Cuatro hombres armados irrumpieron en un motel de la zona noroeste y
sorprendieron a los cuatro empleados y a una pareja que estaba a punto de ingresar a uno de los
cuartos. La gavilla permaneció cerca de media hora en el lugar hasta que pudo romper la caja fuerte
de la conserjería y extraer unos 10 mil pesos. Pero también se apoderó de objetos personales de las
víctimas, entre ellos el automóvil de la pareja que horas después fue abandonado en Capitán
Bermúdez.
El trajinar de los delincuentes, que en definitiva
controlaron a seis personas y trabajaron durante casi media hora en abrir el cofre de seguridad, no
hizo mella en los húespedes que ocupaban las casi 60 habitaciones. Concentrados en sus asuntos
ninguno escuchó nada raro mientras ocurría el atraco.
La alarma recién sonó cuando uno de los asaltados pudo
desatarse y comenzó a golpear las puertas de los cuartos pidiendo a los gritos un teléfono celular
para llamar a la policía que en pocos minutos copó el lugar y causó más de un dolor de cabeza.
Las primeras horas de la última noche de 2007 en el motel
La Luna, ubicado sobre la ruta 34, en las afueras de Rosario, eran de exaltación: las 60
habitaciones estaban colmadas y una parejita hacía "guardia" dentro de un Peugeot 307 que tuvo
quedar estacionado en un box ubicado a un costado de la conserjería hasta que se desocupara uno de
los cuartos. El plan de una noche de placer, para ambos, estaba a punto de naufragar.
Eran cerca de las 3.30. Cuatro hombres aparecieron
caminando por el acceso principal del motel, que está sobre la ruta 34, prácticamente en el límite
entre Rosario e Ibarlucea. Uno de ellos llevaba una máscara de cotillón, los otros iban con los
rostros descubiertos. Un dato que llamó la atención de los investigadores fue que dos de los
hampones estaban descalzos y ninguno de los tres perros ovejeros de los dueños del inmueble
reaccionó ante la intromisión.
"A lo mejor dos fueron en patas para no hacer mucho ruido y
no alertar a las mascotas", opinó un policía. Los delincuentes, que esgrimían armas de puño,
pusieron fuera de juego en pocos segundos a los cuatro empleados. De inmediato los hicieron tirar
al piso y les ataron pies y manos con cintas adhesivas para embalaje.
Cuando estaban en plena faena, los intrusos descubrieron
que en un box lindero a la administración estaba la parejita del Peugeot 307. "Como el telo estaba
completo esperaban en ese lugar hasta que se desocupara una pieza. Entonces los encañonaron, los
obligaron a bajar del auto y los llevaron donde estaban las otras víctimas. No sabés el susto que
tenían. Imaginate, estar haciendo cola para entrar a un motel y que te asalten así, justo en ese
lugar", comentó a La Capital un oficial.
Dominada la situación, el grupo se dedicó a la ardua tarea
de abrir la caja de seguridad. "Estuvieron casi media hora hasta que pudieron sacar el dinero, unos
diez mil pesos", indicó la fuente. No conforme con ello, también se apoderaron de celulares,
billeteras, relojes y hasta los zapatos de la chica del 307. "Parece que uno quiso quedar bien con
la mujer", bromeó el portavoz del caso. Después le exigieron al dueño las llaves de ese vehículo y
huyeron.
El coche apareció en perfecto estado en Capitán Bermúdez, a unos 10
kilómetros al norte de Rosario. "Parece que tenían un buen dato y fueron sólo a la conserjería, no
se metieron con los huéspedes. Uno de los testigos pudo describir a uno como un hombre de unos 30
años con barba". l