En los últimos 42 días, en un rectángulo de siete cuadras por ocho en medio de los barrios El Churrasco, Parque Casas, La Cerámica y Parque Field II se produjeron 5 asesinatos con armas de fuego. Ejecuciones que le van dan candor de campo de batalla a un territorio de por sí complejo. Este martes pasada las 20, dos hombres en moto llegaron hasta la puerta de un pasillo de Machaín al 1400, barrio Parque Casas, y llamaron a Gastón Emanuel Quiroz, de 26 años y padre de una nena de 2 años, por su nombre de pila. Al escuchar Quiroz salió de su casa, una entre media docena de locaciones, y fue hasta la entrada del pasillo. Cuando abrió la puerta vio la muerte a la cara. Trató de correr hacia su casa para refugiarse, pero un sicario lo persiguió y en el umbral de la vivienda le disparó un balazo en el tórax con una pistola calibre 40. El domingo pasado, a 15 cuadras de ese lugar y en el barrio El Churrasco, hirieron de muerte a Gerónimo López, un vecino de 74 años ajeno a todo conflicto, quien murió el lunes por la noche en el Hospital de Emergencias.
Las últimas dos muertes por homicidio en Rosario se dieron en un territorio que promete convertirse en un campo de batalla otra vez. “Acá cada balacera, cada herido, cada muerto suma a la venganza. No hay otra. Así se va generando una dinámica de «vueltos» que es de nunca acabar. Balean una casa en El Churrasco y balean una casa en Parque Casas: 1 a 1. Hieren a uno en Parque Casas y los tiradores erran en El Churrasco: 1 a 0. Es como un partido de fútbol cuyo resultado es en daño, heridos o muerte”. Así sintetizó una vecina hace 42 días como era el diario vivir en Parque Casas, en el contexto de un ataque a balazos contra la madre y un pequeño sobrino del asesinado Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval en Cavia al 1300. La reflexión sigue siendo una descripción valida y ajustada a la realidad para ambas barriadas contenidas entre las vías del ferrocarril que corren paralelas a Machaín, Casiano Casas, Baigorria y Washington.
La zona está entró en una guerra de sucesión en la que, según pudo saberse por fuentes callejeras, la banda autodenominada “El Churrasco” va por todo en la búsqueda de unificar los territorios que comandaban los asesinados Emanuel “Ema Pimpi” Sandoval y Marcelo “Coto” Medrano; y los encarcelados Olga "La Tata" Medina, Norma “La Tía” López, Tania Rostro, Lucas Sandoval (hermano de Ema Pimpi), Matías Medrano _hermano de Coto_ y Hernán Ramón “Lichi” Romero, entre los más representativos.
Algunos vecinos en los partes de guerra que llegan de la zona indican que bajo la marca “El Churrasco” está Matías Medrano con la fuerza de choque que respondía a su hermano el Coto. Otros siguen manteniendo un silencio compacto respecto a los nombres tras esa banda, aunque por lo bajo deslizan, coincidentemente con veteranos pesquisas, que este territorio continúa siendo de Los Monos.
Lo concreto es que es una zona en la geografía de la ciudad en la que hay muchos puntos de venta de droga de diferentes marcas enfrentadas en poco espacio. El más reconocido sigue siendo la boca de expendio de Boedo y Ghiraldo.
Desde la tarde del 23 de abril pasado, en el rectángulo territorial puesto bajo la lupa, se registraron cinco homicidios: Cristian Manuel Rolón, de 45 años, el 23 de abril por la tarde en Unión al 1400; César “Rambito” Navarro, hijo del asesinado barra de Rosario Central Julio “Cara de Goma” Navarro, y su amigo Cristian Marcelo “Rulo” Bogolín, el 1º de mayo en los monoblocks de Baigorria y Casiano Casas; Gerónimo López el domingo pasado en Cavia y Larrecha y Quiroz, quien por el momento es el último de la saga.
La vida y la muerte
“Los muchachos están poniendo la casa en orden”, comentó un vecino de la zona al dialogar con este cronista. “Machaín es como una avenida por lo que pasa todo lo bueno o lo malo desde y hacia El Churrasco, cuyo nombre oficial es La Esperanza, o Parque Casas. Todo pasa por acá”, resumió otra vecino. “Este barrio siempre fue una porquería que a veces está más tranquila y otras veces más complicada. Hay mucho pibe que se le torció a los padres y no los pudieron enderezar más. Es muy difícil que te corran para matarte si vos no estás en ninguna fulería. Por lo general por acá cada bala tiene el nombre de la persona que mata”, agregó otro residente.
“Hace dos meses lo que estaba muy mal se puso peor. Y de nuevo volvimos a la moto o el auto que pasa disparando. Pero acá te la pueden pegar porque estás metido, porque tenés un amigo que está en el tema o sencillamente porque estamos mirando el celular en plena calle. Pasan dos en moto y chau tu celular. Y si te retobaste, te cagan a tiros”, indicó un joven del barrio. “El barrio es un desastre, como siempre. Si no te matan las balaceras, te chorean de la forma que se te ocurra: por la calle haciendo mandados, cuando salís de tu casa, cuando llegás a tu casa o mientras dormís y andan por techos o terrazas. Estamos al horno”, agregó otra vecina. Frases del vivir y morir en El Churrasco/Parque Casas.
>>Leer más: Parque Casas y El Churrasco, dos barrios en la mira otra vez de la violencia callejera
La zona, jurisdicción de las seccionales 10ª y 30ª en el noroeste de la ciudad, está acostumbrada al martillar de la armas de fuego. Todos recuerdan las revueltas a balazos, tres o cuatro años atrás, cuando el duelo era entre las huestes de Ema Pimpi con o sin Lichy Romero, contra la gente de la Tata Medina, también reconocida como “La Rubia”.
Sobre Machaín al 1400, entre Uriarte y Blas Parera, el sentimiento era de bronca e indignación. De un dolor controlado y la desazón por otra nena del barrio que pierde a su padre a balazos en medio de la sin razón de una puja territorial. “El tenía una nena de dos años, aunque no estaba en pareja. Pero si te ponés a pensar es una vida joven, un pibe de 26 años, que parte sin haber vivido nada. Al principio pensamos que lo habían querido robar, pero lo corrieron hasta la puerta de la casa para matarlo. Evidentemente era para él. La moto llegó en contramano y se fue disparando al aire. Los tiros impactaron también un utilitario que estaba estacionado en la cuadra. A esa hora en la calle no había un alma”, indicó un vecino. Fuera de esa referencia superficial, otros residentes indicaron que la víctima “era un buen pibe”.
Según se pudo reconstruir, el martes alrededor de las 20 Gastón Quiroz estaba en la casa de pasillo en la que vivía junto a su familia. El pasillo en cuestión, donde hay cinco viviendas y un taller metalúrgico, permanece cerrado una vez que cae la noche. Un dato que llamó la atención es que la vivienda de Quiroz tiene en la parte superior una cámara de video vigilancia enfocando hacia el ingreso el pasillo. Pero los vecinos aseguraron que esa cámara ya no funciona. Poco después de las 20, una moto llegó a las puertas del pasillo. El acompañante bajó y llamó a Quiroz por el nombre de pila. Dicen los vecinos que la madre del muchacho encaró la puerta como para atender el llamado, pero Gastón no la dejó y fue él.
>>Leer más: Muertos, heridos y balaceras en una zona donde los tiros suenan a diario
“Cuando llegó a la puerta y abrió, se dio cuenta de que lo venían a matar. Se dio media vuelta y comenzó a correr para su casa, que es la primera del pasillo. Pero el sicario lo corrió y lo ejecutó. Se escucharon como diez disparos. La madre salió de la casa y lo encontró agonizante. Los gritos eran desgarradores. Llamamos a la ambulancia, pero nunca vino. En medio de la desesperación lo cargamos en una chata de la policía y se lo llevaron al hospital Alberdi, donde no pudieron hacer nada”, comentó un vecino.
En la escena del crimen encontraron media docena de vainas calibre 40. El caso quedó en manos de la fiscal Marisol Fabbro, quien comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en territorio recabando testimonios y a la búsqueda de cámaras de video vigilancia privadas, ya que públicas no se observaban a primera vista.