El comisario inspector Gustavo “Gula” Pereyra siguió los pasos de otros efectivos acusados de aportar información a la banda de Los Monos y ayer recuperó la libertad a la espera del juicio. El camarista Daniel Acosta, el mismo que un año atrás revirtió su sobreseimiento que beneficiaba al policía, evaluó que no existe peligro de fuga ni de que entorpezca pruebas ya preservadas por la investigación. Por eso le otorgó la libertad mientras avanza la causa en la que está procesado como miembro de una asociación ilícita.
La medida fue dispuesta tras una audiencia de apelación pedida por los abogados de Pereyra, Sergio Larrubia y Alberto Tortajada. El oficial jerárquico de Delitos Complejos había sido procesado en septiembre por la jueza de Instrucción Alejandra Rodenas, acusado de poner información secreta a disposición de la organización encabezada por la familia Cantero, una estructura reconocida por once miembros que ya aceptaron en un juicio abreviado condenas que rondan los 3 años.
Pereyra obtenía esa información por su condición de policía y, según la acusación, la otorgaba “a cambio de una retribución económica para procurarle impunidad al grupo”. Cuando lo procesó, la jueza le dictó prisión preventiva al policía de 51 años que era el uniformado de mayor rango en Delitos Complejos, área del Ministerio de Seguridad de la provincia que será disuelta en la gestión de Miguel Lifschitz.
Gula fue procesado un año y medio después que los más de 30 acusados, entre ellos 13 miembros de fuerzas de seguridad. Es que en febrero de 2014 el juez inicial de la causa, Juan Carlos Vienna, entendió que no había elementos para acusarlo y lo desvinculó. Luego fue sobreseído. Pero esa medida fue apelada por la fiscalía y en septiembre de 2014 el mismo camarista Acosta la revocó al entender que había pruebas que comprometían al comisario.
Con el bolso. Al pedir ayer su libertad, entre otros planteos, sus abogados recordaron que “en junio de 2013 se presentó” en el juzgado y que al enterarse de su procesamiento el mes pasado “lo hizo igualmente, vestido en forma adecuada para la detención y con un bolsito con el resto de su ropa”.
La fiscal de Cámaras María Eugenia Iribarren se opuso al pedido y adelantó que pedirá una pena de prisión efectiva para Gula ante “el rango que presentaba dentro de la asociación ilícita”, “su cargo policial de jerarquía” y su aporte para que “los demás integrantes pudieran eludir a la Justicia”.
Tras escuchar ese contrapunto, Acosta decidió. Respaldó el procesamiento contra Gula pero levantó la prisión preventiva. “Con la misma convicción con que revoqué su sobreseimiento, estoy totalmente convencido de que no hay peligro de fuga”, dijo el camarista.
La prisión preventiva se dicta para resguardar el proceso cuando hay una alta expectativa de pena, peligro de fuga del imputado o riesgo de que en libertad oculte pruebas. Para Acosta, eso no ocurre en este caso: “Pereyra ha estado a derecho en diferentes situaciones procesales. Toda la prueba que se podía extraer está incautada”, dijo, y recordó que ya se practicó un allanamiento en la casa del oficial donde se secuestró una computadora.
El camarista recordó que otros policías implicados esperan sentencia en libertad: “Muchos procesados, incluso acusados de suministrar municiones y con rangos parecidos, están en libertad absoluta”.
La sospecha. A la banda de Los Monos se atribuyen delitos múltiples con el fin de consolidar el narcotráfico y otros negocios ilícitos. Lo que compromete a Pereyra son contactos telefónicos interceptados entre el prófugo Ramón “Monchi” Machuca y Juan “Chavo” Maciel, un sargento que respondía directamente a Gula. Fue captado en escuchas aportando una abrumadora cantidad de datos a la banda.
Según lo planteado por Acosta y retomado por Rodenas son abundantes las referencias que Maciel le hace a “Monchi” sobre Gula, al aludir de manera implícita a un funcionario con superioridad sobre él. Lo menciona por ese apodo y también como “Enano”, apodo que Pereyra reconoció como propio. La jueza también puntualizó que el comisario hizo investigaciones a miembros de la banda que primero negó pero finalmente aceptó tras la evidencia hallada en su computadora.