado sobre Alvear. Varias detonaciones retumbaron en el techo de una
construcción precaria que bordea al alambrado del club. Javier levantó la vista y observó a dos
muchachos en el patio de deportes de la escuela. Giró la cabeza y vio a un motociclista que
transitaba por San Diego hacia el este. Ya no tuvo tiempo de escapar. "En un primer momento no me
di cuenta que eran tiros. Pensé que eran cohetes", contó Javier a La Capital.
El muchacho distinguió entonces a uno de los muchachos que
disparaba a mansalva con una pistola nueve milímetros contra el motociclista. Javier estaba a unos
pocos metros de una columna del alumbrado público cuando oyó los gritos de Elisa. "Me dieron en la
pierna", balbuceó la mujer mientras le brotaba sangre. Al mismo tiempo, Camila se desprendió de los
brazos del padre y cayó. Un balazo le había perforado el abdomen. Ya para entonces, los agresores
se habían esfumado.
Desesperación. Javier se paró en medio de la calle y le pidió ayuda a un
automovilista, pero el hombre no se detuvo. Sí lo hizo una mujer. "Me tiré encima del auto para que
frenara", contó Javier. Antes de irse, el muchacho vio a una chica caída sobre la vereda a unos
pocos metros. Era Yamila González, de 13 años, que fue alcanzada por un proyectil en la pierna
derecha y la internaron en el hospital Provincial. Mientras tanto, la conductora llevó a Elisa y
Camila al hospital Gamen.Los médicos comprobaron que una bala le había perforado la pierna
izquierda.
La intervención. En el trayecto, el rostro de Camila empalideció. La chica perdía
temperatura y vomitaba. "En el Gamen, los médicos decidieron trasladarla al hospital de Niños
Víctor J. Vilela. El proyectil le provocó nueve perforaciones en el intestino y los médicos
debieron extraerle 20 centímetros de ese órgano. Anoche estaba internada en la sala de terapia
intensiva en estado reservado. Le habían desconectado el respirador artificial.
Una fuente policial señaló que el autor de los disparos ya fue identificado
por la policía. Los agentes de la comisaría 29ª allanaron su casa, pero no lo localizaron. En la
vivienda, los uniformados secuestraron una caja con municiones de calibre nueve milímetros. A su
vez, en la escena del suceso, los pesquisas hallaron ocho vainas servidas. Esa evidencia explica la
magnitud de la balacera: el cargador de una pistola nueve milímetros contiene trece
proyectiles.