Un joven de 25 años fue asesinado la madrugada del lunes en una barriada ubicada al ingreso de la localidad de Funes. Los homicidas, que iban en auto, lo emboscaron en la puerta de su casa y lo acribillaron a balazos. El hecho ocurrió tras once días en los que no se registraron crímenes con arma de fuego en el departamento Rosario.
Ezequiel Fernández tenía 25 años, era albañil y vivía junto a su pareja y los dos hijos pequeños de ambos en Cañada de Gómez al 1500 de Funes, un barrio de tres manzanas que nace hacia el oeste de la Garita 1. Sus calles de tierra, con zanjas, las viviendas humildes y algunas a medio construir, como la de Fernández, configuran un paisaje más parecido al de los barrios periféricos de Rosario que a las zonas más pintorescas de Funes.
Este lunes por la mañana, a pesar de la lluvia durante la madrugada, podían verse las marcas de dos disparos que habían penetrado el barro de la zanja justo frente a la vivienda de Fernández. También había perforaciones en una pila de ladrillos y en una columna. Fueron al menos 17 las vainas servidas de calibre 9 milímetros halladas por los peritos en el lugar.
Según la versión preliminar difundida por la Fiscalía, el crimen ocurrió pasadas la 1 de este lunes. Fernández se encontraba a metros del ingreso a su vivienda cuando fue interceptado por personas que se movían en un auto. Lo atacaron a balazos, aunque aun no se confirmó con cuantas armas, y los homicidas se dieron a la fuga de inmediato.
La víctima fue asistida en el lugar por algunos vecinos que lo trasladaron al Hospital Centenario de Rosario, donde se confirmó su fallecimiento a los pocos minutos de que ingresara. La investigación quedó a cargo del fiscal Ademar Bianchini, de la unidad Homicidios, quien ordenó al gabinete criminalístico las medidas de rigor para comenzar la pesquisa.
La mañana del lunes algunos vecinos se asomaron ante la presencia de los periodistas que trabajaban en el lugar. Entre ellos había parientes de Fernández, quienes contaron que el joven vivía con su pareja y los dos niños de ambos. Agregaron que al escuchar los disparos se asomaron y para entonces ya no había rastros del ataque más que Fernández agonizando en el suelo. Había alcanzado a correr apenas unos metros y se desplomó en el ingreso de una casa vecina.
"El no tenía quilombos con nadie, para mí se confundieron", dijo uno de los vecinos del joven. Sin embargo, en relación al contexto detrás de este crimen, lo que predominó fue el silencio.