No habrá prisión domiciliaria para Héctor Daniel Riquelme, el hombre condenado a 16 años por matar a la militante social Mercedes "Mecha" Delgado en enero de 2013 en la parte más empobrecida de barrio Ludueña. Hace un mes, ese hombre de 53 años que purga la pena en la cárcel de Piñero, solicitó la morigeración de su estado de detención en el marco de la pandemia de Covid 19 ya que es diabético aunque no insulinodependiente. Pero el camarista Alfredo Ivaldi Artacho, en una audiencia realizada por videoconferencia, resolvió no hacer lugar al requerimiento. Días antes, al viralizarse en las redes sociales el pedido de Riquelme, los familiares de "Mecha" y distintas organizaciones sociales lanzaron la campaña "No a la domiciliaria al asesino de Mercedes", y lo lograron.
El destino de Juan Ponce, el hijo de "Mecha", parece estar signado por la lucha. Ayer sobre el mediodía cuando respondió el llamado de La Capital para conocer la suerte de la audiencia en la que se jugaba el destino del asesino de su madre se lo notaba con euforia medida. "Recién termina. No le dieron la domiciliaria, sigue preso", explicó Juan, la cara visible de una lucha por justicia desatada a partir del asesinato de la militante social de Ludueña.
"Este hombre no cumplió ni la mitad de la condena. Estuvo 20 meses prófugo evitando el accionar de la Justicia. ¿Quién nos garantiza que eso no volverá a suceder? Darle ese privilegio (prisión domiciliaria) es una falta de respeto a la familia y a todos aquellos que apoyaron y apoyan nuestra lucha por justicia", explicó Juan. Y agregó: "Seguimos gritando que «la Mecha» sigue encendida y que su asesino tiene que pagar por lo que le hizo no solo a la familia sino también a la sociedad. Gracias a todos los que siguen manteniendo este fuego, gracias a todos por estar siempre, gracias por recordar a mi madre con tanto amor".
Junto a Juan, distintas organizaciones sociales habían militado "reivindicar la vida de Mercedes, al igual que la de miles de mujeres que ponen el cuerpo en las ollas populares de sus barrios vulnerables velando no sólo por el alimento para niños, niñas, jóvenes y familias enteras, sino también luchando las 24 horas los 365 días del año contra las violencias estructurales que se viven en las barriadas más pobres".
Juan, que tenía 13 años cuando mataron a su mamá, hoy es coordinador de la organización "La Mecha sigue encendida" en la que sigue el legado de la mujer. El muchacho se sostiene con donaciones de privados para articular actividades con otros espacios sociales y llegar a unos 600 chicos de los barrios Moderno, Bella Vista y Nuevo Alberdi.
"No lo hicimos en barrio Ludueña porque acá hay tres comedores y hay otros espacios de la ciudad que lo necesitan más, así que ahí fuimos", recalcó Juan en una entrevista con este diario publicada el jueves. Entonces contó que ya venían trabajando en la idea y "la pandemia terminó acelerando todos los tiempos para ponerse en acción".
En fuego cruzado
El asesinato de Mercedes Delgado fue uno de los crímenes emblemático en la ciudad. Muertes violentas que motivaron que familias enteras debieran tomar las calles para pedir justicia a lo largo de eternas marchas y arropados por diversas organizaciones sociales.
La tarde del 8 de enero de 2013 "Mecha", quien era catequista y colaboradora en el comedor comunitario San Cayetano de barrio Ludueña, salió a la puerta de su casa para buscar a uno de sus hijos y ponerlo a resguardo de uno de los tantos tiroteos entre bandas que se había desatado en plena calle, precisamente en Garzón y Bielsa. Pero al salir, Héctor Riquelme disparó su arma desde atrás del portón de su casa y el balazo impactó de lleno en la espalda de Delgado, quien cayó al piso con su último aliento.
"Los Riquelme tiraban por tirar apuntando a calle Barra y en eso le pegaron a esta señora. Ahí en el barrio todos gritaban que Daniel era el único que en ese momento estaba tirando", relató hace siete años un vecino que presenció el crimen. Otro muchacho contó: "En un momento dejaron de tirotearse y los hermanos Ferriol huyeron por Garzón hacia calle Gorriti y no los vi más. Los Riquelme dejaron de tirar, pero al minuto y medio salió Daniel y empezó a tirar porque no se había dado cuenta de que los Ferriol ya se habían ido. Sacó medio cuerpo del portón y tiraba él solo para su derecha. Así hirió a la mujer que justo doblaba desde calle Garzón hacia Bielsa".
Riquelme estuvo 20 meses prófugo hasta que fue capturado en septiembre de 2014 en una vivienda ubicada en Azcuénaga y Larrea, en el barrio Chaqueño de la capital provincial. En febrero de 2016 fue condenado a 16 años de cárcel por el homicidio. En la resolución condenatoria el juez de Sentencia José Luis Mascali consignó como atenuante el "dolo eventual". Es decir, que no se propuso matar a la mujer pero se representó ese peligro y no le importó. Un año antes otras tres personas que participaron de la balacera fueron condenadas a penas de entre 5 y 7 años.